14/03/2020, 22:34
—¡Kokuō! —protestó Daruu, cruzándose de brazos en un gesto enrabietado—. ¡Ya han pasado meses desde que prometimos ayudarte! ¡Y sigues hablando como si todo el rato nos estuvieras perdonando la vida! ¿Es así como gente que está en el mismo equipo se trata? —Con un bufido, molesto y cansado, el chico se dio media vuelta—. En fin... qué remedio. Seguiré entrenando —decidió, y Ayame dejó caer los hombros mientras observaba cómo se acercana hasta sus shuriken, tirados en el suelo—. Felicidades por el ascenso, Ayame. Ya lo celebraremos.
Fue como si se le hubiese hundido el corazón en lo más profundo del pecho de un solo golpe.
«Y... yo creía que...» Ayame agachó la mirada, decepcionada y con un doloroso nudo en la garganta.
Pero carraspeó para deshacerlo y se dio la vuelta.
—V... vale. Que te vaya bien... entrenando.
Entrelazando los dedos de las manos y luchando porque las lágrimas no afloraran a sus ojos, la muchacha salió de la sala de entrenamiento. Entre la reacción de su padre al enterarse al mismo tiempo de lo de Kokuō y de su ascenso y aquello, podía afirmar con total rotundidad que había sido la promoción más desastrosa de la historia. Y lo peor era aquella sensación de culpabilidad por querer más atención, más reconocimiento.
Fue como si se le hubiese hundido el corazón en lo más profundo del pecho de un solo golpe.
«Y... yo creía que...» Ayame agachó la mirada, decepcionada y con un doloroso nudo en la garganta.
Pero carraspeó para deshacerlo y se dio la vuelta.
—V... vale. Que te vaya bien... entrenando.
Entrelazando los dedos de las manos y luchando porque las lágrimas no afloraran a sus ojos, la muchacha salió de la sala de entrenamiento. Entre la reacción de su padre al enterarse al mismo tiempo de lo de Kokuō y de su ascenso y aquello, podía afirmar con total rotundidad que había sido la promoción más desastrosa de la historia. Y lo peor era aquella sensación de culpabilidad por querer más atención, más reconocimiento.