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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
No tardaron mucho en llegar. Quizás no fuera la taberna más grande que hubieran visto nunca pero tampoco se trataba de algo tan pequeño como la de Yachi. A aquelals horas el bullicio impregnaba la sala y el camarero se afanaba por servir y pagar todas las órdenes que le llegaban a la barra. Había gente variopinta que cubría toda la taberna: desde simples jornaleros, hasta jóvenes pasando por algún que otro anciano posiblemente jubilado, pero en una esquina destacaba un hombre joven bien vestido con un enorme bulto apoyado en la pared cubierto complétamente por vendas. Kisame se acercó a la barra y esperó a que fuera su turno.

-Para mi un té verde -Pidió antes de mirar a su compañero.

Una vez el tabernero se fue a sus cosas hizo una seña con la cabeza hacia el hombre de la marioneta, quizás debieran de sentarse cerca de él, había sitio de sobras o preguntarle al tabernero? En aquel momento su búsqueda estaba un poco atascada, aunque ya tenían algunas piezas para el rompecabezas, aunque aún careciera de sentido alguno para ser descifrado...

-Tenemos que descubrir donde vive, quizás tengamos que ir nosotros mismos a ver qué pasa... -Musitó casi rozando su oído, aunque el bullicio lo hubiera tapado, había que ser precavido.
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#32
Y su memoria no le falló, en aquel acto de encontrar una taberna en su ciudad natal después de tanto tiempo le llegaba una sensación de placer que llebaba sin experimentar desde que era un crío. La taberna estaba llena, había gran cantidad de clientela, ancianos, adultos, niños... Pero había uno que le llamó la atención, no por su aspecto precisamente, sino por lo que tenía a su lado apoyado en la pared. Un bulto cubierto de vendas, si su intuición no le fallaba lo que había dentro era una marioneta, era una forma muy común de portar las marionetas que no fueran de un excesivo tamaño; aunque él prefería llevarlo todo en pergaminos, más cosas en menos espacio. Se colocaron en la barra para pedir, pero el kazejin no dejaba de echar un ojo a la persona de antes, ¿quién sería?

Para mi un té verde. —Y miró al genin del Remolino, esperando a que pidiera él.

Yo uno rojo por favor.

Al tomarles la orden su compañero le hizo un gesto señalando hacia el hombre de la supuesta marioneta.

Tenemos que descubrir donde vive, quizás tengamos que ir nosotros mismos a ver qué pasa... —Le susurró, había que mantener en secreto las intenciones de estar en Inaka, podría salirles muy mal la jugada si la persona equivocada se enteraba de que dos shinobis estaban husmeando por la ciudad buscando a Fakui.

Podríamos probar a sentarnos cerca de aquel señor, —Dijo en un tono para que únicamente lo pudiera escuchar el amejin. —hay algo de él que me escama... Y por ese bulto yo diría que conoce a Fakui-sama. La otra opción es esperar a un poco antes de la noche, aquel anciano tenía que entregar el prototipo antes de que acabara el día y seguirle. Pero sería un suicidio casi asegurado...
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#33
El camarero les sirvió el té con diligencia y velocidad pese al barullo sin detenerse más de lo necesario ni mediar palabra apenas. Se le notaba apurado. El amejin dejó su pago sobre la barra, asegurándose de que lo veía y lo cogía lo antes posible y se dirigió hacia la mesa contigua del hombre. Parecía solo, pero no tenía el ceño fruncido ni muestras de ser alguien frío, solitario o antipático. Más bien tenía pinta de ser alguien que pasaba por allí. Bebía su té con calma pero mirando hacia la puerta cada rato, como si esperase a alguien en particular, se le notaba algo nervioso, inquieto o simplemente es que era alguien poco paciente. No reparó ni siquiera en que ambos genin se sentaron cerca de él, solo mantenía su vista intermitente entre su taza y la puerta, tocando de vez en cuando el bulto que tenía tras él para comprobar que seguía allí.

Por sus costumbres y ropas era obvio que era alguien de la zona, quizás mas mayor que ellos aunque no en exceso. Ahora que estaban más cerca, pudieron ver en su frente la amrca inconfundible de que en ella hubo una bandana, pero ahora ya no pues el sol había curtido menos esa parte de su rostro. Cuando la puerta se abrió, un hombre aparecio tras ella. Mas que un hombre, parecía un niño, el cual se fue a sentar con el presunto marionetista rápidamente.

