4/02/2020, 19:07
Cuando les tocó el turno, Akame —Kakita Bendō— se limitó a avanzar a paso tranquilo y diligente hacia el control de seguridad mientras sus ojos, bajo el kasa, examinaban los alrededores. Parecía claro que Umigarasu no era el típico señor feudal que simplemente iba a quedarse tranquilo mandando a unos cuantos soldados a patrullar; todo aquello rezumaba un autoritarismo militar que Akame no había visto en ningún otro lado de Ōnindo. Claro, también había ingenio en ello: ¿qué Daimyō se había propuesto censar y controlar con identificaciones a la población? Lo más parecido que el Uchiha había visto era el censo de las Aldeas Ocultas.
«Dos en el camino... Uno en la caseta...»
Kakita Bendō se limitó a sacar su identificación y, con gesto sumiso, enseñarla al guardia que se la requiriese. Estaban por ver si todo lo que Kyūtsuki había planeado tenía sentido o no, pero desde luego ser pillados a la primera supondría un auténtico fracaso.
«Veamos ahora si todos esos aires que te das son fundados o no, Kyūtsuki...»
«Dos en el camino... Uno en la caseta...»
Kakita Bendō se limitó a sacar su identificación y, con gesto sumiso, enseñarla al guardia que se la requiriese. Estaban por ver si todo lo que Kyūtsuki había planeado tenía sentido o no, pero desde luego ser pillados a la primera supondría un auténtico fracaso.
«Veamos ahora si todos esos aires que te das son fundados o no, Kyūtsuki...»