9/02/2020, 15:25
La escuchó detenidamente mientras se terminaba su té. Simplemente le parecían bien sus ideas, por lo que no quiso añadir más. Eso estaba bien, parecía que iba a sumir el lideradgo de la operación nuevamente, así que respiró hondo y, una vez ambos hubieron acabado sus refrigerios, se levantó de la mesa. Esperaría a que su compañera pagase antes de encaminarse hacia la puerta, simplemente levantando su mano izquierda a modo de despedida al cantinero, pero sin decir palabra alguna, una vez fuera, si su compañera le seguía, intentaría localizar aquella casa. No era demasiado difícil, dado que aquel pueblo era lo suficientemente pequeño como para que no se perdiese nadie.
Mientras se acercaban, se podía ver que era una casa pequeña, que más bien tenía aspecto de cabaña. Era de planta baja y realmente de reducido tamaño. Completamente cuadrada y hecha casi completamente de madera, con un pequeño tejadillo frente a la entrada, que daba directamente al camino. A su derecha, mirándola desde alante, había un receptáculo rodeado de vallas de madera en el que se podían ver un puñado de ovejas, pero quizás no mas de treinta. O bien aquel pastor era realmente humilde, o simplemente su rebaño se había visto muy diezmado por aquel animal. Al acercarse, dos perros de tamaño enorme se acercaron a la valla, saltando, para intentar saltarla y ladrando con fuerza.
-Si siempre tiene estos perros con el rebaño, me resulta difícil creer que un zorro haya podido hacerles nada a las ovejas... -Apuntó el amejin deteniéndose a pocos metros de la casa, mirando después a su compañera.
Mientras se acercaban, se podía ver que era una casa pequeña, que más bien tenía aspecto de cabaña. Era de planta baja y realmente de reducido tamaño. Completamente cuadrada y hecha casi completamente de madera, con un pequeño tejadillo frente a la entrada, que daba directamente al camino. A su derecha, mirándola desde alante, había un receptáculo rodeado de vallas de madera en el que se podían ver un puñado de ovejas, pero quizás no mas de treinta. O bien aquel pastor era realmente humilde, o simplemente su rebaño se había visto muy diezmado por aquel animal. Al acercarse, dos perros de tamaño enorme se acercaron a la valla, saltando, para intentar saltarla y ladrando con fuerza.
-Si siempre tiene estos perros con el rebaño, me resulta difícil creer que un zorro haya podido hacerles nada a las ovejas... -Apuntó el amejin deteniéndose a pocos metros de la casa, mirando después a su compañera.