—No, no os vais a ningún lado... —Dictó firmemente. —Ahora sabéis demasiado y me veo obligado a deciros que desde ahora, estáis trabajando para mi. —Su mirada penetrante paralizó a Takumi, que no se creía lo que estaba escuchando.

«No voy a trabajar para nadie más que para Uzushiogakure viejo... No te confundas.» Verbalizar lo que se pasaba por su cabeza hubiera sido un suicidio, no era cuestión de morir de esa manera.

—Pe-pero... Fakui-sama. —Replicó temeroso el samurai.

El anciano le hizo callar con un leve gesto y se acercó a los genins, parecía calmado, incluso su expresión facial parecía ser tranquilizadora... Pero el ambiente que se respiraba en aquella plaza tenía de todo menos de tranquilizador. El corazón del marionetista latía velozmente, no sabía que hacer para salir de esta situación... «Si se enteran nuestras Aldeas... Dios podemos acabar siendo juzgados como traidores y ser ejecutados.» Dejó de pensar en ello cuando vio a la marioneta humana frente a él, apoyándole la mano en el hombro otra vez. El de gafas tragó saliva.

—Fuuinjutsu ¿eh? —Murmuró. —Tu no eres de aquí... Y también eres ninja... Dime... ¿qué sabes hacer? —Dijo mirando al amejin.

—Sé defenderme. —Sentenció Kisame.

Fakui se rió ante la respuesta del pálido genin. El kazejin miró a su compañero, igual que él su miedo era palpable... Era una situación muy, pero que muy, jodida. El del Remolino se quedó callado, observando el devenir de aquella situación. A saber que quería de ellos aquel anciano, aún que seguro que nada bueno.

-Tenéis una misión muy sencilla... En Yamira hay una mujer. La llaman "Sombra Brillante", encontradla y dadle el mennsaje de que requiero su presencia. Seré benevolente con vosotros y os mantendré con vida, no sois una amenaza para mi -Dijo con seriedad, pero una gigantesca soberbia -Iroshi, a partir de ahora estos dos novatos formarán parte de la pierna derecha de "La Corporación", así que son cosa tuya -Dijo mirando al marionetista que antes habían seguido.

Este solo asintió, sin decir nada y dedicó una mirada de odio hacia los genin. No estaba conforme con la idea de su líder, pero él parecía respetarle demasiado como para replicar. Se acercó a ellos y les hizo un brusco gesto con la cabeza para que abandonasen la plaza, mientras al fondo, aparecían una pareja de ancianos vestidos con ropajes de color azul celeste.

Kisame siguió al hombre sin comprender demasiado la situación. Ahora trabajaban para ese tipo, no les habían dado opción a negarse y eso daba muy mala espina. Nadie decía eso sin estar seguro de poder lanzar una dura reprimenda en caso de ser traicionado. Les condujo hasta una calle contigua no muy lejos y allí se dio la vuelta con expresión seria, mirándoles de arriba a abajo.

-Vale... Decidme algo, yo no os voy a sacar las tripas... -Dijo fumando nerviosamente su cigarro, mostrándose con una actitud muchísimo mas amigable.

—Tenéis una misión muy sencilla... En Yamiria hay una mujer. La llaman "Sombra Brillante", encontradla y dadle el mensaje de que requiero su presencia. Seré benevolente con vosotros y os mantendré con vida, no sois una amenaza para mi. —No le hacía ninguna gracia tener que ir a Yamiria, más probabilidades de encontrarse con shinobis y kunoichis del Remolino y eso no le hacía gracia ninguna; ero tampoco tenía otra opción si quería seguir con vida. —Iroshi, a partir de ahora estos dos novatos formarán parte de la pierna derecha de "La Corporación", así que son cosa tuya. —«¿La Corporación? ¿Pierna derecha? Eso es una mafia más grande de lo que me imaginaba...»

Iroshi con un brusco gesto les mandó seguirle, Takumi obedeció pero parecía un muerto mientras caminaba. Su cabeza ahora era un hervidero de miedo y recuerdos dolorosos. Una mafia le estaba obligando a trabajar para ellos, podía ser ejecutado por traición en Uzushiogakure... De la misma manera que le pasó a su hermano. Los recuerdos de aquel día se repetían en su cabeza, el estar en Inaka ayudó también. Respiraba profundamente y sus ojos estaban más abiertos de lo normal y miraban fijamente al suelo.

