13/02/2020, 08:23
(Última modificación: 13/02/2020, 08:24 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
Una voz resonó por los alrededores, la primera que no era la suya propia.
— ¡¿HOLA?! ¡¿DONDE ESTAS?! ¿¡PUEDES OIRME!?
— ¡AQUÍ, ESTOY AQUÍ! AYUDAME.
Lo único que había sacado en claro de la voz era una clara preocupación, lo cual tranquilizó a Hana que pensó en todas las clases de personas que podrían encontrarla. Bandidos, asesinos, exiliados u otro tipo de malhechores.
Miró a todas partes intentando conseguir visual del ángel que le había mandado Kami-sama después de que Shiona-sama le dijese que como siguiese puteandola iba a darle una paliza digna de un bijuu. Incluso sus pensamientos se estaban volviendo más radicales de la desesperación.
La intensa lluvia, con sus correspondientes nubes, había hecho desaparecer gran parte de la visibilidad. Aún se colaba algún haz de luz ocasional entre los recovecos de las nubes, pues no dejaba de ser de día, casi mediodía ya.
— AQUÍ ABAJO. — volvió a llamar la kunoichi una vez recuperado el aliento.
Estaba sentada, con el culo enterrado un par de dedos en barro y las manos apoyadas en el suelo en zonas despejadas por ella de cosas puntiagudas.
Tenia la cara limpia gracias a la lluvia pero el resto de su ropa seguía embarrada.
— ¡¿HOLA?! ¡¿DONDE ESTAS?! ¿¡PUEDES OIRME!?
— ¡AQUÍ, ESTOY AQUÍ! AYUDAME.
Lo único que había sacado en claro de la voz era una clara preocupación, lo cual tranquilizó a Hana que pensó en todas las clases de personas que podrían encontrarla. Bandidos, asesinos, exiliados u otro tipo de malhechores.
Miró a todas partes intentando conseguir visual del ángel que le había mandado Kami-sama después de que Shiona-sama le dijese que como siguiese puteandola iba a darle una paliza digna de un bijuu. Incluso sus pensamientos se estaban volviendo más radicales de la desesperación.
La intensa lluvia, con sus correspondientes nubes, había hecho desaparecer gran parte de la visibilidad. Aún se colaba algún haz de luz ocasional entre los recovecos de las nubes, pues no dejaba de ser de día, casi mediodía ya.
— AQUÍ ABAJO. — volvió a llamar la kunoichi una vez recuperado el aliento.
Estaba sentada, con el culo enterrado un par de dedos en barro y las manos apoyadas en el suelo en zonas despejadas por ella de cosas puntiagudas.
Tenia la cara limpia gracias a la lluvia pero el resto de su ropa seguía embarrada.