24/02/2020, 14:00
—¡No espero que lo hagas! —le contestó la sensei, poniéndose en guardia.
Los ojos claros de Uzumaki Junko siguieron el movimiento de aquella marioneta mientras Takumi la dirigía hacia ella. «¿Otro ataque directo? ¡Eso no funcionará!» Esperó al momento justo, y entonces, cuando aquel constructo de madera dirigía sus cuchillas hacia el estómago de la chūnin en un ataque ascendente, ella se echó hacia atrás de un rápido salto. Las navajas de Mono cortaron el aire, y a cambio la marioneta recibió un puñetazo directo en su centro de masa que terminó por destrozarla completamente.
Las astillas volaron por el aire, Takumi notó cómo su marioneta se estremecía a través de los hilos de chakra, y finalmente cayó al suelo. Aunque los daños no eran tan graves como para resultar irreversibles, estaba claro que el marionetista no podría seguir usando a su mejor aliado durante ese entrenamiento... Y que probablemente iba a tener que pasar un buen rato reparándola después.
—¡No te despistes, Takumi! —la voz de su sensei le taladró los oídos—. ¡KYAAAA!
¿Cuándo se había colocado a su lado? Takumi podría jurar que sólo unos momentos antes, Junko se encontraba a unos sanos diez metros de él. La agilidad de la Uzumaki en velocidad punta de carrera era demasiado para los sentidos poco entrenados de Takumi, que apenas percibió una sombra antes de recibir una patada en la espalda que buscaba tirarlo de boca contra el suelo.
Los ojos claros de Uzumaki Junko siguieron el movimiento de aquella marioneta mientras Takumi la dirigía hacia ella. «¿Otro ataque directo? ¡Eso no funcionará!» Esperó al momento justo, y entonces, cuando aquel constructo de madera dirigía sus cuchillas hacia el estómago de la chūnin en un ataque ascendente, ella se echó hacia atrás de un rápido salto. Las navajas de Mono cortaron el aire, y a cambio la marioneta recibió un puñetazo directo en su centro de masa que terminó por destrozarla completamente.
Las astillas volaron por el aire, Takumi notó cómo su marioneta se estremecía a través de los hilos de chakra, y finalmente cayó al suelo. Aunque los daños no eran tan graves como para resultar irreversibles, estaba claro que el marionetista no podría seguir usando a su mejor aliado durante ese entrenamiento... Y que probablemente iba a tener que pasar un buen rato reparándola después.
—¡No te despistes, Takumi! —la voz de su sensei le taladró los oídos—. ¡KYAAAA!
¿Cuándo se había colocado a su lado? Takumi podría jurar que sólo unos momentos antes, Junko se encontraba a unos sanos diez metros de él. La agilidad de la Uzumaki en velocidad punta de carrera era demasiado para los sentidos poco entrenados de Takumi, que apenas percibió una sombra antes de recibir una patada en la espalda que buscaba tirarlo de boca contra el suelo.