2/02/2020, 16:35
(Última modificación: 2/02/2020, 16:36 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
¿Un Kage Bunshin para bijūs? Akame no pudo evitar soltar un "¿eh?" confundido; era la primera vez que oía hablar de algo así, y más todavía le sorprendía el hecho de que Kaido dejase caer que la jinchūriki de Amegakure tenía buena relación con su monstruo interior.
—¿Que se llevaban bien? ¿Es eso, acaso, posible? —replicó el Uchiha. El sólo recuerdo de las pesadillas de Shukaku le ponía los vellos de punta—. Primero me dices que quizá no fue Uzu quienes ordenaron y ejecutaron mi asesinato, y ahora que una jinchūriki se lleva bien con su bijū. Eres una fuente de sorpresas, Kaido.
Mientras caminaban, Akame se iba fumando su cigarrillo y meditando todo aquello. Sí, definitivamente y como había apuntado Kaido, necesitaban estar más adentro de lo que sucedía en el continente. Parecía que las cosas estaban cambiando a un ritmo exageradamente rápido.
—Eso es demencial... Pero a estas alturas, me lo creo todo. ¿Será que los bijū son inconsistentes en su comportamiento? El Ichibi era sádico y sibilino, siempre intentaba engañarnos para que le liberásemos y nos castigaba si le irritábamos. ¿Tal vez ese Kokuō es diferente? —fumó una calada—. ¿Estoy diciendo una sarta de tonterías?
Akame soltó una carcajada perruna.
—¿Que se llevaban bien? ¿Es eso, acaso, posible? —replicó el Uchiha. El sólo recuerdo de las pesadillas de Shukaku le ponía los vellos de punta—. Primero me dices que quizá no fue Uzu quienes ordenaron y ejecutaron mi asesinato, y ahora que una jinchūriki se lleva bien con su bijū. Eres una fuente de sorpresas, Kaido.
Mientras caminaban, Akame se iba fumando su cigarrillo y meditando todo aquello. Sí, definitivamente y como había apuntado Kaido, necesitaban estar más adentro de lo que sucedía en el continente. Parecía que las cosas estaban cambiando a un ritmo exageradamente rápido.
—Eso es demencial... Pero a estas alturas, me lo creo todo. ¿Será que los bijū son inconsistentes en su comportamiento? El Ichibi era sádico y sibilino, siempre intentaba engañarnos para que le liberásemos y nos castigaba si le irritábamos. ¿Tal vez ese Kokuō es diferente? —fumó una calada—. ¿Estoy diciendo una sarta de tonterías?
Akame soltó una carcajada perruna.