6/02/2020, 20:55
—Pero hay una cosa que no entiendo —intervino Daruu, acariciándose el mentón con gesto pensativo—. Bueno, a ver, en realidad hay muchas cosas que no entiendo, pero... ¿no se supone que si los bijū se reunían Kokuō ya sabría que su hermano estaba en el interior de Hagane? Entonces, ¿para qué necesitaba a Reiji? Tiene más sentido que fuese para decirles que no volvieran a reunirse o que no comunicasen datos de interés, ¿no es así?
—Bueno, sí, sí, Daruu —respondió Datsue—. Cuando dije que Gyūki quería que supieseis de su aventura con Hagane, más bien me refería a que yo quería que lo supieseis. Él lo que quería es eso que comentas, que sus hermanos supiesen que Kurama espía las conversaciones.
Daruu miró a Ayame. O quizás a Kokuō. Quizás a ambas.
—Intentad no hacerle sospechar. Si se da cuenta de que sabéis esto, tal vez Kurama sospeche que Gyūki ha reaparecido ya.
—Es cierto... Si decidimos no reunirnos será aún peor. Se dará cuenta de que lo sabemos —meditó el Cinco Colas, agachando la mirada—. Pero si nos reunimos tenemos que tener cuidado con lo que decimos. Es un punto difícil.
—Y, Kokuō, la bocaza igual la tienes tú —intervino Datsue, y la mirada de Kokuō se volvió afilada y ardiente como el vapor al escucharlo. El Uchiha no lo sabía, pero era muy afortunado de no estar de cuerpo presente en aquellos momentos—. Shukaku no trajo ningún problema, nos regaló la oportunidad de matar un General. ¡Uno menos que tachar de la lista! —exclamaba con júbilo, entre ruidos de chapoteos—. Y, chicos, ¿no os dais cuenta? Kurama nos la ha estado jugando desde hace mucho, ¡pero ahora podemos aprovechar eso en su contra! Ahora podemos ser nosotros los que le tendamos una trampa a través de dichas reuniones.
—Esta vez han tenido la suerte de poder estar los cuatro juntos. Pero no todos los Generales serán como ese, y aún quedan siete más. Les convendría no confiarse —Le reprendió Kokuō, con dureza. Y Ayame no pudo estar más de acuerdo con ella. Kuroyuki era buena prueba de ello, aún se le ponía el vello de punta cuando recordaba su encuentro con ella.
—Y hablando de trampas, Reiji tiene que contarte otra cosa, Ayame —añadió Datsue, llamando la atención de la kunoichi—. Pero ha de ser él, y en persona. Es importante. Avísame cuando sepas de algún día por el que pasarás cerca de la Espiral y así poder comentarle a mi amigo y amañaros una cita.
—Eh... Está bien... Pero esta vez con cuidado con que Kurama lo sepa. Por favor —añadió, casi a la desesperada. Lo último que deseaba era tener una nueva emboscada—. Te avisaré cuando sepa cuándo y dónde ir.
—Bueno, sí, sí, Daruu —respondió Datsue—. Cuando dije que Gyūki quería que supieseis de su aventura con Hagane, más bien me refería a que yo quería que lo supieseis. Él lo que quería es eso que comentas, que sus hermanos supiesen que Kurama espía las conversaciones.
Daruu miró a Ayame. O quizás a Kokuō. Quizás a ambas.
—Intentad no hacerle sospechar. Si se da cuenta de que sabéis esto, tal vez Kurama sospeche que Gyūki ha reaparecido ya.
—Es cierto... Si decidimos no reunirnos será aún peor. Se dará cuenta de que lo sabemos —meditó el Cinco Colas, agachando la mirada—. Pero si nos reunimos tenemos que tener cuidado con lo que decimos. Es un punto difícil.
—Y, Kokuō, la bocaza igual la tienes tú —intervino Datsue, y la mirada de Kokuō se volvió afilada y ardiente como el vapor al escucharlo. El Uchiha no lo sabía, pero era muy afortunado de no estar de cuerpo presente en aquellos momentos—. Shukaku no trajo ningún problema, nos regaló la oportunidad de matar un General. ¡Uno menos que tachar de la lista! —exclamaba con júbilo, entre ruidos de chapoteos—. Y, chicos, ¿no os dais cuenta? Kurama nos la ha estado jugando desde hace mucho, ¡pero ahora podemos aprovechar eso en su contra! Ahora podemos ser nosotros los que le tendamos una trampa a través de dichas reuniones.
—Esta vez han tenido la suerte de poder estar los cuatro juntos. Pero no todos los Generales serán como ese, y aún quedan siete más. Les convendría no confiarse —Le reprendió Kokuō, con dureza. Y Ayame no pudo estar más de acuerdo con ella. Kuroyuki era buena prueba de ello, aún se le ponía el vello de punta cuando recordaba su encuentro con ella.
—Y hablando de trampas, Reiji tiene que contarte otra cosa, Ayame —añadió Datsue, llamando la atención de la kunoichi—. Pero ha de ser él, y en persona. Es importante. Avísame cuando sepas de algún día por el que pasarás cerca de la Espiral y así poder comentarle a mi amigo y amañaros una cita.
—Eh... Está bien... Pero esta vez con cuidado con que Kurama lo sepa. Por favor —añadió, casi a la desesperada. Lo último que deseaba era tener una nueva emboscada—. Te avisaré cuando sepa cuándo y dónde ir.