28/01/2020, 23:36
(Última modificación: 28/01/2020, 23:50 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
Tuvo que toser varias veces para poder volver a respirar después de que un supuesto perro se convirtiese en una imagen calcada de su dueño ante sus ojos. Y después tuvo que tomarse un minuto para saber qué acababa de ver. ¿Era un clon transformado en perro y ahora había deshecho el Henge? No, ¿para qué demonios iba alguien a hacer eso? ¿Era un perro capaz de transformarse? ¿Cómo? ¿Qué? No había oído eso en su vida.
—¡Bueeeeenas tardes, señoras y señores! —
Volteó la cabeza lentamente para ver a un trio de mujeres en lo que parecía un comienzo de show con pocos efectos especiales.
»Tengo el honor, y el privilegio, de presentarme ante todos. Soy la grandiosa Fukuume, la mejor ilusionista de todo Oonindo. Perdón por interrumpirles, pero tienen la grandisima suerte de ser los primeros espectadores de mi show. Por favor, atentos a mi, les presento a mis ayudantes; Onoka, el cerebro, y Kaono, el músculo.
Para cuando acabó el discurso, Hana ya estaba en el borde de la terraza preparada para escabullirse de allí inmediatamente. ¿Ilusionismo? No, gracias. No le gustaban las ilusiones, nada de nada. Y para un show de ese tipo había dos opciones. O eran truquitos de magia cutres que iban a ser más incómodos que entretenidos o eran ilusiones de verdad y eso no le gustaba nada.
Al empezar a alejarse del lugar, se heló, como si se hubiese quedado paralizada. ¡Pero si se había perdido! ¿Donde iba ahora? Se giró sobre sí misma, planteándose volver a entrar para preguntarle al dueño, aunque tendría que pasar por en medio de la fiesta, cosa que no le apetecía demasiado. Por un momento, le pareció que el par de ahora gemelos que antes eran un perro y un humano iban a moverse, a lo mejor para irse también y decidió esperar, haciendo como que miraba el mapa que acababa de sacar de la pequeña mochila que portaba a la espalda.
Si se disponían a marcharse, podría seguirles sigilosamente y llegar a alguna ciudad o pueblo o lo que fuese. Consiguiendo, de paso, más información sobre el extraño jutsu de transformación que usaban.
—¡Bueeeeenas tardes, señoras y señores! —
Volteó la cabeza lentamente para ver a un trio de mujeres en lo que parecía un comienzo de show con pocos efectos especiales.
»Tengo el honor, y el privilegio, de presentarme ante todos. Soy la grandiosa Fukuume, la mejor ilusionista de todo Oonindo. Perdón por interrumpirles, pero tienen la grandisima suerte de ser los primeros espectadores de mi show. Por favor, atentos a mi, les presento a mis ayudantes; Onoka, el cerebro, y Kaono, el músculo.
Para cuando acabó el discurso, Hana ya estaba en el borde de la terraza preparada para escabullirse de allí inmediatamente. ¿Ilusionismo? No, gracias. No le gustaban las ilusiones, nada de nada. Y para un show de ese tipo había dos opciones. O eran truquitos de magia cutres que iban a ser más incómodos que entretenidos o eran ilusiones de verdad y eso no le gustaba nada.
Al empezar a alejarse del lugar, se heló, como si se hubiese quedado paralizada. ¡Pero si se había perdido! ¿Donde iba ahora? Se giró sobre sí misma, planteándose volver a entrar para preguntarle al dueño, aunque tendría que pasar por en medio de la fiesta, cosa que no le apetecía demasiado. Por un momento, le pareció que el par de ahora gemelos que antes eran un perro y un humano iban a moverse, a lo mejor para irse también y decidió esperar, haciendo como que miraba el mapa que acababa de sacar de la pequeña mochila que portaba a la espalda.
Si se disponían a marcharse, podría seguirles sigilosamente y llegar a alguna ciudad o pueblo o lo que fuese. Consiguiendo, de paso, más información sobre el extraño jutsu de transformación que usaban.