27/01/2020, 18:31
—No es necesario que sientas lástima por mí, Hana
Las palabras de Bendō sonaban bruscas, como buscando cerrar el tema pero resignándose porque no es un tema que se pueda zanjar. Es un tema que lleva en la cara y que Hana había intentado abordar de una manera en la que poder decirle que no pasa nada, solo que lo había hecho tan abrumantemente mal que ahora no sabía si dejarlo y ya.
El chico comenzó a andar y la kunoichi lo siguió escuchando atentamente y planteándose como decirle lo que pensaba sin volver a liarla.
—Trabajo recogiendo y vendiendo chatarra. Te sorprendería saber la de recursos que se desperdiciarían si no fuera por los que compartimos este oficio. Muchos herreros se niegan a trabajar un metal si no tiene las condiciones adecuadas, pero eso no significa que sea un pedazo de basura. A veces las cosas pueden servir para algo, aunque sean feas o estén rotas. Pero mucha gente no lo sabe.
Se quedó pensativa un momento.
— Supongo que eso es parte de la reputación que tiene una aldea de herreros. Pero eso no es así. No es que me des lastima, o al menos no es por eso por lo que me he disculpado, ha sido porque he sentido que me había propasado y te había dolido que te viese. Y eso es lo que me molesta. Tú no estás roto y no deberías ocultar tu rostro, si alguien tiene un problema con tu herida el problema es suyo, no tuyo. Entiendo que se haga pesado pero no deberías esconderte porque está mal. No es culpa tuya. — suspiró, casi segura de que no estaba solucionando nada, sino mareando más la perdiz.
Decidió hacer el plan B, que debería haber sido el plan A desde el principio, cambiar de tema.
— ¿Dónde vamos?
Las palabras de Bendō sonaban bruscas, como buscando cerrar el tema pero resignándose porque no es un tema que se pueda zanjar. Es un tema que lleva en la cara y que Hana había intentado abordar de una manera en la que poder decirle que no pasa nada, solo que lo había hecho tan abrumantemente mal que ahora no sabía si dejarlo y ya.
El chico comenzó a andar y la kunoichi lo siguió escuchando atentamente y planteándose como decirle lo que pensaba sin volver a liarla.
—Trabajo recogiendo y vendiendo chatarra. Te sorprendería saber la de recursos que se desperdiciarían si no fuera por los que compartimos este oficio. Muchos herreros se niegan a trabajar un metal si no tiene las condiciones adecuadas, pero eso no significa que sea un pedazo de basura. A veces las cosas pueden servir para algo, aunque sean feas o estén rotas. Pero mucha gente no lo sabe.
Se quedó pensativa un momento.
— Supongo que eso es parte de la reputación que tiene una aldea de herreros. Pero eso no es así. No es que me des lastima, o al menos no es por eso por lo que me he disculpado, ha sido porque he sentido que me había propasado y te había dolido que te viese. Y eso es lo que me molesta. Tú no estás roto y no deberías ocultar tu rostro, si alguien tiene un problema con tu herida el problema es suyo, no tuyo. Entiendo que se haga pesado pero no deberías esconderte porque está mal. No es culpa tuya. — suspiró, casi segura de que no estaba solucionando nada, sino mareando más la perdiz.
Decidió hacer el plan B, que debería haber sido el plan A desde el principio, cambiar de tema.
— ¿Dónde vamos?