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Tras aquel incidente en el que había ayudado a un afamado por mentiroso pastor, se quedó en el pueblo unos días. Ya estaban a final del mes y su encuentro con Takumi se acercaba. Había averiguado algo aquellos días en Notsuba. No había escuchado nada más que "Fakui-sama". El hecho de que se tratase con tantísimo respeto a alguien le había dado incluso miedo. Por su experiencia, ese trato solo lo recibían grandes maestros, kages y feudales. No tuvo que investigar demasiado, la anciana Kata le había dicho que esa era una familia del País del Viento de la que había oido hablar en viejas misiones cuando estaba de servicio. Si una familia tan antigua seguía unida y alguien de ella había tomado tanta importancia, al menos para aquella familia de infames samurais, eso quería decir algo.
No tenían demasiado de lo que tirar, solo el nombre de una familia y todo un país para buscar. Escrutinando un viejo mapa que le había regalado hacía tiempo la anciana Kata, pensó que el mejor lugar para empezar a buscar era la gran ciudad de Inaka. Muy posiblemente allí al menos podrían enterarse de algo, aunque debían de llevar un perfil bajo y esconder sus bandanas para no llamar la atención a los lugareños, ya sabía que aquel distintivo no le daba ninguna ventaja fuera de su país, sino más bien todo lo contrario.
Había conseguido algunas provisiones poco perecederas para el viaje. Seguramente la carne ahumada se estropeara en el camino por el desierto y sus temperaturas abrasadoras, por lo que había optado por alimentarse a base de pan y algo de fruta hasta que llegasen allí. Siguiendo la via del tren llegarían fácilmente, o así le había indicado un viejo agricultor del lugar. Llevaba allí casi dos días, cada uno de ellos tomaba un largo té en la taberna y paseaba por las calles esperando encontrarse a su amigo llegando al pueblo. Estaba seguro de que vendría, era alguien de palabra y no iba a fallarle.
Aquel día paseaba por las calles, tras su té. La lluvia era fina y no molestaría ni tan siquiera a un extrangero. Sólo debía de acumular unos cuantos odres con agua y estaría listo para el largo y duro viaje.
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Estaban ya en los últimos días de Despedida, tenía que marchar a Yachi a su encuentro con Kisame. Tenía interés por saber que había averiguado el amejin en este tiempo. Desde aquellos días de Aliento Nevado el kazejin había completado su primera misión con éxito, había conocido su maestra y había vuelto inesperadamente a Notsuba, cómo no con más jaleo de por medio. Para ir a Arashi no Kuni se pertrechó adecuadamente: en vez de sus habituales zōri, las cuales metió en la mochila por si acaso, se calzó unas botas de cuero negro, se ajustó una capa pardusca que le llegaba hasta las rodillas por encima del haori y para finalizar un sandogasa cubría su cabeza. Tampoco descuidó sus provisiones, en una mochila muy simple de tela metió un poco de salmón ahumado, tres odres de agua, dátiles en abundancia y una bolsa con lo necesario para preparar té; pese a que hacia dónde iba había tabernas suficientes prefería llevar algo por si se torcía la cosa. Ya preparado marchó pronto por la mañana a la estación para coger un tren hacia su destino, cogería la ruta sur pasando por Inaka, le agradaría poder pararse y visitar a Itona, pero no debía demorarse mucho.
...
Después de dos tranquilos días de viaje en tren llegó por fin a su destino. Salió de la estación y tras preguntar a un local se dirigió a la taberna más cercana para desayunar. Le habían indicado que a cinco minutos había un local cuyo regente hacía unos tés deliciosos, por lo que partió hacia allí. Traer la capa y las botas había sido una buena idea, pese a que la lluvia era suave el marionetista no estaba acostumbrado a transitar terrenos tan húmedos. Marchaba pues por las calles de aquel agradable pueblo, mientras aquel olor a la tierra mojada de los caminos le inundaba las fosas nasales.
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19/02/2020, 21:49
(Última modificación: 19/02/2020, 22:02 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Quizás no le habría visto. Parecía decidido a entrar en la taberna. Aquel establecimiento era humilde un poco pobretón pero el tipo tenía mano para als salsas y los tés, vaya que sí. Le siguió con la mirada unos metros y entonces decidió alzar la voz, parecía que iba algo distraído con el paisaje, normal. Aquello era precioso para alguien que no estuviese acostumbrado a ese clima.
