30/01/2020, 19:05
—¿"Algo más por ahí dando vueltas"? —repitió el Uchiha, y luego soltó una carcajada seca—. Claro que sí, mi buen Kaido. Ōnindo debe estar lleno de gente que sea capaz de colarse en una celda de máxima seguridad de Uzushiogakure para volarle la tapa de los sesos al preso más buscado.
Sólo con verbalizarlo Akame se dio cuenta de que sonaba mucho más inverosímil de lo que había pensado en un principio. Aunque, por otra parte, no podía negar que el Pez tenía un punto: ¿por qué si no se había formado la Alianza? Sólo había que estudiar la Historia reciente para darse cuenta de que las Tres Grandes eran como niños malcriados que lo querían todo y ahora, capaces de pasar por encima de cualquiera en sus ambiciones. Si algo las había forzado a colaborar, entonces...
—Meh. Puede ser.
Y sí, en algo tenía toda la razón Kaido: allí en Mizu no Kuni estaban lejos de los problemas y de los jōnin cazadores de renegados, pero también de las noticias. De todo lo que pasaba en el continente. Lo que sí le hizo marcar una sonrisa amarga fue la pregunta del Tiburón sobre el lenguaje de los bijū.
—Estimado, lo sabía, porque de hecho... Yo fui uno de los Hermanos del Desierto, los dos jinchūriki del Una Cola —confesó, pretendiendo darle a Kaido más de esa información que él tanto anhelaba. Al fin y al cabo los mejores ninjas de la Alianza ya lo sabían—. Si algo bueno tuvo morirme, fue sacarme de dentro a ese monstruo.
Sólo con verbalizarlo Akame se dio cuenta de que sonaba mucho más inverosímil de lo que había pensado en un principio. Aunque, por otra parte, no podía negar que el Pez tenía un punto: ¿por qué si no se había formado la Alianza? Sólo había que estudiar la Historia reciente para darse cuenta de que las Tres Grandes eran como niños malcriados que lo querían todo y ahora, capaces de pasar por encima de cualquiera en sus ambiciones. Si algo las había forzado a colaborar, entonces...
—Meh. Puede ser.
Y sí, en algo tenía toda la razón Kaido: allí en Mizu no Kuni estaban lejos de los problemas y de los jōnin cazadores de renegados, pero también de las noticias. De todo lo que pasaba en el continente. Lo que sí le hizo marcar una sonrisa amarga fue la pregunta del Tiburón sobre el lenguaje de los bijū.
—Estimado, lo sabía, porque de hecho... Yo fui uno de los Hermanos del Desierto, los dos jinchūriki del Una Cola —confesó, pretendiendo darle a Kaido más de esa información que él tanto anhelaba. Al fin y al cabo los mejores ninjas de la Alianza ya lo sabían—. Si algo bueno tuvo morirme, fue sacarme de dentro a ese monstruo.