-La familia de Notsuba ha llegado esta noche. ¿Tienes todo listo? -Preguntó en tono normal, sin sospechar que alguien les estaría escuchando. El hombre solo asintió, sin decir nada. -No tardes, ya sabes donde hemos quedado... -Dijo, antes de levantarse y salir a prisa del establecimiento.
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#34
Tras pagar su té siguió a su compañero a la mesa contigua de aquel supuesto marionetista. Se le notaba nervioso, estaba esperando algo, pero ni idea de que podría ser. Ya más de cerca parecía un chaval algo mayor que ellos, y por la marca en su frente habría llevado un protector hacía algún tiempo. «Este tío... Es muy extraño todo.» Al poco la puerta se abrió alguien se acercó a aquella mesa del extraño joven y se sentó junto a él.

La familia de Notsuba ha llegado esta noche. ¿Tienes todo listo? —El otro asintió nada más. —No tardes, ya sabes donde hemos quedado...«Y bingo.»

Takumi miró a su compañero con una ligera sonrisa mientras daba un largo trago a su té. Dudaba que tuviera que decir nada a su compañero, tendrían que seguirle.
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#35
El amejín se tomaba el té con calma mientras escuchaba la conversación. Era bastante obvio que habían dado en el clavo y aparentemente de forma fortuita habían consegido dos piezas de un rompecabezas que aún apenas habían comenzado, o si, pero no tenían ni la menor idea de lo que les esperaba. Tras la ida del niño, el otro hombre que aparentemente en algún momento habría llevado una bandana, se tomó con calma su refrigerio y tras unos minutos se levantó para salir del establecimiento con paso calmado. no se le veía apresurado, su actitud había cambiado en seco desde que había escuchado las noticias de su informador.

Kisame apuró su té en cuanto le vio salir y le hizo señas a Takumi para que se levantaran y fueran tras él. Eso de seguir a alguien era de primero de academia, pero viendo que ese tipo era un ninja se antojaba un poco más complicado, al menos tenían el respaldo de que en las calles de aquella ciudad había mucho movimiento aunque, esto podría ser un arma de doble filo, pues podrían perderle con facilidad si no estaban atentos.

Salieron del establecimiento sin despedirse de nadie, o al menos eso hizo el pelinegro y fijó siu mirada en la muchedumbre para no perderlo. Era difícil distinguirlo, pero aún estaba a unos metros. Comenzó a caminar a su mismo ritmo unos metros detrás, tratando de que no les viese, aunque de momento no parecía estar preocupado de si alguien le seguía o dejaba de seguir... Dobló una esquina y se metió a un callejón completamente desierto, en aquel sitio si que sería sospechoso ir tras él...
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#36
Cuando aquel sospechoso hombre se levantó y salió por la puerta Takumi siguió a su compañero, intentó salir de la taberna con calma, tampoco era cuestión de que se notara que estaban siguiendo a aquella persona.

A la salida Takumi le dio su sandogasa al amejin, lo mejor sería que él se cubriera ya que era el que más llamaba la atención. El kazejin se puso su palestina en la cabeza, para taparse del sol que caía sobre la ciudad y de paso ocultar ligeramente su rostro. Al menos así estarían bien ocultos.
No debía de ser difícil seguirle gracias al bulto que tenía que llevar consigo, pero las abarrotadas calles de Inaka no ayudaban a hacer este trabajo.

Le estuvieron siguiendo un rato, pero llegó un momento que su objetivo entró a un callejón muy probablemente desierto. «Mierda... Por aquí seguro que nos puede cazar.» Tenían que buscar una forma de que no les pillaran.

Hinosuke, —Le dijo al oído para que sólo lo escuchara él. —es un suicidio seguirle por un callejón vacío, ¿crees que tu mapache podría seguirle e informarnos más tarde de dónde está? —Era la única opción que se le podía venir a la mente para continuar.
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#37
Rechazó la sandogasa, pues él mismo llevaba una kasa de paja, como en cada viaje que hacía, simplemente aún no se la había puesto y la tenía colgada en la espalda. Quizás no la había visto pues no era demasiado grande u lo cierto es que no se le veía mucho, era algo normal. Se la puso entonces habiendo entendido la indirecta. Así se le vería menos. cuando el hombre giró por aquella calle y escuchó a Takumi frunció el ceño un poco. Quizás podría servir, pero hacer una técnica como esa en medio de la calle llamaría muchísimo la atención y revelaría su obvia identidad de shinobi pues justamente el jutsu de invocación era algo que no todos los ninjas dominaban y estaba considerada una técnica difícil.

