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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los cimientos se tambalean
Reunión de los Tres Kages, Despedida del 219
#4
El placer es mío, Kintsugi-dono —replicó, devolviéndole el saludo con una inclinación de cabeza. «Aunque hubiese preferido no tener dicho placer en absoluto», quiso añadir. Eso hubiese significado que Kenzou todavía seguiría allí. Eso hubiese significado que al viejo todavía le quedaban muchos años y batallas por librar. En su lugar, dijo:—. Y mis más profundas condolencias. Siento mucho lo que le sucedió a Kenzou-dono.

Era increíble que una montaña como él hubiese sucumbido. Pero, tras la muerte de Shiona, a Hanabi ya no le sorprendía nada.

La ANBU de cabellos rojos, Kuza, cambió el peso de una pierna a otra, inquieta. El año anterior, había sudado la gota gorda la mayor parte de la reunión, temerosa de que Yui fuese a hacer algo inapropiado, por decirlo suavemente. Ahora, un majestuoso lobo que tenía cuchillos por dientes yacía a pocos metros de ella. Suspiró tras la máscara —blanca y con una espiral carmesí dibujada en la frente—, y se preguntó por qué no habría elegido otra rama aparte del fūinjutsu.

Katsudon, al otro lado de Hanabi, fue el primero en ver llegar a Yui. No le pasó desapercibido la sonrisa que esbozaba al ver a Hanabi, ni que el Uzukage tirase del cuello de su uwagi para que pasase mejor el aire, visiblemente incómodo. Algo le decía que Hanabi sabía por qué Yui sonreía.

La Arashikage, nada más sentarse, dio el pésame.

Es una gran pérdida —coincidió Hanabi. Una irreparable—. ¿Cómo sucedió, Kitsugi-dono? —No quería tocar la herida, pero quería escuchar la versión extendida, y no los fríos datos que le habían soltado por teléfono.
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Mensajes en este tema
RE: Los cimientos se tambalean - por Sarutobi Hanabi - 26/01/2020, 21:43


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