12/02/2020, 22:33
¿Quien quería ir a los Dojos? Ren ¿Quien sé equivoco de tren? Ren también ¿Quien tenía que hacer tiempo hasta que saliera uno de vuelta a casa? Pero ya eso último poco le importaba, decidió que era buena idea aprovechar y quedarse un tiempo por el lugar. Tampoco estaba tan lejos de casa, y con un poco de ayuda y un mapa, no debería llevarle más de algunos días la vuelta a pie. Tras dejar sus pertenencias en una posada de la zona, pensó que era buena idea salir a practicar un tiempo con su bokken.
Al fin y al cabo, era el principal objetivo de su viaje, relajarse e intentar mejorar en su esgrima; podría ir hasta la Torre de Meditación incluso, su maestro siempre le recordaba que una mente tranquila y serena siempre sale triunfante. Aunque le costaba un poco eso de mantenerse quieta. Pero la lluvia de su país siempre la reconfortaba y calmaba; suponía que no era suficiente, y que a lo mejor Nanashi se refería a una paz más espiritual, como la que solían predicar los monjes y peregrinos herrantes.
Tras varias horas en aquel bosque, dando varios golpes a tocones de madera secos, simulaciones de cortes a arbustos y ramas, comenzó a llover, pero parecía llover de aquella forma tan característica de su aldea; Ren alzó la mirada al oscuro cielo de nubes, cerrando los ojos apaciblemente, como si intentara purificar su alma con aquel gesto. Duró tan solo un instante, pero creyó haber comprendido aquello a lo que se refería su maestro. Decidió igualmente volver donde se hospedaba, en busca de un agua caliente que no le proporcionarían las nubes, aunque poco después de comenzar su camino, le pareció oír la voz de alguien.
— ¿S-Sera un fantasma?... — pensó andando en busca del origen de la voz. No era fan del ocultismo, pero se sentía ligeramente atraída hasta que llegaba un momento, en que tenía que apartar la mirada del miedo.
Al fin y al cabo, era el principal objetivo de su viaje, relajarse e intentar mejorar en su esgrima; podría ir hasta la Torre de Meditación incluso, su maestro siempre le recordaba que una mente tranquila y serena siempre sale triunfante. Aunque le costaba un poco eso de mantenerse quieta. Pero la lluvia de su país siempre la reconfortaba y calmaba; suponía que no era suficiente, y que a lo mejor Nanashi se refería a una paz más espiritual, como la que solían predicar los monjes y peregrinos herrantes.
Tras varias horas en aquel bosque, dando varios golpes a tocones de madera secos, simulaciones de cortes a arbustos y ramas, comenzó a llover, pero parecía llover de aquella forma tan característica de su aldea; Ren alzó la mirada al oscuro cielo de nubes, cerrando los ojos apaciblemente, como si intentara purificar su alma con aquel gesto. Duró tan solo un instante, pero creyó haber comprendido aquello a lo que se refería su maestro. Decidió igualmente volver donde se hospedaba, en busca de un agua caliente que no le proporcionarían las nubes, aunque poco después de comenzar su camino, le pareció oír la voz de alguien.
— ¿S-Sera un fantasma?... — pensó andando en busca del origen de la voz. No era fan del ocultismo, pero se sentía ligeramente atraída hasta que llegaba un momento, en que tenía que apartar la mirada del miedo.