-Sabía que vendrías, Takumi-san -Se limitó a decir con tono frío a unos pocos metros de él, mirándole fijamente.
Aquel chico se había ganado su respeto, claro que sí. A pesar de que había vivido varias cosas desde su último encuentro, sentía como si solamente hubieran pasado unos días. Vaticinaba que la amistad que estaba entablando con aquel genin de Uzu iba a durar más de lo que él mismo se esperaba. Se acercó a él caminando lentamente, mientras su compañero se daba la vuelta, no le diría nada de momento, esperaría a su saludo.
-Tengo cosas nuevas que contarte, pero vamos a por un té, el viaje va a ser largo -Propuso tras hacerle una educada reverencia a modo de saludo.
Parecía como si aquello que el pelinegro tuviera que decirle lo considerara importante, no era habitual verle tan "poco directo" y menos con un asunto como ese. Lo cierto era que su cabeza daba muchas vueltas y estaba casi seguro de que parte de las cosas las había exagerado en su cabeza sin darse cuenta, pero al fin y al cabo, nunca le había ido mal ser tan paranoico, al menos por ahora.
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El genin de Uzu estaba en distraído con el precioso paisaje que Yachi le ofrecía, había pasado por ahí hacía un año más o menos, cuándo fue a Uzushiogakure por primera vez, pero en aquella fugaz visita al pueblo ni se detuvo a admirar la maravilla de la naturaleza que era eso. A punto estaba de entrar en aquella taberna, cuando de repente notó que alguien se dirigía a él.
—Sabía que vendrías, Takumi-san. —La voz le sonaba de algo.
—¿Eh? —Se giró hacia aquella voz. —¡Hombre Kisame-kun! ¿Qué tal todo desde entonces? —Se acercó y le ofreció la mano.
La verdad es que estaba expectante de encontrarse con el amejin de nuevo, era un tipo algo extraño y mira que estaba Takumi para hablar, pero le caía bien. También parte de esa expectación venía dada por saber lo que habría descubierto su compañero en este mes desde su aventurilla por Notsuba.
—Tengo cosas nuevas que contarte, pero vamos a por un té, el viaje va a ser largo.
—Espera... ¿Viaje? Bueno perdona las ansias, me lo cuentas ahora en la taberna, ¿es algo gordo? —Para qué negarlo, se moría de ganas de saber que le tenía que contar. —¿Vamos pues? —Dijo mientras se dirigía a la puerta de la taberna que le habían indicado antes.
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Parecía alegrarse de verle, eso estaba bien. No puso mucho entusiasmo en su saludo para no variar, pero en sus ojos podía descifrarse que él también se alegraba de volverse a encontrar con él. Le estrechó la mano tras la reverencia y asintió levemente, tenía poco que contarle pero era bastante relevante, así que una vez terminaron los saludos le siguió hacia la taberna.
-No estoy seguro de si es gordo, pero lo cierto es que es bastante extraño... -Le dijo haciéndole una seña para que entrase a la taberna antes que él.
El amejin se acercó a la barra lentamente, el camarero ya le conocía pues llevaba unos días allí, así que simplemente se puso a preparar agua caliente con una tetera sobre el fuego para luego seguir con su tarea matutina de limpieza de la barra y el establecimiento, pues era evidente que a aquellas horas no tenía clientela. El local estaba vacío, ellos eran los únicos clientes. Se trataba de un establecimiento muy pequeño, hecho casi complétamente de madera. Algunas viejas sillas y mesas se extendían por el local sin ningún orden concreto. La barra era pequeña pero al parecer también incluía la cocina allí. Había un par de viejos taburetes al lado de la barra. El local daba una impresión bastante obvia de ser humilde y familiar, pero tenía su toque acogedor.
-No le he preguntado pero he supuesto que quería lo de siempre... ¿No es cierto, Taka-senpai? -Preguntó el cantinero con cierta confianza ya al pelinegro sin levantar la vista del fregadero.
-Si, pero ponme dos esta vez -Aclaró el shinobi mirándole y luego girándose hacia Takumi.
-Oh, tiene compañía... ¿Quieren algo para picar? -Preguntó el cantinero claramente emocionado de que hubiese otro shinobi en su establecimiento. En la última semana había visto a tres y era claro que no estaba acostumbrado a recibir a tantos en tan poco tiempo.
