5/03/2020, 23:03
Ayame saltó justo en el momento en el que el Fūma Shuriken rasgaba el aire, en el espacio exacto donde la kunoichi había estado hasta hacía unas milésimas de segundo. Se alzó en vuelo, y la réplica de Zetsuo la siguió con un salto. Estaba dispuesta a elevarse todo lo que hiciera falta para evitar ser atacada al mismo tiempo que desataba su propia técnica acuática, pero entonces escuchó un chasqueo de dedos, y antes de que pudiera entender qué era lo que estaba ocurriendo se vio envuelta por una densa nube de humo violeta. Un humo amargo que se coló por su nariz y por su boca sin poder evitarlo, y en cuestión de segundos sintió una punzada de dolor en el pecho y un profundo vértigo que la hizo caer al suelo.
«¡No, no, no! ¡Maldita sea!» Blasfemó para sí, con una rodillas postrada en tierra. ¿Pero qué gusto tenía la gente por envenenarla de aquella manera?
Ayame aguantó la respiración como pudo, aunque ya era del todo inútil. Lo había respirado, y el veneno ya había pasado a su torrente sanguíneo. El problema era que Ayame sólo tenía un antídoto... y si su padre decidía utilizar más venenos contra ella, o alguno aún peor, podría significar su final. Tendría que aguantar... por el momento.
El Fūma Shuriken surgió de entre la nube de veneno silbando de forma mortífera, girando a toda velocidad de vuelta contra su legítimo dueño en forma de parábola. Por detrás de él, Ayame salió a la carrera también, siempre por detrás del arma, y con los ojos fijos en su padre.
«¡No, no, no! ¡Maldita sea!» Blasfemó para sí, con una rodillas postrada en tierra. ¿Pero qué gusto tenía la gente por envenenarla de aquella manera?
Ayame aguantó la respiración como pudo, aunque ya era del todo inútil. Lo había respirado, y el veneno ya había pasado a su torrente sanguíneo. El problema era que Ayame sólo tenía un antídoto... y si su padre decidía utilizar más venenos contra ella, o alguno aún peor, podría significar su final. Tendría que aguantar... por el momento.
El Fūma Shuriken surgió de entre la nube de veneno silbando de forma mortífera, girando a toda velocidad de vuelta contra su legítimo dueño en forma de parábola. Por detrás de él, Ayame salió a la carrera también, siempre por detrás del arma, y con los ojos fijos en su padre.

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)