Llegaron a una calle no muy lejana, el marionetista que estaba ahora a su cargo se giró hacia ellos, mirándolos de arriba a abajo mientras fumaba velozmente.

—Vale... Decidme algo, yo no os voy a sacar las tripas...

—No sé, dínoslo tú... —Levantó su mirada y sus ojos no parecían mirar a un punto fijo, apuntaban al horizonte. —¿La Corporación? ¿La pierna derecha? Explícanos tú en dónde cojones nos habéis metido. —No estaba en una posición favorable para exigir nada, pero no podía pensar en eso en aquellos momentos.

El amejin observó a Takumi. Se le notaba nervioso, y no era para menos. Si alguien pudiera entrar en su cabeza ahora mismo, podría leer detalladamente el reporte que le iba a enviar a la Arashikage nada más pisar la aldea. Si, estaba asustado... Si, iba a ayudar a Fakui, pero que Yui-sama iba a saber aquello era una realidad. Tal vez pudiera trabajar de espía, algo así como un doble agente. Quizás no era ANBU, ni jounin, epro al menos tenía una ligera confianza de ese magnate marioneta. Por su parte, Iroshi se sentó en una caja de madera mientras les miraba, con mas gesto de hastío que de miedo o nervios, al menos ahora. Se notaba que alejarse de su líder le permitía estar más relajado, como si ese hombre le causase pavor.

-La Corporación... Es una organización recién creada. Fakui-sama está reuniendo a algunos de los mejores guerreros de todo Oonindo. Bueno, al menos a los mejores que no pertenecen a ninguna aldea u otra organización diferente. Se divide en Cabeza, que es él mismo... Pierna derecha, pierna izquierda, brazo derecho, brazo izquierdo y torso. Cada extremidad tiene un representante que lo lidera y yo... Soy el representante provisional de la pierna derecha. Solo espero a que se acabe mi contrato y poder irme de una puta vez... -Suspiró -No me pagan lo suficiente como para aguantar esto... -Se le notaba cansado de aquella situación, como si la cosa no fuese con él y estuviera aguantando por hacerle un favor a alguien, aunque ahora ellos sabían que no era así, sino por miedo.

-¿Que posibilidades hay de salir de esta organización vivo? -Preguntó Kisame, tratando de disimular sus nervios.

-Ninguna -Respondió tras unos tensos segundos, dejando caer el enorme peso de la palabra sobre los hombros de ambos genin.

Iroshi, su nuevo "jefe", se sentó en una caja de madera y su cara mostró un gesto de aburrimiento, parecía más calmado ahora que antes frente al viejo Fakui. «¿Tanto pavor les da a sus subordinados el viejo?»

—La Corporación... Es una organización recién creada. Fakui-sama está reuniendo a algunos de los mejores guerreros de todo Ōnindo. Bueno, al menos a los mejores que no pertenecen a ninguna aldea u otra organización diferente. Se divide en Cabeza, que es él mismo... Pierna derecha, pierna izquierda, brazo derecho, brazo izquierdo y torso. Cada extremidad tiene un representante que lo lidera y yo... Soy el representante provisional de la pierna derecha. Solo espero a que se acabe mi contrato y poder irme de una puta vez...Suspiró, parecía cansado de la propia organización. —No me pagan lo suficiente como para aguantar esto...

—Me parece muy bien que nos cuentes como estáis organizados y tal pero... Prefiero saber a que os dedicáis, ¿cuál es el objetivo de la organización? —Quería saber bien para que iba a trabajar... Bueno, trabajar, iba a aparentarlo hasta volver a la Aldea y escribir un reporte detallado sobre estos, no iba colaborar con una mafia jamás.

—¿Que posibilidades hay de salir de esta organización vivo? —Parecía nervioso también, pero conseguñia aparentar calma mejor que el kazejin.

—Ninguna. —Soltó tras un incómodo silencio.

—Eso habrá que verlo... —Con lo nervioso que estaba solo le salía decir las cosas como las pensaba. —Además, si no se puede salir con vida de la mierda esta no sé por que esperas que "acabe tu contrato". Siento decirte esto yo, pero vas a seguir aquí de por vida si lo que dices es cierto. —Sentenció.

El hombre les miró con una sonrisa retorcida, como si lo que había dicho Takumi le causase gracia o le pareciese divertido. Se bajó de la caja donde estaba sentado y se acercó a ellos lentamente, mirándoles a los ojos. Seguramente de haber sido otra persona quien tomaba esas distancias no se hubiera sentido como una amenaza, pero aquel hombre era peligroso, cosa que parecía habersele olvidado al moreno...

