11/02/2020, 00:29
El Gran Dragón asintió.
—Antes de que acabe el mes, tú también te desharás de algo. Un vicio, una pertenencia, lo que sea. Ni siquiera tiene que ser malo para ti, lo único que importa es que te guste. Te guste demasiado. Y por propia voluntad, tú mismo lo enterrarás en el fondo del mar. Sin excepciones. Sin excusas. Le darás la espalda y te olvidarás de ello.
Giró sobre los talones, dando la espalda al mar.
—Tenías razón. El otro día. Tenías razón. —Kaido sabía bien de qué día hablaba—. Ryū era invencible. Sin puntos débiles. Sin imperfecciones. Jamás había conocido la derrota, y por eso, no supo cómo afrontarla. Ryū está condenado al fracaso, Kaido. Porque se cree algo que ya no es. Porque está en estado de negación, como tú me decías. Porque nunca va a admitir que le falta un pulmón y que nada volverá a ser lo mismo. —Kaido se había dado cuenta de ello en su combate en la Ciudad sumergida de la Niebla. Pero él se había negado a escucharle, demasiado aferrado a su ser de antaño. Al hombre implacable en el que se había convertido, y que ya no era. Ni podría volver a ser. Era precisamente por ese motivo que…—. Por eso tengo que matarlo, antes de que me arrastre consigo, y traer de entre los muertos al hombre que un día fui. Porque ese hombre sí conoció la derrota, y sabía cómo enfrentarse a ella. Porque ese hombre sí tenía debilidades, y sabía cómo usarlas a su favor.
Probablemente Kaido no entendiese nada de lo que le estaba contando, pero no importaba. Ya lo haría.
—Prepárate para un viaje largo, Kaido. Ha llegado la hora de recuperar lo que es mío.
—Antes de que acabe el mes, tú también te desharás de algo. Un vicio, una pertenencia, lo que sea. Ni siquiera tiene que ser malo para ti, lo único que importa es que te guste. Te guste demasiado. Y por propia voluntad, tú mismo lo enterrarás en el fondo del mar. Sin excepciones. Sin excusas. Le darás la espalda y te olvidarás de ello.
Giró sobre los talones, dando la espalda al mar.
—Tenías razón. El otro día. Tenías razón. —Kaido sabía bien de qué día hablaba—. Ryū era invencible. Sin puntos débiles. Sin imperfecciones. Jamás había conocido la derrota, y por eso, no supo cómo afrontarla. Ryū está condenado al fracaso, Kaido. Porque se cree algo que ya no es. Porque está en estado de negación, como tú me decías. Porque nunca va a admitir que le falta un pulmón y que nada volverá a ser lo mismo. —Kaido se había dado cuenta de ello en su combate en la Ciudad sumergida de la Niebla. Pero él se había negado a escucharle, demasiado aferrado a su ser de antaño. Al hombre implacable en el que se había convertido, y que ya no era. Ni podría volver a ser. Era precisamente por ese motivo que…—. Por eso tengo que matarlo, antes de que me arrastre consigo, y traer de entre los muertos al hombre que un día fui. Porque ese hombre sí conoció la derrota, y sabía cómo enfrentarse a ella. Porque ese hombre sí tenía debilidades, y sabía cómo usarlas a su favor.
Probablemente Kaido no entendiese nada de lo que le estaba contando, pero no importaba. Ya lo haría.
—Prepárate para un viaje largo, Kaido. Ha llegado la hora de recuperar lo que es mío.
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