5/02/2020, 23:23
—¿¡Dónde está Akane!? —
Se levantó tras él, a una distancia razonable, por si, como sospechaba, perdía el control al igual que a su perro.
—Como puedes ver, con el arte del ilusionismo, cualquier cosa puede desaparecer. Ya dejó de estar en algún lado, no está.
Lo cierto era que la situación era tan surrealista como las palabras que salían de la boca de la mujer. En otras circunstancias, se hubiera echado a reír pero con un perro desaparecido solo podía mirar fijamente a la "ilusionista" para ver si realmente creía lo que decía.
—¿¡PERO QUÉ COJONES...!?
—Lo hemos hecho desaparecer, ya dejó de estar en Oonindo.
—¡PUES TRÁELO DE VUELTA!
—L-lo... lo siento, pero... no es posible...
»Soy una experta en hacer desaparecer cosas, pero... no en hacerlas aparecer.
— ¿¡QUÉ COJONES DICES!?
Finalmente, Hana decidió intervenir. Se interpuso entre el muchacho y la mujer, aunque no creyese poder detener al shinobi si se proponía lanzarse al cuello de la maga, al menos lo había intentado.
— Señora, ya está bien. La función ha terminado. ¿Donde está el perro? — preguntó en un susurro, lo suficientemente alto como para que el ninja de Kusagakure y la mujer lo oyesen, pero el público no.
Estaba claro que delante de la gente no iba a admitirlo.
Se levantó tras él, a una distancia razonable, por si, como sospechaba, perdía el control al igual que a su perro.
—Como puedes ver, con el arte del ilusionismo, cualquier cosa puede desaparecer. Ya dejó de estar en algún lado, no está.
Lo cierto era que la situación era tan surrealista como las palabras que salían de la boca de la mujer. En otras circunstancias, se hubiera echado a reír pero con un perro desaparecido solo podía mirar fijamente a la "ilusionista" para ver si realmente creía lo que decía.
—¿¡PERO QUÉ COJONES...!?
—Lo hemos hecho desaparecer, ya dejó de estar en Oonindo.
—¡PUES TRÁELO DE VUELTA!
—L-lo... lo siento, pero... no es posible...
»Soy una experta en hacer desaparecer cosas, pero... no en hacerlas aparecer.
— ¿¡QUÉ COJONES DICES!?
Finalmente, Hana decidió intervenir. Se interpuso entre el muchacho y la mujer, aunque no creyese poder detener al shinobi si se proponía lanzarse al cuello de la maga, al menos lo había intentado.
— Señora, ya está bien. La función ha terminado. ¿Donde está el perro? — preguntó en un susurro, lo suficientemente alto como para que el ninja de Kusagakure y la mujer lo oyesen, pero el público no.
Estaba claro que delante de la gente no iba a admitirlo.