7/02/2020, 16:48
—Ha desaparecido. Ésto no es un mero show. Soy experta en hacer desaparecer cosas, no en hacerlas aparecer.
Hana pensó que solo una loca sería capaz de creerse que echando una manta sobre un perro y soltando unas cuantas palabras podía hacerlo desaparecer para siempre. De hecho, sonaban tan a locura que la kunoichi, en cualquier otra circunstancia, se hubiese echado a reír. Pero no aquel día, no habiendo hecho desaparecer a un PERRO. Porque una cosa es que hubiese desaparecido una persona, sería algo serio, pero hacer desaparecer a un pobre perro era una maldad. Una cosa mala al nivel de la aparición de un bijuu.
La rubia de Uzushiogakure se quedó de brazos cruzados escuchando tonterías de un lado y pseudo amenazas del otro. Por muy borde que fuese el shinobi de Kusagakure, no iba a superar a la maga, que había cometido el peor de los pecados.
Así que cuando Fukuume intentó meterse de nuevo en el local, en la puerta se encontraría a Hana, impidiéndole el paso con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
— Muy bien, dices que eres una especialista en hacer desaparecer ¿no? ¿Por qué no me haces desaparecer a mí también? — sugirió amenazante la muchacha, aunque entre su voz aguda y su altura, no es que amenazase demasiado.
Aún así, estaba enfadada, si es que contaba para algo. La mujer solo tenía que hacer lo que demonios fuese que hacía con ella y, por regla de tres, acabaría en el mismo sitio que el perro. No creía ni por asomo que fuese capaz de hacer nada de eso, pero así descubriría el truco que habían usado.
Hana pensó que solo una loca sería capaz de creerse que echando una manta sobre un perro y soltando unas cuantas palabras podía hacerlo desaparecer para siempre. De hecho, sonaban tan a locura que la kunoichi, en cualquier otra circunstancia, se hubiese echado a reír. Pero no aquel día, no habiendo hecho desaparecer a un PERRO. Porque una cosa es que hubiese desaparecido una persona, sería algo serio, pero hacer desaparecer a un pobre perro era una maldad. Una cosa mala al nivel de la aparición de un bijuu.
La rubia de Uzushiogakure se quedó de brazos cruzados escuchando tonterías de un lado y pseudo amenazas del otro. Por muy borde que fuese el shinobi de Kusagakure, no iba a superar a la maga, que había cometido el peor de los pecados.
Así que cuando Fukuume intentó meterse de nuevo en el local, en la puerta se encontraría a Hana, impidiéndole el paso con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
— Muy bien, dices que eres una especialista en hacer desaparecer ¿no? ¿Por qué no me haces desaparecer a mí también? — sugirió amenazante la muchacha, aunque entre su voz aguda y su altura, no es que amenazase demasiado.
Aún así, estaba enfadada, si es que contaba para algo. La mujer solo tenía que hacer lo que demonios fuese que hacía con ella y, por regla de tres, acabaría en el mismo sitio que el perro. No creía ni por asomo que fuese capaz de hacer nada de eso, pero así descubriría el truco que habían usado.