-Es buena idea pero... Invocarlo delante de todo el mundo sería, cuanto menos, llamativo... -Dijo mirándole y luego girándose de nuevo hacia el hombre -Si trato de irme a otro lugar a convocarlo, el hombre se perderá entre la gente y no disponemos de ningún objeto personal para que mi compañero lo rastree. -Añadió.

Quizás no conocía el funcionamiento exacto de la técnica, y no le culpaba pues era lo habitual entre genins. Se acercó al callejón y miró al hombre unos segundos pensando en qué hacer. Desde luego, no se le ocurría ninguna otra manera de seguirle y hacerlo en aquella calle que estaba casi vacía era descubrirse de forma bastante clara. Solo les quedaba girar por una calle contigua y después desearse suerte para encontrarlo entre todo el gentío.

-¿Y si accedemos a la calle paralela desde otro lugar y luego le buscamos? No se me ocurre otra cosa... -Quizás aportarlo en voz alta era lo mejor, porque no les quedaba mucho tiempo hasta que el marionetista se perdiese entre la muchedumbre.
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#38
Es buena idea pero... Invocarlo delante de todo el mundo sería, cuanto menos, llamativo... —No tenía ni idea del funcionamiento de las invocaciones, era una técnica que por lo que le habían dicho era complicada, pero se fiaría del amejin que era quien controlaba de eso. —Si trato de irme a otro lugar a convocarlo, el hombre se perderá entre la gente y no disponemos de ningún objeto personal para que mi compañero lo rastree.

Mientras el kazejin daba vueltas a su cabeza sobre el procedimiento que debían tomar... ¿Qué más opciones podrían tomar?

¿Y si accedemos a la calle paralela desde otro lugar y luego le buscamos? —Dilucidó su compañero. —No se me ocurre otra cosa...

No es nada mala... Vamos con ello, tampoco tenemos nada más por el momento. —Seguir ellos directamente a ese hombre no le daba mucha confianza, muy probablemente tendría más experiencia que ellos dos en el mundo shinobi y le daba miedo que se percatara mandando todo al traste. —¿Si el callejón paralelo esta vacío ves buena idea invocar al mapache ahí? He de admitir que tengo miedo de que nos descubra... Si ha sido shinobi tiene que estar acostumbrado a estos procedimientos y seguro que se guarda bien las espaldas.

Siempre pensaba que cuanto más se guardasen las espaldas mejor.
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#39
Simplemente asintió y comenzó a caminar rápidamente hacia el callejón paralelo pero para su desgracia, a pesar de estar poco lleno, había gente también. Miró a su compañero con mal gesto y le indicó que siguieran hasta volverlo a ver. No sabía si el hombre ya sabía que le estaban siguiendo, epro no tenían otra opción, a decir verdad. Caminaron rápidamente por aquella estrecha calle hasta que, llegando al final, se cruzaron casi de morros con el hombre en cuestión, el cual solo les miró con una sonrisa y continuó su caminata.

Aquello había sido raro, parecía que les había reconocido solo con esa mirada. El hombre echó las manos a sus bolsillos y siguió caminando por la ciudad, rápidamente, hasta que al cabo de un rato llegó a una plaza completammente vacía. Esperó a que ambos shinobis llegasen a él y a pesar de que estaban a una distancia prudencial, alzó la voz.

-Dejad de disimular... Sé que me seguís desde la taberna, estúpidos civiles, sois tan obvios... -dijo con sorna mientras sacaba un cigarrillo de su portaobjetos y se lo prendía con el dedo, el cual se incendió levemente -A ver, ¿qué queréis? Ya no hago de mercenario, tengo contrato con Fakui. -Soltó sin tapujos.

