17/02/2020, 16:14
Pero por más que se sintiesen a salvo, el destino era una puta muy caprichosa. Kaido, quien se encontraba transformado en Kincho gracias a una de las variaciones suyas del Suika, ahora se encontraba queriendo ser esposado. Estaba claro que, si eso sucedía, todo se iba al trasto en menos de lo que canta un gallo. Porque si resultaba que aquellas esposas eran supresoras de chakra —cosa de la que podía estar casi al cien por ciento seguro, dado que no entendía por qué un esbirro ninja iba a llevar esposas comunes—. su técnica y por tanto, el disfraz, iba a ceder. Entonces una bestia de color azul iba a levantar todas las alarmas, y el plan: derecho a la mierda.
Pero Kaido era un tipo con suerte. Suerte de que en su equipo hubiese un hombre bastante inteligente como para actuar en el momento en el que más se necesitase su audacia y su astucia. Siendo Akame el más metódico de lo cuatro, y probablemente el más fuerte; era de esperarse que en cuanto viese al escualo en apuros, hiciese lo propio para intentar ayudarlo.
Lo que vino luego fue una interpretación digna de un premio de la academia cinematográfica de ōnindo. Nadie en su vida habría podido interpretar mejor un retorcijón que Uchiha Akame. Porque para interpretar el dolor, no hace falta tener mucha carisma. Para interpretar el dolor, solo hay que haberlo padecido en tus carnes.
Kincho retrajo las manos muy levemente tras los quejidos del viajero. Gesticuló con rostro contrariado y trato de justificar su indisposición a ceder las muñecas a esas esposas en la escena que se suscitaba a unos pocos metros de su posición. Señalaba a Kakita para que le ayudasen.
Pero Kaido era un tipo con suerte. Suerte de que en su equipo hubiese un hombre bastante inteligente como para actuar en el momento en el que más se necesitase su audacia y su astucia. Siendo Akame el más metódico de lo cuatro, y probablemente el más fuerte; era de esperarse que en cuanto viese al escualo en apuros, hiciese lo propio para intentar ayudarlo.
Lo que vino luego fue una interpretación digna de un premio de la academia cinematográfica de ōnindo. Nadie en su vida habría podido interpretar mejor un retorcijón que Uchiha Akame. Porque para interpretar el dolor, no hace falta tener mucha carisma. Para interpretar el dolor, solo hay que haberlo padecido en tus carnes.
Kincho retrajo las manos muy levemente tras los quejidos del viajero. Gesticuló con rostro contrariado y trato de justificar su indisposición a ceder las muñecas a esas esposas en la escena que se suscitaba a unos pocos metros de su posición. Señalaba a Kakita para que le ayudasen.