14/02/2020, 17:49
Yokuna asintió.
—Entonces confía en ell... ¡¡Cuidado!!
Un súbito estallido de humo alarmó a los dos shinobi. Yokuna se interpuso entre la malherida Ayame y lo que quisiera que acabara de aparecer. La kunoichi pudo escuchar con total claridad el sonido de los metales chocando, y por un momento se temió lo peor. ¿Había más exiliados? ¿Los habían pillado por sorpresa?
—¡Eh, eh, eh! ¡Que somos nosotros! —exclamó la voz de Daruu.
Y Ayame ahogó un sollozo de puro alivio. No sólo venía él, sino también su hermano mayor. Y aunque ambos parecían magullados y algo cansados, parecía que estaban sanos y salvos.
—¿Pero qué cojones...? —masculló Yokuna, separándose de Daruu y bajando el filo de su arma poco a poco—. Sólo saco una cosa en claro de esto: la próxima vez hablamos un poco de estos jutsus.
—Tanto Daruu como Ayame son capaces de teletransportarse donde hayan dejado marcas de su sangre —explicó Kōri, alzando los hombros—. Al parecer, Daruu tenía alguna con Ayame y la ha utilizado para traernos de vuelta rápidamente.
—¡Ayame! ¿¡Qué te ha pasado!? —exclamó Daruu, corriendo hacia la muchacha.
Pero ella, sin añadir ninguna explicación, se abrazó a su cuello sollozando a lágrima viva.
—¡Menos mal que estáis bien! Estaba... Estaba muy preocupada. Ese rugido... ¡Y los comunicadores! ¿Qué ha pasado? ¡Quería ir con vosotros! Pero... pero...
—Entonces confía en ell... ¡¡Cuidado!!
Un súbito estallido de humo alarmó a los dos shinobi. Yokuna se interpuso entre la malherida Ayame y lo que quisiera que acabara de aparecer. La kunoichi pudo escuchar con total claridad el sonido de los metales chocando, y por un momento se temió lo peor. ¿Había más exiliados? ¿Los habían pillado por sorpresa?
—¡Eh, eh, eh! ¡Que somos nosotros! —exclamó la voz de Daruu.
Y Ayame ahogó un sollozo de puro alivio. No sólo venía él, sino también su hermano mayor. Y aunque ambos parecían magullados y algo cansados, parecía que estaban sanos y salvos.
—¿Pero qué cojones...? —masculló Yokuna, separándose de Daruu y bajando el filo de su arma poco a poco—. Sólo saco una cosa en claro de esto: la próxima vez hablamos un poco de estos jutsus.
—Tanto Daruu como Ayame son capaces de teletransportarse donde hayan dejado marcas de su sangre —explicó Kōri, alzando los hombros—. Al parecer, Daruu tenía alguna con Ayame y la ha utilizado para traernos de vuelta rápidamente.
—¡Ayame! ¿¡Qué te ha pasado!? —exclamó Daruu, corriendo hacia la muchacha.
Pero ella, sin añadir ninguna explicación, se abrazó a su cuello sollozando a lágrima viva.
—¡Menos mal que estáis bien! Estaba... Estaba muy preocupada. Ese rugido... ¡Y los comunicadores! ¿Qué ha pasado? ¡Quería ir con vosotros! Pero... pero...