13/02/2020, 21:49
Pues… Pues Hanabi no opinaba igual.
—Pues yo creo que, tal y como estamos, el torneo no nos pudo venir mejor —dijo, totalmente opuesto al pensamiento de Yui y Shanise—. En serio, pensadlo. Ahora que la Alianza de las Tres Grandes se ha roto, no hay mejor momento para demostrar al resto de países que es en la Tormenta-Espiral en quienes más pueden confiar para sus encargos. Si Kintsugi quiere ir por libre, que se atenga a las consecuencias.
Oh, sí. Hanabi podía ser el más pacífico y dialogante de todos, pero eso no quería decir que no mirase por lo que más convenía a Uzu.
—Además, este año querían dividirlo en dos categorías, ¿no? Normalmente enviamos a genins a este tipo de torneos, pero quizá sea buen momento para hacer una excepción a la regla y enviar a varios de nuestros pesos pesados. Y ahora que Kintsugi ha quedado en una posición de mayor vulnerabilidad, le conviene hacer un buen papel en el evento. Y yo digo... —miró a Yui, y esbozó una sonrisa divertida—, yo digo que se lo arruinemos. Qué coño, hagamos que muerdan el polvo. ¿Qué me dices, Yui? ¿No quieres ver su cara desde el palco cuando eso suceda? Porque yo he de reconocer que sí.
Con esto, Hanabi quería conseguir dos cosas. La primera, estaba claro que a Yui era imposible quitarle una idea de la cabeza. Si quería joder a Kintsugi, lo iba a hacer. Incluso apuntándola en su Libro Bingo. Pero lo que sí era posible era desviar esas ganas de revancha. Lo que pretendía, en definitiva, era trasladar esa ansia de sangre hacia un espíritu competitivo más sano y regulado como podía serlo un torneo, donde todo quedaba en el ring. Y lo segundo era que, aunque no le gustaba en absoluto haber roto la Alianza de las Tres Grandes, no podía por ello descuidar a su villa. Ahora que habían separado caminos era todavía más importante hacer buenos contratos para dejar a Uzu en una posición segura y estable.
—Pues yo creo que, tal y como estamos, el torneo no nos pudo venir mejor —dijo, totalmente opuesto al pensamiento de Yui y Shanise—. En serio, pensadlo. Ahora que la Alianza de las Tres Grandes se ha roto, no hay mejor momento para demostrar al resto de países que es en la Tormenta-Espiral en quienes más pueden confiar para sus encargos. Si Kintsugi quiere ir por libre, que se atenga a las consecuencias.
Oh, sí. Hanabi podía ser el más pacífico y dialogante de todos, pero eso no quería decir que no mirase por lo que más convenía a Uzu.
—Además, este año querían dividirlo en dos categorías, ¿no? Normalmente enviamos a genins a este tipo de torneos, pero quizá sea buen momento para hacer una excepción a la regla y enviar a varios de nuestros pesos pesados. Y ahora que Kintsugi ha quedado en una posición de mayor vulnerabilidad, le conviene hacer un buen papel en el evento. Y yo digo... —miró a Yui, y esbozó una sonrisa divertida—, yo digo que se lo arruinemos. Qué coño, hagamos que muerdan el polvo. ¿Qué me dices, Yui? ¿No quieres ver su cara desde el palco cuando eso suceda? Porque yo he de reconocer que sí.
Con esto, Hanabi quería conseguir dos cosas. La primera, estaba claro que a Yui era imposible quitarle una idea de la cabeza. Si quería joder a Kintsugi, lo iba a hacer. Incluso apuntándola en su Libro Bingo. Pero lo que sí era posible era desviar esas ganas de revancha. Lo que pretendía, en definitiva, era trasladar esa ansia de sangre hacia un espíritu competitivo más sano y regulado como podía serlo un torneo, donde todo quedaba en el ring. Y lo segundo era que, aunque no le gustaba en absoluto haber roto la Alianza de las Tres Grandes, no podía por ello descuidar a su villa. Ahora que habían separado caminos era todavía más importante hacer buenos contratos para dejar a Uzu en una posición segura y estable.