-Y yo lamento decirte que no estas al mismo nivel que yo frente a Fakui. No sé si me entiendes... A mi vino a buscarme, a vosotros os ha reclutado como carne de cañón. -Sentenció con una sonrisa -Haced lo que queráis, pero antes de que acabe el verano tenéis que reuniros con Sombra Brillante. No tengo nada más que decir... ¿De acuerdo? -Preguntó con seriedad y haciendo ademán de irse, pero asegurándose de que recibía una respuesta antes.

El amejín ni dijo anda, solo asintió y luego miró a su compañero. La situación era difícil y tendrían que planear muy bien que hacer antes de dar el siguiente paso. Se sentía tenso y con una incertidumbre que le presionaba el pecho. Las pocas veces que había estado en una situación tan delicada habían acabado bastante regular si no hubiera aparecido su padre por allí. Pero ahora... Nadie aparecería heroicamente para salvarles.

Por otro lado, el hombre pareció acordarse de algo y antes de irse, se lo dejó caer disimuladamente.

-Yo si fuera vosotros investigaría al hombre que vende piezas a Fakui. No me da muy buena espina y sospecho que quiere traicionarnos... -Simplemente eso.

Se bajó de la caja y se acercó a ellos, amenazante.

—Y yo lamento decirte que no estas al mismo nivel que yo frente a Fakui. No sé si me entiendes... A mi vino a buscarme, a vosotros os ha reclutado como carne de cañón. Haced lo que queráis, pero antes de que acabe el verano tenéis que reuniros con Sombra Brillante. No tengo nada más que decir... ¿De acuerdo?

Kisame asintió, pero el nativo de Inaka ni pronunció palabra ni hizo gesto alguno, simplemente miraba al suelo. Quien calla otorga. Su "jefe" parecía que iba a marcharse, pero se giró hacia los genins.

—Yo si fuera vosotros investigaría al hombre que vende piezas a Fakui. No me da muy buena espina y sospecho que quiere traicionarnos...

Takumi esperaría a que hubiera desaparecido Iroshi para hablar con el amejin, tenían que planear de que manera actuar a partir de ahora.

Pero no desapareció. No sin antes ver la confirmación de aquel que no decía nada. Se quedó mirándole fijamente, esperando una respuesta que no obtuvo. Bajó nuevamente su marioneta al suelo y se aclaró la garganta, en señal de que quería ser respondido de una manera u otra.

-No he visto ni oído tu respuesta... Repetiré por si acaso no me has entendido bien.Antes de que acabe el verano tenéis que reuniros con Sombra Brillante. ¿De acuerdo? -Repitió mirando ahora únicamente a Takumi -¿Sabes? No te pido que seas mi mejor amigo, solo te pido un mínimo de educación. Estoy hablando, y un diálogo consiste en un intercambio de palabras entre dos individuos. -Recalcó, bastante enfadado.

Y allí se quedó mirándole, solo pretendía obtener una respuesta y parecía bastante molesto con su actitud. Kisame por su parte no intervino, de hecho, trató de no moverse mas de lo necesario. Él siempre había sido alguien frío y en ocasiones déspota, de hecho, aquel tipo le caía muy muy mal pero ser educado era algo muy importante y de hecho, era una de las razones por las que principalmente, odiaba a Amekoro Yui... Su falta de modales.

Parece que no quedó contento con la actitud del genin.

—No he visto ni oído tu respuesta... Repetiré por si acaso no me has entendido bien.Antes de que acabe el verano tenéis que reuniros con Sombra Brillante. ¿De acuerdo? ¿Sabes? No te pido que seas mi mejor amigo, solo te pido un mínimo de educación. Estoy hablando, y un diálogo consiste en un intercambio de palabras entre dos individuos. —Se le veía cabreado.

Se quedó mirando al kazejin fijamente, parece que quería una respuesta y la quería pronto.

—¿Acaso tengo alguna otra opción? —Soltó. —No, ¿no? Pues ya esta, no me queda otra que hacerte caso. —Pese a que era mala idea hablarle así no le salía ser educado en esta situación, eran demasiados malos recuerdos los que se habían juntado aquel día en Inaka.