-Para mi no, si Takumi-san quiere algo... -Contestó Kisame, para dirigirse hacia una mesa algo alejada de la barra y hacerle señas a su compañero para que le siguiera una vez le hubiese contestado -Verás... No he descubierto mucho, pero me pareció escuchar como el viejo del odachi hablaba con su hija algo sobre un tal Fakui-sama... Si, yo también me sorprendí al verlo vivo... -Comenzó, mientras ambos tomaban asiento -Al volver a la aldea, le he preguntado a una amiga de mi familia, una anciana jonin retirada y me ha dicho que la familia Fakui era natural del País del Viento, había trabajado para ellos hacía muchos años... Desconozco más sobre ellos, solamente que tienen cierta riqueza y que viven allí... Había pensado en empezar a buscar por Inaka, no tenemos mucho hilo del que tirar, pero al menos quiero saber qué se traen entre manos esos dos con alguien de tan lejos... -Concluyó, asegurándose de que el cantinero no había escuchado la conversación, no quería que nadie supiera más de lo necesario...
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—No estoy seguro de si es gordo, pero lo cierto es que es bastante extraño... —Contestó el amejin mientras le indicaba que entrara a la taberna.
Takumi le hizo caso y entró primero. La taberna era pequeña, estaba vacía y el que parecía el dueño según les vio entrar comenzó a hervir agua. Los dos genin se acercaron a la barra y el camarero inmediatamente les preguntó.
—No le he preguntado pero he supuesto que quería lo de siempre... ¿No es cierto, Taka-senpai? —«¿Taka-senpai? Parece que a Kisame ya le conocen por aquí.»
—Si, pero ponme dos esta vez
—Oh, tiene compañía... ¿Quieren algo para picar?
—Para mi no, si Takumi-san quiere algo...
—No será necesario, muchas gracias. —Contestó amablemente para proceder a seguir a su compañero hasta una mesa algo alejada.
—Verás... No he descubierto mucho, pero me pareció escuchar como el viejo del odachi hablaba con su hija algo sobre un tal Fakui-sama... —Los ojos del marionetista se quedaron como platos, no se lo podía creer. «No puede seguir con vida, se estaba desangrando... Y encima ha dicho Fakui... ¿De qué me suena ese nombre?» —Si, yo también me sorprendí al verlo vivo... Al volver a la aldea, le he preguntado a una amiga de mi familia, una anciana jōnin retirada y me ha dicho que la familia Fakui era natural del País del Viento, —«Espera, ya sé de que me sonaba... La familia Fakui era uno de los clanes ricos de Inaka, no tengo ni idea de que ha sido de ellos tras la última Guerra Civil.» —había trabajado para ellos hacía muchos años... Desconozco más sobre ellos, solamente que tienen cierta riqueza y que viven allí... Había pensado en empezar a buscar por Inaka, no tenemos mucho hilo del que tirar, pero al menos quiero saber qué se traen entre manos esos dos con alguien de tan lejos...
Tras escuchar lo de ir a Inaka el kazejin se quedó con la mirada perdida, volver a Inaka siempre le despertaba aquellos terribles recuerdos, si por algún casual pasaban por el Barrio de los Artesanos ¿iba a poder Takumi aguantar sin derrumbarse? Encima ir ahora hasta allí, vale que ya no hay guerra y todo eso, pero el mandato de hierro de Amura les podía suponer algún tipo de problemas para pasar a la ciudad aunque fuera.
—Cierta riqueza... —Comenzó a responder mientras se recomponía. —Están forrados que se diga, ese clan no ha pasado hambre incluso con las constantes guerras, creo recordar que vivían en el barrio alto de la ciudad. El líder recuerdo que hacía marionetas, pero no las vendía, era raro por lo que me decía Itona. Bueno de lo malo malo has escogido a alguien que ya se conoce la ciudad, ir por Inaka sin un guía puede acabar mal.
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24/02/2020, 14:45
(Última modificación: 24/02/2020, 14:46 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
No pudo evitar fijarse como su compañero se estremedía un poco al escuchar Inaka. Desconocía su pasado, pero era fácil adivinar que aquel sitio le traía algún recuerdo o había algo mal en aquel lugar... Respiró hondo pero estuvo tranquilo al saber que tenía razón una vez que dijo que conocía el sitio. Eso les daba muchas facilidades para moverse por allí... No tenía constancia sobre si el lugar era peligroso o no, pero después de haber visitado Notsuba tenía bastante claro que cualquier lugar sin una aldea ninja cercana podría convertirse en algo peligroso.
