16/02/2020, 21:18
Hanabi aguantó, con una sonrisa estoica, el regocijo de Yui por el hecho de que ahora estuviese en deuda con ella. O con Amedama Daruu y Aotsuki Ayame, al menos. No obstante, hubiese preferido mil bromas sobre ello a lo que oiría a continuación.
—No... me… jodas.
—Pero, ¿es que Kurama no tiene límite?
Ahora resultaba que los Gebijū eran obra también de Kurama. Para causar el caos y la destrucción. Otro problema más a apuntar en una lista que ya se hacía interminable.
—Me cago en todo, joder. Dragón Rojo, Umigarasu, Kurama, ahora los Gebijūs... y Kintsugi solo preocupándose por su particular venganza. Qué puto desastre, hostia. —Sí, Hanabi estaba empezando a agobiarse un poco—. Y al otro lado de la balanza la Tormenta-Espiral. Espero que sea suficiente —suspiró—. Tendrá que serlo.
O sino, el mundo tal y como lo conocían estaba a punto de desaparecer.
—No... me… jodas.
—Pero, ¿es que Kurama no tiene límite?
Ahora resultaba que los Gebijū eran obra también de Kurama. Para causar el caos y la destrucción. Otro problema más a apuntar en una lista que ya se hacía interminable.
—Me cago en todo, joder. Dragón Rojo, Umigarasu, Kurama, ahora los Gebijūs... y Kintsugi solo preocupándose por su particular venganza. Qué puto desastre, hostia. —Sí, Hanabi estaba empezando a agobiarse un poco—. Y al otro lado de la balanza la Tormenta-Espiral. Espero que sea suficiente —suspiró—. Tendrá que serlo.
O sino, el mundo tal y como lo conocían estaba a punto de desaparecer.