4/03/2020, 23:15
— ¡Ren-chan! ¡Eres tú! — dijo sonriente señalando al panda. — Solo que en peludita y grande. Lo necesito, mi Ren-chan peludita.
«¿Que soy yo? ¿En que me parezco a un oso panda si se puede saber?» pensó mirando con cara de pocos amigos aquel inanimado ser, mientras terminaba el pez de chocolate. Incluso se le planteó por un segundo la posibilidad de que fuera un posible "¿rival?". Sacudió su cabeza un momento y le dió su bolsa a Hana, para posteriormente acercarse al dependiente y ofrecerle una moneda.
— Va, probemos a ver si tenemos suerte. — dijo con una vehemente esperanza.
— ¡Perfecto, perfecto! ¡Adelante! ¡Puedes lanzar tres shurikens! — dijo el dependiente, aceptando la moneda de Ren.
Aquellos juegos solían estar más que amañados, y aún sabiendo que hábiles shinobi podían desplumarlos con suma facilidad; hasta ella sabía aquello. Cogió uno de aquellos shurikens y se lo acerco para mirarlo de cerca; muy seguramente no consiga ni algo que valga esa moneda, pensó. Miró entonces a Hana, quien le dirigía una mirada llena de ilusión y esperanza brillante, por aquel oso que estaba decidida a querer, suspiró frunciendo el ceño, esperando que fuera lo que fuera que consiguiera, le gustase aunque fuera la mitad que aquel oso.
«¿Que soy yo? ¿En que me parezco a un oso panda si se puede saber?» pensó mirando con cara de pocos amigos aquel inanimado ser, mientras terminaba el pez de chocolate. Incluso se le planteó por un segundo la posibilidad de que fuera un posible "¿rival?". Sacudió su cabeza un momento y le dió su bolsa a Hana, para posteriormente acercarse al dependiente y ofrecerle una moneda.
— Va, probemos a ver si tenemos suerte. — dijo con una vehemente esperanza.
— ¡Perfecto, perfecto! ¡Adelante! ¡Puedes lanzar tres shurikens! — dijo el dependiente, aceptando la moneda de Ren.
Aquellos juegos solían estar más que amañados, y aún sabiendo que hábiles shinobi podían desplumarlos con suma facilidad; hasta ella sabía aquello. Cogió uno de aquellos shurikens y se lo acerco para mirarlo de cerca; muy seguramente no consiga ni algo que valga esa moneda, pensó. Miró entonces a Hana, quien le dirigía una mirada llena de ilusión y esperanza brillante, por aquel oso que estaba decidida a querer, suspiró frunciendo el ceño, esperando que fuera lo que fuera que consiguiera, le gustase aunque fuera la mitad que aquel oso.