28/01/2020, 03:40
No habían pasado cinco minutos cuando el guardián de la entrada regreso, luciendo una amplia sonrisa.
—Síganme, ya está lista su mesa.
—Vayamos —dijo el peliblanco, haciendo acopio de serenidad y determinación.
La puerta parecía ser una especie de pasaje entre un mundo y otro. Afuera la noche era bulliciosa y festiva, como en cualquier ciudad celebrante; sin embargo, allí dentro la oscuridad se mesclaba con juegos de luces rojas, violetas y azules de un fulgor intenso e hipnótico, y la música más que celebrar invitaba a relajarse a costas de cualquier preocupación moral. Además, estaba el olor, una niebla de perfumes y bebidas aromáticas que hacían cosquillear los caminos que partían desde el olfato.
Kazuma pudo ver, rebosante de curiosidad y sin lugar a dudas, lo que eran féminas danzantes, subidas a pequeñas tarimas circulares y despojadas de toda vestimenta. A sus pies yacían algunos hombres desechos en babas, arrojando dinero de forma suplicante. Aquello le pareció una visión algo lastimera y vulgar, que contrastaba del todo con aquellos que yacían relajadamente en las mesas, acompañados de chicas que, quizás por estar vestidas (aunque fuese escasamente), le resultaban más atractivas e interesantes. Lo cierto es que parecía haber de todo, chicas de todas las edades y dedicadas a todo tipo de entretenimiento: bailarinas, camareras, animadoras y más. Al menos aquello fue lo que pudo ver fugazmente mientras recorrían un largo camino en aquella cueva que se le antojaba inmensa.
—Esta es la suya —dijo el guardia mientras se detenían en lo que parecía ser una de las mejores ubicaciones.
La mesa era redonda y enorme, y los asientos que la rodeaban eran un gran y lujoso sofá. La posición era elevada y permitía contemplar con relativa facilidad el resto. No fue difícil notar como algunas miradas se dirigían hacia ellos, pues no era usual que alguien desconocido por aquellos lares se apoderase de una mesa VIP en su primera visita. Kazuma se sentó en la mesa y pudo sentir como su espalda, luego de varios días de viaje, agradecía aquel reposo.
—Entonces… ¿Qué quieren hacer primero? —pregunto el guardia que ahora parecía hacerles compañía y complicidad.
Kazuma dudo, pues no estaba seguro de que hacer. Y como era su primera vez en un sitio de aquellos, decidió que lo mejor era preguntar a quienes podían tener experiencia.
—Bueno…, ya entramos, ¿ahora qué hacemos? —pregunto al par de ninjas de elite que le acompañaban.
—Síganme, ya está lista su mesa.
—Vayamos —dijo el peliblanco, haciendo acopio de serenidad y determinación.
La puerta parecía ser una especie de pasaje entre un mundo y otro. Afuera la noche era bulliciosa y festiva, como en cualquier ciudad celebrante; sin embargo, allí dentro la oscuridad se mesclaba con juegos de luces rojas, violetas y azules de un fulgor intenso e hipnótico, y la música más que celebrar invitaba a relajarse a costas de cualquier preocupación moral. Además, estaba el olor, una niebla de perfumes y bebidas aromáticas que hacían cosquillear los caminos que partían desde el olfato.
Kazuma pudo ver, rebosante de curiosidad y sin lugar a dudas, lo que eran féminas danzantes, subidas a pequeñas tarimas circulares y despojadas de toda vestimenta. A sus pies yacían algunos hombres desechos en babas, arrojando dinero de forma suplicante. Aquello le pareció una visión algo lastimera y vulgar, que contrastaba del todo con aquellos que yacían relajadamente en las mesas, acompañados de chicas que, quizás por estar vestidas (aunque fuese escasamente), le resultaban más atractivas e interesantes. Lo cierto es que parecía haber de todo, chicas de todas las edades y dedicadas a todo tipo de entretenimiento: bailarinas, camareras, animadoras y más. Al menos aquello fue lo que pudo ver fugazmente mientras recorrían un largo camino en aquella cueva que se le antojaba inmensa.
—Esta es la suya —dijo el guardia mientras se detenían en lo que parecía ser una de las mejores ubicaciones.
La mesa era redonda y enorme, y los asientos que la rodeaban eran un gran y lujoso sofá. La posición era elevada y permitía contemplar con relativa facilidad el resto. No fue difícil notar como algunas miradas se dirigían hacia ellos, pues no era usual que alguien desconocido por aquellos lares se apoderase de una mesa VIP en su primera visita. Kazuma se sentó en la mesa y pudo sentir como su espalda, luego de varios días de viaje, agradecía aquel reposo.
—Entonces… ¿Qué quieren hacer primero? —pregunto el guardia que ahora parecía hacerles compañía y complicidad.
Kazuma dudo, pues no estaba seguro de que hacer. Y como era su primera vez en un sitio de aquellos, decidió que lo mejor era preguntar a quienes podían tener experiencia.
—Bueno…, ya entramos, ¿ahora qué hacemos? —pregunto al par de ninjas de elite que le acompañaban.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)