-Al menos no nos van a atracar... Eso me tranquiliza. Por otro lado, debemos quitarnos la bandana una vez estemos allí, sabes igual que yo lo que podría ocurrir... -Hizo una breve pausa, pues el cantinero se acercaba ya con una vieja bandeja de madera con dos tazas de té ya servido, las posó en la mesa y se fue sin decir anda salvo una reverencia respetuosa, para no molestarles -Hace poco una compañera de aldea y yo hemos resuelto un entuerto aquí... Una extraña criatura quimérica con ciertas cualidades extrañas... Mi mapache se negó a seguir su rastro... ¿Puedes creerlo? Ha sido extraño... -Comentó tomando su taza de la mesa y dandole un corto trago.
Bueno, parecía que ya tenían todo listo apra partir... Le había informado sobre sus descubrimientos, habían intercambiado informaciones... Al menos él conocía de algo más a los Fakui y la ciudad, cosa que fortuitamente les iba a facilitar enormemente la tarea de seguirles la pista. Aunque el hecho de que fabricara marionetas le escamaba un poco... ¿Era posible que ese señor fuese marioentista como Takumi?
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—Al menos no nos van a atracar... Eso me tranquiliza. —Esto provocó una pequeña risa del genin de Uzushio.
—No te confíes, no es Notsuba pero la situación en Inaka es complicada. No he estado allí desde que Amura se hizo con el trono, sé que su mandato es férreo y el pueblo no vive bien, incluso bajo la época de Erina mucha gente tenía que robar para sobrevivir, pero me imagino que esté un poco más controlado debido a que hace nada acabó la Guerra Civil.
—Por otro lado, debemos quitarnos la bandana una vez estemos allí, sabes igual que yo lo que podría ocurrir...
—Va a ser lo mejor, la guardia de la ciudad puede ser reticente a que aparezcan por ahí dos shinobi sin ninguna misión, Amura no se la jugaría a que la intentaran apartar del poder ahora que le costó tanto conseguirlo. Además tú vas a destacar ahí, pero yo sin bandana soy indistinguible de un ciudadano común de la zona, nos evitará muchos problemas. —El camarero apareció y dejó sendos tés en la mesa, tenían un aspecto exquisito. —Muchas gracias. —Agradeció respondiendo también a la inclinación de cabeza.
—Hace poco una compañera de aldea y yo hemos resuelto un entuerto aquí... Una extraña criatura quimérica con ciertas cualidades extrañas... Mi mapache se negó a seguir su rastro... ¿Puedes creerlo? Ha sido extraño...
—Espera... ¿Una quimera? ¿Pero eso no salía únicamente en cuentos y leyendas? —Al kazejin le extrañó que existieran ese tipo de cosas, pero en este mundo seguro que a alguna especie de biólogo, alquimista o científico loco se le ocurriría hacer tal atrocidad con seres vivos.
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(Última modificación: 26/02/2020, 21:32 por Taka Kisame.)
Parecía que su compañero en este viaje era el mejor que podía tener... Lugareño, conocía la ciudad y además su historia y costumbres. Su miedo por alguna trifurca se redujo bastante, si hubiera estado con alguien de allí cuando fue la primera vez a Notsuba y conoció a Karasu probablemente se habría podido ahorrar que el renegado le salvase el culo con su presencia... Bebió un trago del té aún humeante y siguió escuchando a su compañero.
-Ya sabes, perfil bajo y todo eso... Lo que no sé es por donde empezar, tal vez picar a su puerta y preguntarles no sea buena opción... -Dijo en tono frío, pero con evidente intención humorística, algo poco común en él pero desde luego denotaba que las palabras de Takumi le habían relajado un poco -Si ha habido conflicto hace poco la cosa va a estar difícil con la guardia, va a ser mejor que hables tú en vez de yo esta vez, creo que lo entenderás... -Le intentó proponer, siendo cauteloso -Solo necesito llenar unos odres de agua y podemos partir, pero prefería tomarme un té tranquilo contigo, ponerse al día en el tren no es buena idea, no sabemos quien nos iba a escuchar... -Añadió finalmente.
