6/02/2020, 13:38
La niebla. No por nada todo un país entero recibía el beneplácito de aquel nombre. Así como allá en Amegakure llovía sin cesar, allí, en el extremo más al este de Oonindo, una portentosa bruma fantasmagórica cubría las calles como si fuese humo. Pronto se dieron cuenta, el y los ryūto; que incluso necesitaban de la Luz de las fulgurantes farolas para poder ver a un palmo de sus posiciones. Y aunque muchos pudiesen ver semejante fenómeno natural como una molestia, lo cierto es que resultaba, para Kaido, una protección perfecta para ocultar las criminalidades de todo Mizu no Kuni.
Y hablando de criminales, el grupo que tenía previsto sumergirse en lo más profundo de Kasukami para descubrir realmente aquello que se esconde tras la niebla; se encontró de pronto con el primer obstáculo de su travesía: un cordón de seguridad donde se verificaba el salvoconducto de cada persona para tener acceso a la ciudad. Kaido entendió que esta quizás no era una medida convencional, y que no resultaba demasiado habitual que el feudo de la niebla tuviese guaruras dando vueltas todo el tiempo. Probablemente se tratase de una estrategia a medida para Dragón Rojo. O tal vez, si que Umigarasu era tan autárquico como su reino como para controlar el tránsito de gente tan recelosamente.
Kincho bufó y espero a una distancia segura que Akame —o mejor dicho, Kakita bēndo—. tuviera el visto bueno de los guardias.
Y hablando de criminales, el grupo que tenía previsto sumergirse en lo más profundo de Kasukami para descubrir realmente aquello que se esconde tras la niebla; se encontró de pronto con el primer obstáculo de su travesía: un cordón de seguridad donde se verificaba el salvoconducto de cada persona para tener acceso a la ciudad. Kaido entendió que esta quizás no era una medida convencional, y que no resultaba demasiado habitual que el feudo de la niebla tuviese guaruras dando vueltas todo el tiempo. Probablemente se tratase de una estrategia a medida para Dragón Rojo. O tal vez, si que Umigarasu era tan autárquico como su reino como para controlar el tránsito de gente tan recelosamente.
Kincho bufó y espero a una distancia segura que Akame —o mejor dicho, Kakita bēndo—. tuviera el visto bueno de los guardias.