18/02/2020, 15:25
— S-Si... Desde que tengo uso de recuerdos; mis padres me odiaban. En mi habitación solo tenía un pequeño futon, que casi siempre estaba sucio al igual que el suelo; y un pequeño oso que escondía bajo el suelo de mimbre. Apenas los recuerdo en casa; pero lo que si que recuerdo, es el ruido de la puerta principal de la casa abriéndose cuando la noche caía y las luces de la calle brillaban. Eso significaba que mi padre había llegado a casa.
Hana contempló a Ren describir sus recuerdos de la infancia en tortuoso silencio. Había dejado de moverse, tanto ella como su hermana. La miró, tan afligida como cuando la había cogido en brazos para hacer una última carrera al refugio huyendo de la lluvia y se levantó sigilosamente.
Se arrodilló ante ella y la abrazó, colocando la frente de Ren contra su hombro, dejándola apoyar la cabeza.
— No fue culpa tuya, nada de eso. ¿Me oyes? — ella misma había pasado por eso.
Lo primero que haces es echarte la culpa. Pensar en que si hubieses hecho algo todo hubiese cambiado a mejor. Aunque fuera verdad, lo hecho, hecho estaba. Un par de lágrimas ardientes resbalaron por las mejillas de la rubia.
— No te preocupes, ahora tienes a gente que te quiere de verdad. Nanashi-san, Oda-san y aunque no cuente demasiado, estoy yo. — había separado un poco a Ren, para mirarla a los ojos y que supiese que todo eso iba en serio.
Le dedicó una sonrisa, aunque salió con un toque triste por las lágrimas que brotaban de sus acaramelados ojos.
Por primera vez en mucho tiempo, Hana no tenía curiosidad por saber qué le habían hecho los padres de Ren. Solo quería verla sonreír de nuevo.
Hana contempló a Ren describir sus recuerdos de la infancia en tortuoso silencio. Había dejado de moverse, tanto ella como su hermana. La miró, tan afligida como cuando la había cogido en brazos para hacer una última carrera al refugio huyendo de la lluvia y se levantó sigilosamente.
Se arrodilló ante ella y la abrazó, colocando la frente de Ren contra su hombro, dejándola apoyar la cabeza.
— No fue culpa tuya, nada de eso. ¿Me oyes? — ella misma había pasado por eso.
Lo primero que haces es echarte la culpa. Pensar en que si hubieses hecho algo todo hubiese cambiado a mejor. Aunque fuera verdad, lo hecho, hecho estaba. Un par de lágrimas ardientes resbalaron por las mejillas de la rubia.
— No te preocupes, ahora tienes a gente que te quiere de verdad. Nanashi-san, Oda-san y aunque no cuente demasiado, estoy yo. — había separado un poco a Ren, para mirarla a los ojos y que supiese que todo eso iba en serio.
Le dedicó una sonrisa, aunque salió con un toque triste por las lágrimas que brotaban de sus acaramelados ojos.
Por primera vez en mucho tiempo, Hana no tenía curiosidad por saber qué le habían hecho los padres de Ren. Solo quería verla sonreír de nuevo.