Pero cuando atacó el tema de la quimera, se estremeció notablemente, incluso suspiró, aquella experiencia había sido bastante traumática para él e incluso había podido perder la vida si no lo hubiera hecho del todo bien. Intentó tranquilizarse y se dispuso a explicarle brevemente.
-Eso creía yo... Casi nos cuesta la vida a Himura-san y a mi. Fue complicado y aún no entiendo que demonios era, pero el chakra que tenía era algo que nunca había visto... -Dijo ensombreciendo su rostro, parecía que realmente había sido seria la cosa.
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—Ya sabes, perfil bajo y todo eso... Lo que no sé es por donde empezar, tal vez picar a su puerta y preguntarles no sea buena opción...
—Ya, la verdad es que buena opción no es... —Soltó una pequeña risa ahogada. —No sé, lo mejor será acercarnos por las tabernas que puedan frecuentar y averiguar algo... ¿O tienes otra idea?
—Si ha habido conflicto hace poco la cosa va a estar difícil con la guardia, va a ser mejor que hables tú en vez de yo esta vez, creo que lo entenderás...
—Sin ningún problema, vamos es mi casa —Un pequeño escalofrío le recorrió la espalda. —, así que lo mejor para no levantar muchas sospechas es que hable yo. Eso sí, si yo voy a hacer de tu guía nos tenemos que inventar una excusa, algo a lo que agarrarnos para justificar que estés por Inaka. Incluso sería buena idea no usar nuestros nombres reales, por si acaso. —Le dio un trago largo al té.
—Solo necesito llenar unos odres de agua y podemos partir, pero prefería tomarme un té tranquilo contigo, ponerse al día en el tren no es buena idea, no sabemos quien nos iba a escuchar... —A lo cual asintió el marionetista. Su compañero volvió al tema de las quimeras. —Eso creía yo... Casi nos cuesta la vida a Himura-san y a mi. Fue complicado y aún no entiendo que demonios era, pero el chakra que tenía era algo que nunca había visto...
—Recemos a Rikudō Sennin por que no nos encontremos nada similar pues. Dijiste que había sido por aquí el encuentro, ¿el pueblo está fuera de peligro?
La verdad es que le intrigaba lo que pudieran descubrir sobre los Fakui, pero también le hacía ilusión pasar por Inaka; si no tardaban mucho y no había problemas al acabar podía ir a ver a Itona y eso le hacía muy feliz.
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Le observó durante unos instantes... Lo cierto es que preguntar en una taberna sería sospechoso... Sin embargo, al ser Takumi un marionetista quizás pudiera inventar algo, aunque claro, también podría llegar a sus oidos y entonces tendrían un buen problema conuna de las familias que mas billetes tenía de todo Inaka... Se quedó pensativo durante un rato y al final respondió.
-Creo que sería buena idea preguntar por él.... Digamos que necesitas una marioneta y que has sabido que él es bueno en esas cosas... -Respondió sin estar muy seguro de si estaba bien pensado o no.
Algo en lo que no había pensado, sin duda, era la excusa para que alguien que es un evidente extranjero deambule por als calles acompañado de quien podría pasar desapercibido perfectamente. Quizás su excéntrico aspecto le jugaría una mala pasada en aquella operación, pero la verdad es que no tenía nada en mente que le pudiera ayudar, siguió analizando la situación... Hasta que pensó en algo, podría ser una tontería, pero a lo mejor daba resultado, quién sabe...
-Digamos que soy tu mercenario. Es bien sabido que hay muchos mercenarios de todas partes de Oonindo acompañando a gente, perfectamente me habrías podido contratar en cualquier otro lugar -Propuso, mirándole a los ojos fijamente -Por otro lado... Si, descuida, ya nos encargamos de ello... Ahora hay que mantener los ojos bien abiertos para que no nos encontremos una de esas cosas por ahí. -Añadió, con tono frío, el tema era serio.
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—Creo que sería buena idea preguntar por él... Digamos que necesitas una marioneta y que has sabido que él es bueno en esas cosas...
—Mmmm... Complicado, nunca vende sus marionetas y si quiero aparentar ser alguien que vive por ahí esa pregunta nos puede poner en evidencia. —Se comenzó a acariciar la barbilla. —Pero tampoco se me ocurre ninguna otra opción, no sé que forma de actuación va a ser más adecuada.
Tenían que buscar una excusa decente para que no levantaran sospechas, ¿tal vez que Kisame era un rico excéntrico que había contratado a Takumi como guía y buscaba una marioneta del jefe del Clan Fakui? «No sé yo si eso iba a ser una buena opción, lo mejor sería investigar sin tener que tratar con él, por medio de terceras personas.»