El amejín se quedó paralziado, no sabía muy bien que decir. El hombre se volteó y les miró directamente a los ojos. No parecía enfadado, solo divertido por la situación y su subrealismo, o así lo veía él.
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#40
El callejón paralelo tenía gente también, imposible hacer la jugada del mapache. Y por el final de la calle apareció el hombre al que estaban siguiendo, al kazejin se le heló la sangre. «Espera, ha... ¿Sonreído?» Pasó de largo.

¿Crees que se ha dado cuenta? —Le susurró al amejin.

Su objetivo siguió caminando por la ciudad, mientras los genins le seguían a una distancia prudencial, pero al llegar a una plaza desierta se frenó en seco. Sus seguidores se acercaron más a él y ya en la plaza alzó la voz.

Dejad de disimular... Sé que me seguís desde la taberna, estúpidos civiles, sois tan obvios... —Dijo con confianza y se colocó un cigarro en los labios, el cual encendió con la punta de su dedo. «¿Katon? Puede ser un serio problema para Mono si tenemos que combatir...»A ver, ¿qué queréis? Ya no hago de mercenario, tengo contrato con Fakui. —Se giró hacia ellos, mirándoles fijamente. Parecía que esto le divertía.

Eh... ¿Nosotros? —Miró asustado a Kisame, que parecía estar paralizado. —Estábamos nada más dando un paseo por la ciudad, llevaba mucho tiempo sin estar por aquí, no le estábamos siguiendo ni nada parecido. —Dijo lo más calmado que pudo.
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#41
El hombre se sonrió ante esas palabras y se acercó a ellos, expulsando el humo por la nariz tras una larga calada. Parecía estar excesivamente tranquilo y muy confiado. Dejó su enorme bulto a su lado y se apoyó sobre él mirándoles con la barbilla en alto. Tras ellos, pese a que aún no lo sabían, aparecería un peculiar grupo formado por un hombre musculoso, ataviado con una ligera túnica púrpura y portando una kasa de hierro. A su lado, una chica de constitución atlética que vestía con una túnica del mismo color y portaba una kasa similar, pero a su medida. Parecían guiados por el niño de la taberna, y este parecía ser el punto de encuentro.

-Joder... El viejo Tomoi con su preciosa hija... Madre mía, hacía años que no te veía cabrón... ¿Te has hecho viejo eh? Pero veo que sigues en forma... -Dijo sonriendo con malicia mirando a la espalda de los chicos, hacia el viejo de Notsuba.

La rubia le miró con odio, parecía estar asqueada por algo o simplemente odiaba a ese marionetista. Si los genin se giraban verían que, sin duda alguna, se trataba de la familia que habían conocido en Notsuba. El hombre caminó hasta colocarse al lado de los genin y les miró con seriedad. La chica torció el gesto y cerró los puños al verles.

-Que te den, Iroshi... No vendría a ver tu cara de mierda si no fuera estrictamente necesario y lo sabes... ¿Que hacen estos malnacidos aquí? -Dijo Tomoi con odio

-Vaya... ¿Los conoces? Que sorpresa... Estaban siguiéndome hasta hace un momento -Soltó dejando escapar una risotada.

Kisame retrocedió unos metros y agarró a Takumi de la túnica para que lo hiciera con él. Si había que pelear, mejor que fuera a una distancia prudencial, aunque viendo que estaban en medio de una ciudad posiblemente no lo harían, o eso creía el pelinegro. Estaba nervioso, porque les superaban en número y porque posiblemente no podrían pelear contra ellos de nuevo, la vez anterior les había costado lo suyo...
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#42
Aquel marionetista sonrió ante la clara escusa del kazejin, se acercó a ellos mientras de su nariz emanaba el humo de su pitillo. Se les quedó mirando con sobrada confianza, apoyado en su marioneta envuelta. «Esto no me da buena espina...» Pero en ese momento aquel hombre dirigió la mirada hacia detrás de los genins y puso una sonrisa que estaba cargada de malicia.

Joder... El viejo Tomoi con su preciosa hija... Madre mía, hacía años que no te veía cabrón... ¿Te has hecho viejo eh? Pero veo que sigues en forma...«¿Eh?»

El shinobi de las gafas se giró para ver hacia quien se dirigía, lo que vio le dejó helado y sus ojos se abrieron como platos. Allí estaban dos personas, una de mayor estatura que otra, vestidas con sendas túnicas púrpuras y, lo que más le llamó la atencion... Unos kasas de hierro. «No puede ser...» Eran aquel anciano samurai y su hija de Notsuba, los que intentaron robarles y les salió el tiro por la culata.

Que te den, Iroshi... No vendría a ver tu cara de mierda si no fuera estrictamente necesario y lo sabes... ¿Que hacen estos malnacidos aquí?«Eso mismo digo yo de ti viejo...»

Vaya... ¿Los conoces? Que sorpresa... Estaban siguiéndome hasta hace un momento. —Soltó una carcajada.

Kisame agarró a Takumi de su haori y se alejaron unos metros, entendía por qué lo hacía, pero combatir en medio de una plaza de Inaka no estaba en sus planes; lo que le faltaba es que acabara siendo buscado por las autoridades de su ciudad natal. Además en estos momentos eran, mínimo, tres contra dos y seguramente ellos tendrían más experiencia que los dos jóvenes.

Veo que al final rechazaste mi oferta... —Se dirigió a la hija del anciano, a la cual en su anterior encuentro le había propuesto salir de aquella vida criminal y enrolarse en las filas de Uzushiogakure. —Una pena la verdad...
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#43
La chica miró a Takumi con un gesto compungido, pero rápidamente se le borró del rostro. Miró a su padre y luego a los dos genin de nuevo. Aquel tipo de comportamientos eran comunes entre personas maltratadas cuando estaban junto a, precisamente, su maltratador. Se quedó al margen mordiéndose la lengua para no decir nada. Para sus adentros, ella quería haber viajado a cualquiera de las aldeas ninja para entrenarse como shinobi, pero no se lo habían permitido, aunque eso... Ni el Taka ni el Tsukisame lo sabían.

-No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja. -Dijo colocando una mano en el hombro de su hija y mirando con odio a ambos genin.

-Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... -Respondió mirando su enorme marioneta -Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... -Añadió, dibujando una oscura sonrisa en su rostro acercando su mano al comienzo de la venda que cubría la enorme marioneta.

Fue en ese momento cuando la niña apretó sus dientes, cerró sus puños y se despojó de la kasa de hierro, al igual que de la túnica. Dio un enérgido salto y se colocó frente a los dos genin. Llevaba unas mallas hasta la rodilla de color azul marino, junto con unas botas ninja tabi del mismo color. Un top blanco y unas vendas en ambas manos que le llegaban hasta el codo. Se hacía mas evidente en ese momento su enorme musculatura pues posiblemente superase con creces la de cualquier ninja de su edad, por fuerte que estuviera.

-No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... -Dijo la chica, con la voz temblorosa y unas lágrimas recorriéndole el rostro -Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido -Concluyó con seriedad.

Al escuchar ese apellido a l amejin se le paró el corazón. ¿Podrían ser... La familia de ninjas renegados que habían encarcelado junto al equipo de Ichiro y Roga? Tragó saliva con dificultades mientras seguía retrocediendo. Hasta que, llegado a cierto punto, su cabeza chocó contra algo que parecía madera. Si los ninja se dieran la vuelta, verían a una especie de hombre de aspecto alto y fornido, pero con el rostro enormemente arrugado. Habían chocado justo contra su pecho. El hombre puso su mano derecha sobre el hombro de Takumi, dejando ver que no era humana, sino... Una marioneta. Llevaba algo que no se podría llamar túnica, sino mas bien enormes telas enroscadas aleatoriamente sobre su cuerpo, de color negro azabache que le cubrían hasta los pies, incluso rozaban el suelo. Tenía el pelo completamente blanco y el rostro muy arrugado.

-Fa-Fakui-sama... -Dijo el de Notsuba, reverenciándole de forma exagerada.

Todos los demás le imitaron, como si se tratase de un dios, de una divinidad omnipotente, o solo de un hombre enormemente respetado. Incluso la chica se apresuró a volverse a poner la túnica y la kasa de hierro, como tratando de disimular.
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#44
La cara de la chica durante un pequeño instante cambió de gesto, parecía triste ante las palabras del marionetista... «Sal de ahí de una vez... Tú no quieres seguir con esto...» Takumi sentía que tenía que seguir insistiendo, podía ser que la acabara convenciendo, pero ese no era el momento más idóneo para ello.

No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja.

Lo que le prometí no es gloria, es una vida digna lejos de robar a incautos viajeros. —Le reprochó al viejo. Tal vez no era la mejor idea ponerse chulo en aquella situación, pero las palabras de aquel hombre le hacían hervir la sangre.

Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... —Miró a su marioneta. —Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... —Fue desenvolver su marioneta, esto se podía poner feo. «Mierda...»

Antes de que aquel tal Iroshi sacara su artilugio de combate la chiquilla se deshizo rápido de su túnica y su kasa y se colocó frente a los genins. No combatir contra el marionetista estaba bien, pero la joven tampoco daba mucha confianza de que pudiera dar un combate sencillo, su musculatura indicaba que podía destrozar sin problema alguno cualquier marioneta o hueso.

No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... —Su voz temblaba y unas lágrimas le caían por las mejillas. —Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido.

Déjate de tonterías, huye con nosotros... Sabes que esta no es una buena vida, hazlo por ti y por tu madre...

El amejin palideció, más de su tono de piel habitual si es posible, ante las palabras de la hija del samurai y comenzó a retroceder, pero algo chocó con el y cayó al suelo.

¿Eh? —Se giró para comprobar que la había pasado a su compañero cuando una mano se apoyó en su hombro.

Cuando el kazejin elevó su vista vio a un señor excesivamente mayor, de cara arrugada y pelo completamente blanco. Vestía una gran cantidad de largas telas ónices, pero lo que más le llamó su atención fue la mano de aquel señor. Era una mano de marioneta y en ese momento entendió que ese señor era una marioneta humana. Itona le había hablado de ello, marionetistas de muy alto nivel que modifican su propio cuerpo imposibilitando el paso del tiempo... Es básicamente alcanzar la inmortalidad. Esto aterró al shinobi del Remolino, el cual comenzó a retroceder y ayudó a levantarse a su compañero, mientras le miraba con terror.

Fa-Fakui-sama... —El viejo de la nodachi procedió a realizar una ostentosa reverencia. «¿C-cómo? No puede ser...»

Todos hicieron lo mismo, incluso la joven que tenían frente a ellos recogió su túnica y su kasa y se unió a la reverencia. Parecían adorarle, cómo a un líder, un Daimyō... Un dios.

K-kisame... —Le susurró a su amigo. —¿Q-qué hacemos? Huimos de aquí, ¿no? —El terror era indeleble de su rostro.
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#45
El anciano hombre caminó hacia el grupo de adultos y la chica, dejando atrás a los jóvenes genin mientras con su mano de madera les hacía señas para que se levantasen, señal que obedecieron al instante. No les dijo nada, solo hizo un gesto a ambos chicos para que se acercasen a él. no parecía enfadado, ni agresivo solo interesado en ellos. Carraspeó la garganta y rápidamente el hombre de la marioneta se dispuso a tenderle una cantimplora. Bebió abundantemente y con suma elegancia antes de volverse hacia Kisame y Takumi.

-No, no os vais a ningún lado... -Zanjó de forma tajante -Ahora sabéis demasiado y me veo obligado a deciros que desde ahora, estáis trabajando para mi -Dijo con suma calma, mirándoles con unos ojos que harían incomodarse a la mismísima Amekoro Yui, al parecer el carisma era desbordante en ese hombre.

-Pe-pero... Fakui-sama -Replicó Tomoi en desacuerdo, pero nervioso.

El hombre le hizo callar solo con la mano y se acercó a ambos ninjas despacio, majestuoso y estudiandoles de arriba a abajo. Señaló los pergaminos de Takumi y sonrió, parecía que se imaginaba de donde venían o al menos, eso parecía. Le volvió a poner la mano en el hombro y le miró a los ojos. Si la situación no fuese tan tensa, podríamos haberlo definido como expresión jovial pero... en aquel momento era algo turbio.

-Fuuinjutsu ¿eh? -Murmuró antes de mirar a Kisame -Tu no eres de aquí... Y también eres ninja... Dime... ¿qué sabes hacer? -Preguntó con aparente amabilidad.

-Sé defenderme -Musitó ocultándole información pero, claramente diciendo la verdad.

El hombre soltó una carcajada, como si aquello le pareciese divertido. El amejín trataba de mantenerse estoico, pero en sus ojos se reflejaba la tensión, el miedo que le daba toda aquella situación. Aquello podría salir muy bien o... Muy mal.
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