20/02/2020, 22:03
(Última modificación: 20/02/2020, 22:18 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Si puedo crear tres pájaros y Yokuna-san puede valerse por sí mismo —respondió Daruu, intercambiando una mirada con Yokuna, que asintió aún limpiándose las lágrimas—, entonces ya está todo dicho. Volvamos a Amegakure.
Mientras Daruu se adelantaba y entrelazaba las manos en tres sellos, Ayame volvió a su forma corpórea. Seguía tan roja como un tomate, pero se agachó momentáneamente para tomar el huevo entre sus manos. En aquellos momentos, alguna hembra de halcón en la cima de Sora acababa de ver desaparecer uno de sus preciados hijos. ¿Qué podía hacer al respecto?
—¡Guau! Interesante —la exclamación de Yokuna la sacó de sus pensamientos. Daruu había materializado tres de sus curiosos pájaros de caramelo y en aquellos instantes Kōri estaba montando en uno de ellos—. Iré después de vosotros. Adelantáos.
Ayame no se extrañó tanto como Daruu al respecto, ya había supuesto que Yokuna volvería a utilizar sus curiosas alas para volar, por lo que ella misma se subió al pájaro de color azul, sosteniendo con extrema delicadeza el huevo para que no sufriera ningún accidente mientras se seguía preguntando qué debía hacer con él. No tuvo mucho tiempo para meditarlo, sin embargo, el ave batía las alas y no tardó en alzar el vuelo.
Mientras Daruu se adelantaba y entrelazaba las manos en tres sellos, Ayame volvió a su forma corpórea. Seguía tan roja como un tomate, pero se agachó momentáneamente para tomar el huevo entre sus manos. En aquellos momentos, alguna hembra de halcón en la cima de Sora acababa de ver desaparecer uno de sus preciados hijos. ¿Qué podía hacer al respecto?
—¡Guau! Interesante —la exclamación de Yokuna la sacó de sus pensamientos. Daruu había materializado tres de sus curiosos pájaros de caramelo y en aquellos instantes Kōri estaba montando en uno de ellos—. Iré después de vosotros. Adelantáos.
Ayame no se extrañó tanto como Daruu al respecto, ya había supuesto que Yokuna volvería a utilizar sus curiosas alas para volar, por lo que ella misma se subió al pájaro de color azul, sosteniendo con extrema delicadeza el huevo para que no sufriera ningún accidente mientras se seguía preguntando qué debía hacer con él. No tuvo mucho tiempo para meditarlo, sin embargo, el ave batía las alas y no tardó en alzar el vuelo.