—Digamos que soy tu mercenario. Es bien sabido que hay muchos mercenarios de todas partes de Ōnindo acompañando a gente, perfectamente me habrías podido contratar en cualquier otro lugar.
—No es mala la verdad, es una justificación buena, pero tendría que hacer de alguien de clase media mínimo; no todo el mundo se puede permitir un mercenario. Y en una vez dentro de Inaka lo mejor será cambiar nuestros nombres, ahí dentro llámame Tachibana Ikkaku; dime tú con que nombre quieres que me refiera a ti dentro de la ciudad.
—Por otro lado... Si, descuida, ya nos encargamos de ello... Ahora hay que mantener los ojos bien abiertos para que no nos encontremos una de esas cosas por ahí. —Finalizó por aclarar el amejin sobre el tema de la quimera.
—Me alegro que al final no fuera nada, eso sí, esperemos no haya más no sea que nos los encontremos de camino. —Dijo tras acabarse su té de un trago.
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Lo cierto es que pasar desapercibido en aquel sitio siendo él como era se había convertido en la mayor de sus preocupaciones... Desde luego, alguien alto, de piel terriblemente blanca y con aquellos rasgos tan poco desérticos o curtidos por el sol le delataban claramente como un excéntrico extranjero del que desconfiarían sin dudar nada más verle. Fue en ese instante aún dentro de la taberna cuando se quitó su bandana y la guardó en su portaobjetos, mientras pensaba en una justificación convincente para poder estar allí y que no les persiguiera la mitad del cuerpo de guardia, eso en caso de que le dejasen atravesar las puertas...
-Llámame Kimura Hinosuke, por ejemplo... En cuanto a eso... Es lo único que se me ocurre para que alguien como yo vaya con un "lugareño" por Inaka... ¿Tú tienes alguna otra idea? -Preguntó, quizás no era la mejor idea del mundo, pero al menos a él no se le ocurría nada mejor -Creo que deberíamos partir... Solo tengo que llenar unos odres de agua y podemos ir a por el tren... -Dijo acabándose el te de un trago y dejando unas monedas para pagar ambos tes sobre la mesa -A este invito yo... -Dijo caminando hacia la puerta y levantando la mano para despedirse del cantinero.
Caminaría, habiendo esperado a su compañero hasta la orilla del río para llenar sus odres, simplemente dos y no muy grandes, lo justo para quitarse la sed el tiempo que durase el viaje. Tras esto, iría hacia la estación, el viaje comenzaba...
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Al ver que el amejin se quitaba su bandana el genin de ojos azules le imitó, guardándola en su portaobjetos igualmente.
—Llámame Kimura Hinosuke, por ejemplo... En cuanto a eso... Es lo único que se me ocurre para que alguien como yo vaya con un "lugareño" por Inaka... ¿Tú tienes alguna otra idea?
—La verdad es que no se me ocurre nada mejor, dejémoslo en que soy un viajero natural de Inaka y que en uno de mis viajes te contraté para que me hicieras compañía y de mercenario, me parece correcto.
—Creo que deberíamos partir... Solo tengo que llenar unos odres de agua y podemos ir a por el tren... —Se acabó el té y dejó pagados las dos bebidas. —A este invito yo... —Se levantó y Takumi aprovechó para dar los últimos tragos al té y seguir a su compañero a la salida, no sin antes despedirse del camarero.
Tras esto se acercaron sin hablar a la orilla del río que cruzaba el pueblo, llenando los odres y partieron al sur para coger el tren que les llevaría a Inaka. El viaje fue poco menos de ocho horas, fue tranquilo, no hablaron mucho ya que el kazejin aprovechó el viaje para dormir. Pero esto no fue la mejor idea, ya que, tal vez por la dirección hacia la que iban, volvió a tener pesadillas. Las mismas pesadillas de siempre, el se levantaba en su casa de Inaka y veía cómo la Policía Militar se llevaba a su hermano y a sus padres, los llevaba a una plaza y los ajusticiaba en la horca delante de todo el pueblo. Se despertó de golpe en el momento en el que los cuerpos inertes de sus familiares caían de la banqueta y quedaban colgados de la soga.
