17/02/2020, 02:12
(Última modificación: 17/02/2020, 02:14 por Umikiba Kaido. Editado 3 veces en total.)
Vaya que sí le calaba dentro aquella voz. Si había sentido una pizca de miedo cuando Ryū le habló la primera vez a través del cuerpo incinerado de Katame, lo de ahora la misma sensación elevada a la décima potencia. La escuchaba, y sentía que el mismísimo Yomi le estuviera susurrando al oído.
«Jujunna» —un nombre olvidado en los cánones del tiempo. ¿Acaso se estaba refiriendo a sí misma como... la espada? ¿y aquél samurái era, entonces, el maestro de Ryū?
—Esa promesa no fue mía, sino del hombre en el que me quise convertir. Esa promesa fue de Ryū, y yo ya no soy ese.
—Ah, ¿no lo eres? ¿Y quién eres, entonces?
—Soy aquel que en tu día te blandió.
—¿Lo eres? Porque te miro, y te falta algo.
«Un jodido pulmón»
—Pues a veces, Jujunna, hay que dejar algo atrás para obtener algo a cambio. Se le llama sacrificio.
Miró a Ryū. O mejor dicho, al nuevo guerrero cuyo nombre aún desconocía. Sus ojos transmitían fortaleza. «No te preocupes, que yo te tengo»
«Jujunna» —un nombre olvidado en los cánones del tiempo. ¿Acaso se estaba refiriendo a sí misma como... la espada? ¿y aquél samurái era, entonces, el maestro de Ryū?
—Esa promesa no fue mía, sino del hombre en el que me quise convertir. Esa promesa fue de Ryū, y yo ya no soy ese.
—Ah, ¿no lo eres? ¿Y quién eres, entonces?
—Soy aquel que en tu día te blandió.
—¿Lo eres? Porque te miro, y te falta algo.
«Un jodido pulmón»
—Pues a veces, Jujunna, hay que dejar algo atrás para obtener algo a cambio. Se le llama sacrificio.
Miró a Ryū. O mejor dicho, al nuevo guerrero cuyo nombre aún desconocía. Sus ojos transmitían fortaleza. «No te preocupes, que yo te tengo»