10/02/2020, 01:06
Lo sabía. Yui y Shiona habían hecho mucho por Kenzou. Le habían ayudado a subir al poder, consiguiendo así dar estabilidad y fuerza a una Villa que carecía de ella en aquellos momentos. Pero Kintsugi no había heredado esa deuda, ni tenía pensado honrarla ante ellos. Así lo había demostrado con sus declaraciones, y con sus acciones.
Hanabi suspiró.
—Kintsugi está cegada por el odio y la venganza, Yui. No te precipites con ella, por favor te lo pido. No te estoy sugiriendo que continúes suministrándole electricidad. Son tus recursos, es tu decisión. Y ella se largó de la Alianza, además. Eso tiene consecuencias. Pero no nos precipitemos intentando joderla más allá de eso. Todavía está a tiempo de recapacitar, de abrir los ojos. En lugar de ponernos en su contra, enseñémosle a ella, y a sus ninjas, lo que se pierden. —Sonrió—. Y la Alianza Tormenta-Espiral me parece una forma cojonuda de hacerlo. Joder, me gusta. ¡Me gusta como suena! ¡Me gusta lo que vislumbro!
Hubiese preferido una Triple Alianza, claro. Pero antes de Uzukage, había sido ninja, y antes de eso, hijo. Hijo de una familia desestructurada y alcohólica, con problemas para acatar el orden público y las normas. Era por eso que, ya desde que tenía uso de razón, había aprendido a apreciar los pequeños regalos que le daba la vida. Los breves pero maravillosos momentos de sobriedad de su madre, cuando no era más que un crío. El recuerdo de su abuelo paterno, enseñándole a sujetar el Keiko Bō de la manera correcta. Las buenas comidas y las generosas kimadas que se había tomado de tanto en tanto con Yakisoba y Raimyogan. Cada momento compartido con Shiona…
Shiona.
—Yui, en el pasado fui yo quien propuso un vínculo de sangre —empezó, algo más serio—. Ahora me doy cuenta que dicho vínculo solo sirve mientras los que lo firman sigan siendo Kages. —Y, sino era así, de poco servía. Kusagakure era el claro ejemplo—. Lo que quiero decirte es que… Antes desconfiaba, pero ahora veo porqué Shiona te tenía en tan alta estima. Porqué confiaba en ti. Si vamos a hacer esto, a mí ya no me hace falta ningún vínculo que me garantice que vas a cumplir. A mí me sirve tu palabra.
»¿Te sirve a ti la mía?
Hanabi suspiró.
—Kintsugi está cegada por el odio y la venganza, Yui. No te precipites con ella, por favor te lo pido. No te estoy sugiriendo que continúes suministrándole electricidad. Son tus recursos, es tu decisión. Y ella se largó de la Alianza, además. Eso tiene consecuencias. Pero no nos precipitemos intentando joderla más allá de eso. Todavía está a tiempo de recapacitar, de abrir los ojos. En lugar de ponernos en su contra, enseñémosle a ella, y a sus ninjas, lo que se pierden. —Sonrió—. Y la Alianza Tormenta-Espiral me parece una forma cojonuda de hacerlo. Joder, me gusta. ¡Me gusta como suena! ¡Me gusta lo que vislumbro!
Hubiese preferido una Triple Alianza, claro. Pero antes de Uzukage, había sido ninja, y antes de eso, hijo. Hijo de una familia desestructurada y alcohólica, con problemas para acatar el orden público y las normas. Era por eso que, ya desde que tenía uso de razón, había aprendido a apreciar los pequeños regalos que le daba la vida. Los breves pero maravillosos momentos de sobriedad de su madre, cuando no era más que un crío. El recuerdo de su abuelo paterno, enseñándole a sujetar el Keiko Bō de la manera correcta. Las buenas comidas y las generosas kimadas que se había tomado de tanto en tanto con Yakisoba y Raimyogan. Cada momento compartido con Shiona…
Shiona.
—Yui, en el pasado fui yo quien propuso un vínculo de sangre —empezó, algo más serio—. Ahora me doy cuenta que dicho vínculo solo sirve mientras los que lo firman sigan siendo Kages. —Y, sino era así, de poco servía. Kusagakure era el claro ejemplo—. Lo que quiero decirte es que… Antes desconfiaba, pero ahora veo porqué Shiona te tenía en tan alta estima. Porqué confiaba en ti. Si vamos a hacer esto, a mí ya no me hace falta ningún vínculo que me garantice que vas a cumplir. A mí me sirve tu palabra.
»¿Te sirve a ti la mía?