—¡Ahhhh! —Miró hacia los lados, estaba temblando y sudando, hasta que por fin comprendió que todo fue un mal sueño. —Joder... Otra vez la misma mierda... —Musitó.
Se levantó de su asiento y se dirigió al baño del tren, se lavó la cara y bebió un poco de agua, consiguió tranquilizarse tras unos minutos. Tenían que investigar en Inaka y estaba preocupado, no sabía si los recuerdos del pasado le iban a dejar estar tranquilo y manteniendo adecuadamente la coartada. Al volver a su asiento la voz del maquinista resonó por el vagón, llegaban a la estación de Inaka en escasos diez minutos.
Cuando por fin bajaron del tren sintieron un bofetón de calor, pasaron del clima húmedo y fresco de Yachi al clima seco y caluroso que primaba en todo el País del Viento. El de tez morena aprovechó para cambiarse el calzado y dejar las botas y la capa en la mochila de tela, de la cual sacó un pañuelo de algodón blanco con diseños geométricos de lado a lado de color negro y se lo colocó a modo de bufanda para protegerse la boca y la nariz de la arena que impregnaba el ambiente, quedando visibles únicamente sus dos orbes del color del mar entre el pañuelo y el sandogasa; también aprovechó para abrirse la chaqueta y dejar a la vista una camiseta blanca muy fina, vale que fuera su tierra natal, pero había que acostumbrarse al cambio de temperaturas.
—Bueno Hinosuke-kun... —Se giró hacia el genin de la Lluvia. —¿Por dónde empezamos?
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14/03/2020, 15:57
(Última modificación: 18/03/2020, 14:19 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
No pudo dormir. Como siempre, el insomnio le invadía y tenía varias cosas importantes en la cabeza como para poder relajarse lo suficiente. No obstante, y aunque no le consolase en lo mas mínimo, su compañero tampoco parecía haber podido dormir perfectamente. Su sobresalto al despertarse le hizo preocuparse un poco. ¿Acaso tenía pesadillas? Estaba claro que su pasado no había sido bueno. ¿Por qué sino habría acabado en Uzushiogakure si realmente era de Inaka? Algún día se lo preguntaría, pero... Aún no. En cuanto se despertó, no dijo nada. Sabía que tenía que esperar a que se serenase un poco pero cuando volvió del baño, aprovechó aquellos diez minutos para interesarse por él. Takumi tenía su respeto y comenzaba a desarrollar cierto aprecio, así que debía de conocer sus demonios si quería convivir con él.
-¿Todo bien? Parece que ninguno de los dos duerme bien... -Preguntó, era obvio que había pasado todo el viaje despierto.
Una vez salieron del tren se volvió hacia él. Tenían que entrar a la ciudad, eso era lo primero. Esperaba que los guardias no preguntasen demasiado, su coartada estaba bien al fin y al cabo, y por lo que parecía en aquellas tierras era complicado diferenciar la clase media de la baja si la persona en cuestión no era tan excéntrica como para ir completamente engalanada con joyas. Acompañó a su amigo hasta cerca de la puerta, mientras trataba de hacer su papel lo suficientemente bien.
-Quizás deberíamos tomarnos algo en la taberna... ¿No cree, Señor Tachibana-senpai? -Preguntó, prácticamente al lado de los guardias.
Estos les observaron atentamente. Sin duda, quien les llamó más la atención fue Kisame. Al cual se acercaron mirándole muy seriamente. no habían sacado las armas, pero estaba clarísimo que le iban a registrar para que pudiera acceder a la ciudad. No era de extrañar, era un extranjero al fin y al cabo. No obstante, tampoco parecieron interesarse demasiado por su identidad. Sin decirle nada y con gesto frío, tocaron su ropa a modo de cacheo rápido por si iba armado, pero en cuanto iban a tocar su portaobjetos y, seguramente, revelar su verdadera identidad un hombre salió corriendo de la ciudad, por las puertas, como alma que lleva el diablo y los guardias se miraron algo dudosos de lo que estaba ocurriendo. Dejaron tranquilo a Kisame y sacaron sus armas, poniéndose uno justo delante de el para impedirle el paso.
-No te vamos a quitar el ojo de encima, extranjero... -Dijo el que había intentado cachearle -¿Y tu quien eres y por qué corres? Sabes perfectamente que darse a la fuga es un delito -Aclaró dirigiéndose hacia el que antes era un fugitivo de algo que aún desonocían.
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