29/01/2020, 23:45
Hanabi volvió a darle la razón a Yui, quien sonrió todavía más ampliamente, poco acostumbrada a congeniar tanto con un uzujin desde la época de Shiona. Al final aquél mocoso rubio iba a demostrar que era un digno sucesor de su amiga.
Y luego vino lo gordo. Podría hablar por todos los presentes, probablemente, cuando Yui se quedó con la boca abierta. Al menos así fue también con Shanise y con Kurozuchi. Yui creía que los Kage montarían en una cólera bastante razonable si de pronto soltase que había decidido mantener a un bijū libre en el cuerpo de su jinchūriki, y sin embargo allí estaba aquél enclenque con sus dos huevos gordos diciendo que estaban equivocados, que había que colaborar con ellos... ¡Y encima...! ¡Y encima les estaba tirando una información encima que era para sacar el paraguas, y eso que ella era de una aldea que llevaba la lluvia en el nombre! ¡Que el viejo Sendo Hagane era jinchūriki y murió luchando junto a él contra Kurama! ¡Que uno de sus ninjas se había encontrado con el bijū y éste le había encomendado comunicar a todo Oonindo que se enfrentara al Nueve Colas uniendo fuerzas! Y luego, prácticamente, usó el mismo argumento que la propia Kokuō había utilizado para defenderse... ¡para ponerse de su parte!
Si a Yui le hubieran dicho que se encontraba en un Genjutsu, lo hubiese creído. Si la Yui de hacía dos semanas hubiera estado allí, hubiera partido la mesa en dos. Hubiera blasfemado, hubiera amenazado también con clavar la cabeza de Hanabi sobre una pica.
Pero la Yui que estaba allí no era la Yui de hacía dos semanas.
Cuando el terremoto de Hanabi cesó, la Arashikage se levantó del asiento, y se dirigió con paso decidido hacia el Uzukage, pese a las advertencias de sus dos ninjas y la mirada de pocos amigos de Akimichi Katsudon. La mujer se limitó a guiñarle un ojo y a apartarlo del camino con una asombrosa facilidad. Y luego... luego...
Le dio una palmada amistosa a Hanabi.
—¡Me cago en la puta, JAJAJA, el mundo se ha vuelto loco, eh, Hanabi! —vociferó—. Pues igual habrá que patearle el culo a ese creído de Kurama, ¿eh? Mira, os lo confieso, va.
—¡Yui-sama, cuida...! —trató de advertir Kurozuchi.
—El Gobi se llama Kokuō, y tiene dos ovarios como dos melones. ¡Y más grandes los tiene Ayame, coño, que liberó el sello y consiguió ganarse su confianza, incluso hasta el punto de defenderla! ¡Ahora ambas trabajan juntas! ¡Ahora ambas son mis kunoichis! —Probablemente habría diferencias de opiniones si le preguntabas a Kokuō. Pero para Yui daba lo mismo: si vivía en su villa, se atenía a sus normas—. ¡Amegakure, de sufrir el ataque de un bijū a tenerlo entre sus filas! ¡Amegakure, la primera villa ninja que consiguió tener un bijū como ALIADO! —Eso también era una verdad a medias.
Miró a Kintsugi.
»No desearía tener que hacerlo, pero Kokuō ha demostrado con hechos ser más de fiar que, por ejemplo... tu Eikyuu Juro. ¿Y si no ha sido el bijū, eh? ¿Y si es tan sólo un puto traidor, y ya está? ¿Quizás se vengó también por sellarle al bicho? ¿Quizás le estalló en la cara querer tener ese poder para sí mismo como las antiguas aldeas, eh?
Y luego vino lo gordo. Podría hablar por todos los presentes, probablemente, cuando Yui se quedó con la boca abierta. Al menos así fue también con Shanise y con Kurozuchi. Yui creía que los Kage montarían en una cólera bastante razonable si de pronto soltase que había decidido mantener a un bijū libre en el cuerpo de su jinchūriki, y sin embargo allí estaba aquél enclenque con sus dos huevos gordos diciendo que estaban equivocados, que había que colaborar con ellos... ¡Y encima...! ¡Y encima les estaba tirando una información encima que era para sacar el paraguas, y eso que ella era de una aldea que llevaba la lluvia en el nombre! ¡Que el viejo Sendo Hagane era jinchūriki y murió luchando junto a él contra Kurama! ¡Que uno de sus ninjas se había encontrado con el bijū y éste le había encomendado comunicar a todo Oonindo que se enfrentara al Nueve Colas uniendo fuerzas! Y luego, prácticamente, usó el mismo argumento que la propia Kokuō había utilizado para defenderse... ¡para ponerse de su parte!
Si a Yui le hubieran dicho que se encontraba en un Genjutsu, lo hubiese creído. Si la Yui de hacía dos semanas hubiera estado allí, hubiera partido la mesa en dos. Hubiera blasfemado, hubiera amenazado también con clavar la cabeza de Hanabi sobre una pica.
Pero la Yui que estaba allí no era la Yui de hacía dos semanas.
Cuando el terremoto de Hanabi cesó, la Arashikage se levantó del asiento, y se dirigió con paso decidido hacia el Uzukage, pese a las advertencias de sus dos ninjas y la mirada de pocos amigos de Akimichi Katsudon. La mujer se limitó a guiñarle un ojo y a apartarlo del camino con una asombrosa facilidad. Y luego... luego...
Le dio una palmada amistosa a Hanabi.
—¡Me cago en la puta, JAJAJA, el mundo se ha vuelto loco, eh, Hanabi! —vociferó—. Pues igual habrá que patearle el culo a ese creído de Kurama, ¿eh? Mira, os lo confieso, va.
—¡Yui-sama, cuida...! —trató de advertir Kurozuchi.
—El Gobi se llama Kokuō, y tiene dos ovarios como dos melones. ¡Y más grandes los tiene Ayame, coño, que liberó el sello y consiguió ganarse su confianza, incluso hasta el punto de defenderla! ¡Ahora ambas trabajan juntas! ¡Ahora ambas son mis kunoichis! —Probablemente habría diferencias de opiniones si le preguntabas a Kokuō. Pero para Yui daba lo mismo: si vivía en su villa, se atenía a sus normas—. ¡Amegakure, de sufrir el ataque de un bijū a tenerlo entre sus filas! ¡Amegakure, la primera villa ninja que consiguió tener un bijū como ALIADO! —Eso también era una verdad a medias.
Miró a Kintsugi.
»No desearía tener que hacerlo, pero Kokuō ha demostrado con hechos ser más de fiar que, por ejemplo... tu Eikyuu Juro. ¿Y si no ha sido el bijū, eh? ¿Y si es tan sólo un puto traidor, y ya está? ¿Quizás se vengó también por sellarle al bicho? ¿Quizás le estalló en la cara querer tener ese poder para sí mismo como las antiguas aldeas, eh?