12/02/2020, 22:43
La lluvia ahogaba cualquier sonido de las cercanias que la kunoichi pudiese escuchar, como también habría ahogado sus llamadas de auxilio, concluyó Hana finalmente. Tendría que hacer un último esfuerzo antes de ponerse a la desesperada.
— ¡AYUDA! ¡ALGUIEN! ¡ESTOY HERIDA! — gritó a pleno pulmón esperando que el destino fuese algo más piadoso con ella.
Sin embargo, esta vez no esperó a que nadie contestase, se puso manos a la obra. Como primera idea había decidido intentar usar sus uñas para deshacerse una a una de esas malditas zarzas. Pero como esas plantas del demonio no tenían suficiente con rajar la piel, encima picaban como endemoniadas, haciendo que cada herida le resultase terriblemente incomoda.
— Me cago en todo lo que es santo, joder. — maldijo entre dientes cuando, al quitarse una, se le quedó la espina clavada.
— ¡AYUDA! ¡ALGUIEN! ¡ESTOY HERIDA! — gritó a pleno pulmón esperando que el destino fuese algo más piadoso con ella.
Sin embargo, esta vez no esperó a que nadie contestase, se puso manos a la obra. Como primera idea había decidido intentar usar sus uñas para deshacerse una a una de esas malditas zarzas. Pero como esas plantas del demonio no tenían suficiente con rajar la piel, encima picaban como endemoniadas, haciendo que cada herida le resultase terriblemente incomoda.
— Me cago en todo lo que es santo, joder. — maldijo entre dientes cuando, al quitarse una, se le quedó la espina clavada.