Tenía miedo de como podía acabar esto, solo quería llegar a la Aldea para poder dar un informe con pelos y señales sobre este grupo criminal. Ya sus superiores le ordenarían hacer lo que más les conviniera, pero no estaba por la labor de participar en un grupo criminal, no quería ser un juzgado por traidor como su hermano, no quería ser ejecutado en una plaza... Todos los recuerdos de aquellos aciagos días estaban volviendo, pero esta vez no los veía en tercera persona, no, esta vez le estaban afectando directamente y eso es lo que más miedo le daba. ¿Tal vez acudir a Itona en busca de consejo? Seria una buena opción pero no quería que el anciano maestro en su estado actual se metiera en algo así, su salud era ya muy delicada. Ya vería como ir actuando según fueran pasando las cosas.

—Puedes irte tranquilo, avisaremos a esa tal Sombra Brillante, pero no puedes esperar que actúe de buen grado. —Buscó que se largara de ahí de una vez por todas.

Tenía que hablar ahora con Kisame sobre esto y no quería que nadie les escuchara. Dijo que le echaran un ojo al que le vende las piezas... ¿Takato Fukiwa era? Algo podrían sacar de ahí si busca traicionar a la Corporación, ahora mismo era su mejor aliado en la capital del Viento.

El hombre le empujó con fuerza contra la pared que tenía detrás y se le quedó mirando fijamente. Fue en ese momento cuando su rostro de enfado se tradujo en una sonrisa fría y macabra. Seguramente tuviera un gran plan para ellos, y eso seguramente le divertía, o al menos le tranquilizaba. Echó su marioneta al hombro y puso su mano en el hombro de Takumi.

-Pensaba dejaros libre albedrío pero... Viendo tu actitud, algo me dice que me vas a traicionar. No pienso quitarte el ojo de encima. Y puedes creerme cuando te digo que si descubro que te has ido de la lengua, te encontraremos. Tú mismo... -Dicho esto, dió un par da saltos entre ambas paredes del callejón y desapareció por los tejados.

El rostro impasible con algo de miedo de Kisame se había convertido en preocupación total y absoluta tras la última intervención de aquel marionetista. Se removió algo incómodo y, volviéndose hacia la salida del callejón sin decir nada, comenzó a caminar. Parecía que algo le rondaba la cabeza y, efectivamente, sus pasos se dirigían hacia el taller de aquel hombre.

Le empujó contra la pared.

—¿¡Pero qué haces payas...!? —Se calló en el momento en el que vio su mirada y su sonrisa, parecía que le iba a hacer algo.

—Pensaba dejaros libre albedrío pero... Viendo tu actitud, algo me dice que me vas a traicionar. No pienso quitarte el ojo de encima. Y puedes creerme cuando te digo que si descubro que te has ido de la lengua, te encontraremos. Tú mismo...

Sin esperar respuesta siquiera saltó con gracilidad sobre los edificios y desapareció.

—Puto gilipollas... —Murmuró mientras movía circularmente sus hombros por el golpe contra la pared.

Claro que les quería traicionar, no sabía que cojones se pensaba su "jefe". Hablar ese día con el artesano no era buena idea, si de verdad les quería traicionar no le iba a delatar, pero con las sospechas de Iroshi sería un suicidio. Ahora solo quería hablar rápido con esa tal Sombra Brillante y volver a su Aldea, ahí sabía que estaría seguro.

Miró a su compañero, pero el amejin había comenzado ya a andar.

—Hey, ¿a dónde vas? —Le preguntó. Por la dirección que parecía querer tomar podría estar dirigiéndose a la casa de Takato Fukiwa. —Lo mejor es que nos piremos ya de la ciudad, hablar con ese viejo no es ninguna orden que nos haya dado Iroshi.

No quería discutir con su amigo, pero tampoco quería delatar a ese pobre anciano, había sido muy amable con ellos y si, de ser cierto lo de la traición, le delataran se sentiría muy mal consigo mismo.

Al escuchar las palabras de su compañero, simplemente cambio de rumbo hacia la salida de la ciudad. Solo quería salirse de allí y que no le matasen. Aquella bravuconería de Takumi les podría costar caro y sabía perfectamente que esos tipos podrían asesinarles con una facilidad pasmosa. Caminó hacia la estación de tren con presteza, ahora al menos tenían un objetivo que cumplir.

Era inevitable pasar por delante del taller de aquel anciano para salir de la ciudad. No había que ser un detective para reparar en que estaba ardiendo, con el propio hombre presumiblemente dentro. Así era como se las gastaba esa gente. Sin mirar atrás, Kisame abandonó la ciudad y tomó el tren de vuelta, habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo.