8/03/2020, 23:02
La comunicación se cortó al final, y Ayame volvió a respirar hondo. Aquella sesión había sido mucho más intensa de lo que había parecido en un principio: habían empezado hablando de Kurama y sus Generales y de Dragón Rojo y habían terminado en una especie de consultorio amoroso, pasando por la increíble revelación de que Datsue había decidido liberar al Shukaku de sus grilletes.
Y hablando de Shukaku...
«Lo siento, Kokuō. Pero no me termina de caer bien tu Hermano.» Confesó, torciendo el gesto. El bijū había resultado ser aún más bocazas que el propio Uchiha, con un tinte cruel y sardónico que tan poco le gustaba. Por no hablar de esa risa tan escalofriante...
«En todas las familias hay un bijū negro. No se preocupe. A mí también me saca de quicio.» Respondió Kokuō, con otro suspiro. «Además, así estamos en paz: su padre tampoco me cae bien.»
Ayame esbozó una sonrisa nerviosa, y entonces se volvió hacia Daruu.
—Bueno... Esto ha estado intenso. ¿Tienes algún plan o vas a quedarte aquí entrenando?
Y hablando de Shukaku...
«Lo siento, Kokuō. Pero no me termina de caer bien tu Hermano.» Confesó, torciendo el gesto. El bijū había resultado ser aún más bocazas que el propio Uchiha, con un tinte cruel y sardónico que tan poco le gustaba. Por no hablar de esa risa tan escalofriante...
«En todas las familias hay un bijū negro. No se preocupe. A mí también me saca de quicio.» Respondió Kokuō, con otro suspiro. «Además, así estamos en paz: su padre tampoco me cae bien.»
Ayame esbozó una sonrisa nerviosa, y entonces se volvió hacia Daruu.
—Bueno... Esto ha estado intenso. ¿Tienes algún plan o vas a quedarte aquí entrenando?