7/03/2020, 21:59
—Ahora sé qué regalarte por tu cumpleaños, que, por cierto, ¿cuándo es?
Siempre se le pasaba preguntar el cumpleaños a la gente, ¿qué demonios pasaba con ella? Se iba directa a los colores y la comida, sobre todo a la comida. Cuando el cumpleaños era lo más importante y único de cada persona. A veces creía que tenía más neuronas en el estomago que en el cerebro.
— El tercer Raiyobi de Augurio, pero Eri-san, es de mala educación preguntar el cumpleaños sin decir el tuyo primero. — era una mentira como una catedral, esperaba que la pelirroja diese esa información de forma voluntaria, para que no pareciese aquello un interrogatorio con Hana haciendo tantas preguntas.
—Si quieres podemos seguir paseando, no hace falta hacerlo todo ahora que ni si quiera hay nadie
— Por mi perfecto, ¿esperas a alguien? — preguntó inocentemente sin insinuar absolutamente nada.
No hacía falta alzar siquiera la mirada para ver los hermosos cerezos, recien florecidos, cubriendo tanto el cielo como el suelo con sus petalos rosados. Igual no eran petalos y tenían otro nombre, gracias a Shiona-sama, Hana era kunoichi y no biologa, así que podía llamar a todos los pajaros pollos y quedarse agusto.
Quiso hacerle alguna que otra pregunta a Eri, sin embargo, sentía que la había ametrelleado bastante antes así que se contuvo por ahora, con la vista clavada en la belleza del paisaje.
Siempre se le pasaba preguntar el cumpleaños a la gente, ¿qué demonios pasaba con ella? Se iba directa a los colores y la comida, sobre todo a la comida. Cuando el cumpleaños era lo más importante y único de cada persona. A veces creía que tenía más neuronas en el estomago que en el cerebro.
— El tercer Raiyobi de Augurio, pero Eri-san, es de mala educación preguntar el cumpleaños sin decir el tuyo primero. — era una mentira como una catedral, esperaba que la pelirroja diese esa información de forma voluntaria, para que no pareciese aquello un interrogatorio con Hana haciendo tantas preguntas.
—Si quieres podemos seguir paseando, no hace falta hacerlo todo ahora que ni si quiera hay nadie
— Por mi perfecto, ¿esperas a alguien? — preguntó inocentemente sin insinuar absolutamente nada.
No hacía falta alzar siquiera la mirada para ver los hermosos cerezos, recien florecidos, cubriendo tanto el cielo como el suelo con sus petalos rosados. Igual no eran petalos y tenían otro nombre, gracias a Shiona-sama, Hana era kunoichi y no biologa, así que podía llamar a todos los pajaros pollos y quedarse agusto.
Quiso hacerle alguna que otra pregunta a Eri, sin embargo, sentía que la había ametrelleado bastante antes así que se contuvo por ahora, con la vista clavada en la belleza del paisaje.