14/03/2020, 15:57
(Última modificación: 18/03/2020, 14:19 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
No pudo dormir. Como siempre, el insomnio le invadía y tenía varias cosas importantes en la cabeza como para poder relajarse lo suficiente. No obstante, y aunque no le consolase en lo mas mínimo, su compañero tampoco parecía haber podido dormir perfectamente. Su sobresalto al despertarse le hizo preocuparse un poco. ¿Acaso tenía pesadillas? Estaba claro que su pasado no había sido bueno. ¿Por qué sino habría acabado en Uzushiogakure si realmente era de Inaka? Algún día se lo preguntaría, pero... Aún no. En cuanto se despertó, no dijo nada. Sabía que tenía que esperar a que se serenase un poco pero cuando volvió del baño, aprovechó aquellos diez minutos para interesarse por él. Takumi tenía su respeto y comenzaba a desarrollar cierto aprecio, así que debía de conocer sus demonios si quería convivir con él.
-¿Todo bien? Parece que ninguno de los dos duerme bien... -Preguntó, era obvio que había pasado todo el viaje despierto.
Una vez salieron del tren se volvió hacia él. Tenían que entrar a la ciudad, eso era lo primero. Esperaba que los guardias no preguntasen demasiado, su coartada estaba bien al fin y al cabo, y por lo que parecía en aquellas tierras era complicado diferenciar la clase media de la baja si la persona en cuestión no era tan excéntrica como para ir completamente engalanada con joyas. Acompañó a su amigo hasta cerca de la puerta, mientras trataba de hacer su papel lo suficientemente bien.
-Quizás deberíamos tomarnos algo en la taberna... ¿No cree, Señor Tachibana-senpai? -Preguntó, prácticamente al lado de los guardias.
Estos les observaron atentamente. Sin duda, quien les llamó más la atención fue Kisame. Al cual se acercaron mirándole muy seriamente. no habían sacado las armas, pero estaba clarísimo que le iban a registrar para que pudiera acceder a la ciudad. No era de extrañar, era un extranjero al fin y al cabo. No obstante, tampoco parecieron interesarse demasiado por su identidad. Sin decirle nada y con gesto frío, tocaron su ropa a modo de cacheo rápido por si iba armado, pero en cuanto iban a tocar su portaobjetos y, seguramente, revelar su verdadera identidad un hombre salió corriendo de la ciudad, por las puertas, como alma que lleva el diablo y los guardias se miraron algo dudosos de lo que estaba ocurriendo. Dejaron tranquilo a Kisame y sacaron sus armas, poniéndose uno justo delante de el para impedirle el paso.
-No te vamos a quitar el ojo de encima, extranjero... -Dijo el que había intentado cachearle -¿Y tu quien eres y por qué corres? Sabes perfectamente que darse a la fuga es un delito -Aclaró dirigiéndose hacia el que antes era un fugitivo de algo que aún desonocían.
-¿Todo bien? Parece que ninguno de los dos duerme bien... -Preguntó, era obvio que había pasado todo el viaje despierto.
Una vez salieron del tren se volvió hacia él. Tenían que entrar a la ciudad, eso era lo primero. Esperaba que los guardias no preguntasen demasiado, su coartada estaba bien al fin y al cabo, y por lo que parecía en aquellas tierras era complicado diferenciar la clase media de la baja si la persona en cuestión no era tan excéntrica como para ir completamente engalanada con joyas. Acompañó a su amigo hasta cerca de la puerta, mientras trataba de hacer su papel lo suficientemente bien.
-Quizás deberíamos tomarnos algo en la taberna... ¿No cree, Señor Tachibana-senpai? -Preguntó, prácticamente al lado de los guardias.
Estos les observaron atentamente. Sin duda, quien les llamó más la atención fue Kisame. Al cual se acercaron mirándole muy seriamente. no habían sacado las armas, pero estaba clarísimo que le iban a registrar para que pudiera acceder a la ciudad. No era de extrañar, era un extranjero al fin y al cabo. No obstante, tampoco parecieron interesarse demasiado por su identidad. Sin decirle nada y con gesto frío, tocaron su ropa a modo de cacheo rápido por si iba armado, pero en cuanto iban a tocar su portaobjetos y, seguramente, revelar su verdadera identidad un hombre salió corriendo de la ciudad, por las puertas, como alma que lleva el diablo y los guardias se miraron algo dudosos de lo que estaba ocurriendo. Dejaron tranquilo a Kisame y sacaron sus armas, poniéndose uno justo delante de el para impedirle el paso.
-No te vamos a quitar el ojo de encima, extranjero... -Dijo el que había intentado cachearle -¿Y tu quien eres y por qué corres? Sabes perfectamente que darse a la fuga es un delito -Aclaró dirigiéndose hacia el que antes era un fugitivo de algo que aún desonocían.