24/02/2020, 12:14
El mensaje de su sensei se le asemejaba a las amenazas en las historias del mercado negro, cuando quedaban en un sitio recondito para pasarse la mercancia y siempre acababa en una sangría. Sobre todo la parte final, en la que Eri le decía que tenía que comentarle algo importante.
No especificaba hora, así que Hana asumió que era a primera hora. Estaba tan nerviosa que apenas durmió, comprobando constantemente la hora. Cuando empezó a amanecer decidió que para esperar en casa, mejor esperar ya ahí. A pesar de que el calor empezaba a invadir los días, siendo ya primavera, Hana seguía vistiendo manga larga, para ella hacía demasiado frio incluso a la luz del Sol.
La única diferencia con su vestimenta habitual es que había decidido llevar el pelo recogido en dos pequeñas coletas traseras, una a cada lado. Salió de casa sin desayunar y sin pasar por el baño de los nervios.
Al llegar a la Academia fue directa a los campos de entrenamiento, donde suponía que querría ir su sensei, dudaba que fuese a llevarla a un aula a explicarle como funcionaban los elementos. Pasaron cinco minutos, después diez y finalmente concluyó que era tonta por ir tan pronto. A la media hora su vejiga despertó, quejandose como siempre. Decidió ir un momento al baño, no tardaría mucho y ya sería casualidad que justo llegase Eri cuando ella estaba miccionando.
La casualidad se rió en su cara cuando al volver del baño se encontró a la pelirroja esperandola. Suspiró antes de llamar a su sensei con una sonrisa.
— ¡Eri-sensei! — empezó a recorrer la distancia que las separaba con una sonrisa.
Lo cierto era que en el fondo se alegraba de que la Uzumaki se hubiese tomado la molestia de buscarla tras ella no aparecer en unas semanas. No estaba progresando demasiado con los libros que le había dado y ella le había dicho especificamente que volviese cuando lo entendiese, así que...
No especificaba hora, así que Hana asumió que era a primera hora. Estaba tan nerviosa que apenas durmió, comprobando constantemente la hora. Cuando empezó a amanecer decidió que para esperar en casa, mejor esperar ya ahí. A pesar de que el calor empezaba a invadir los días, siendo ya primavera, Hana seguía vistiendo manga larga, para ella hacía demasiado frio incluso a la luz del Sol.
La única diferencia con su vestimenta habitual es que había decidido llevar el pelo recogido en dos pequeñas coletas traseras, una a cada lado. Salió de casa sin desayunar y sin pasar por el baño de los nervios.
Al llegar a la Academia fue directa a los campos de entrenamiento, donde suponía que querría ir su sensei, dudaba que fuese a llevarla a un aula a explicarle como funcionaban los elementos. Pasaron cinco minutos, después diez y finalmente concluyó que era tonta por ir tan pronto. A la media hora su vejiga despertó, quejandose como siempre. Decidió ir un momento al baño, no tardaría mucho y ya sería casualidad que justo llegase Eri cuando ella estaba miccionando.
La casualidad se rió en su cara cuando al volver del baño se encontró a la pelirroja esperandola. Suspiró antes de llamar a su sensei con una sonrisa.
— ¡Eri-sensei! — empezó a recorrer la distancia que las separaba con una sonrisa.
Lo cierto era que en el fondo se alegraba de que la Uzumaki se hubiese tomado la molestia de buscarla tras ella no aparecer en unas semanas. No estaba progresando demasiado con los libros que le había dado y ella le había dicho especificamente que volviese cuando lo entendiese, así que...