29/01/2020, 17:15
Hanabi, conciliador, estuvo de acuerdo con Yui en re-firmar el Pacto si hacía falta, y concretó que no era que tuviera a Juro en su propia aldea, sino que Uchiha Datsue tenía, cómo no, un sello comunicador también colocado en el muchacho para poder comunicarse a distancia con él. «Si yo fuera Kintsugi, te exigiría usarlo para tenderle una emboscada», pensó Yui, siempre sonriente, mirando al Uzukage.
—Vaya, vaya —rio Yui—. No sé por qué pasamos cables por debajo de todo el puto continente, si Datsue-kun tiene sellos puestos en la nuca de todos los shinobi relevantes, ¿eh, Hanabi? ¿Quizás deberíamos haberle pedido que nos pusiera uno para hablar entre nosotros tres?
Kintsugi indicó que los otros dos Kages habían malinterpretado sus palabras, pero volvió a enfangarse hasta las rodillas sugiriendo la erradicación de las bestias. Y lo peor es que volvió a citar al País de la Tormenta para usarlo de ejemplo. Y a Yui ya se le estaban hinchando las pelotas. O se le habrían hinchado, si las hubiera tenido. Ya me entendéis.
—Lo próximo será tu cabeza en una pica como vuelvas a sugerir tocarle un sólo pelo de la cabeza a Aotsuki Ayame —escupió Yui. Shanise y Kurozuchi se tensaron a su lado—. Dices que no quieres que rompamos el pacto de la Alianza, pero hablas de erradicar del mapa a los bijū, lo que pasa sí o sí por dañar a mi jinchūriki. Y además, ya que tratas el tema de la Ciudad Fantasma, lo único que conseguirías matando a los bijū es que cuando vuelvan a renacer estén todavía más emputados y destruyan otra ciudad distinta. ¿Queréis eso para Tane-Shigai, eh?
Oh, muchas cosas habían cambiado desde la última reunión, de eso no cabía duda. Y además, una sustancial desde hacía tan poco como una semana: Yui sabía que había un bijū libre en su villa, si bien dentro de Ayame. Se había enfrentado cara a cara con ella, y había conseguido dejar a la Arashikage en evidencia. Llevaba meses sin causar ningún problema y lo peor: por su cuenta propia. Se sorprendió a sí misma estando en mejores términos con esa Kokuō que con la mujer que tenía delante. A la muy puta le gustaba meterse donde no le llamaban.
»Ah, y hazme un favor, ponle un bozal a tu perra.
Kurozuchi se llevó una mano a la frente. «Esto no va a salir bien...»
—Vaya, vaya —rio Yui—. No sé por qué pasamos cables por debajo de todo el puto continente, si Datsue-kun tiene sellos puestos en la nuca de todos los shinobi relevantes, ¿eh, Hanabi? ¿Quizás deberíamos haberle pedido que nos pusiera uno para hablar entre nosotros tres?
Kintsugi indicó que los otros dos Kages habían malinterpretado sus palabras, pero volvió a enfangarse hasta las rodillas sugiriendo la erradicación de las bestias. Y lo peor es que volvió a citar al País de la Tormenta para usarlo de ejemplo. Y a Yui ya se le estaban hinchando las pelotas. O se le habrían hinchado, si las hubiera tenido. Ya me entendéis.
—Lo próximo será tu cabeza en una pica como vuelvas a sugerir tocarle un sólo pelo de la cabeza a Aotsuki Ayame —escupió Yui. Shanise y Kurozuchi se tensaron a su lado—. Dices que no quieres que rompamos el pacto de la Alianza, pero hablas de erradicar del mapa a los bijū, lo que pasa sí o sí por dañar a mi jinchūriki. Y además, ya que tratas el tema de la Ciudad Fantasma, lo único que conseguirías matando a los bijū es que cuando vuelvan a renacer estén todavía más emputados y destruyan otra ciudad distinta. ¿Queréis eso para Tane-Shigai, eh?
Oh, muchas cosas habían cambiado desde la última reunión, de eso no cabía duda. Y además, una sustancial desde hacía tan poco como una semana: Yui sabía que había un bijū libre en su villa, si bien dentro de Ayame. Se había enfrentado cara a cara con ella, y había conseguido dejar a la Arashikage en evidencia. Llevaba meses sin causar ningún problema y lo peor: por su cuenta propia. Se sorprendió a sí misma estando en mejores términos con esa Kokuō que con la mujer que tenía delante. A la muy puta le gustaba meterse donde no le llamaban.
»Ah, y hazme un favor, ponle un bozal a tu perra.
Kurozuchi se llevó una mano a la frente. «Esto no va a salir bien...»