16/03/2020, 21:13
Junko sonrió sin que su alumno pudiera verla cuando éste, sin decir una sola palabra y pese a que parecía visiblemente sorprendido por el repentino impulso de ella comenzó a imitarla. Sin duda era un muchacho diligente, obediente y listo. La Uzumaki era consciente de que le había tocado un premio gordo: no muchos alumnos recién graduados eran tan maduros como aquel chico. Con la mayoría primero había que templarlos bien, educarlos casi, como un herrero a una pieza de metal sin trabajar. Al fin y al cabo se trataba de niños muy jóvenes a los que la vida ninja hacía crecer y madurar a marchas forzadas, de formas injustas la mayor parte de las veces.
—¡Alehop! Perfecto. Siempre estira después de los entrenamientos, Takumi, no vaya a ser que una contractura te deje de baja unos días —rió, jocosa—. Venga va, vámonos al sitio este que te dije, que ya me rugen las tripas.
Uzumaki Junko salió del Jardín de los Cerezos acompañada de su alumno. El paseo hasta el restaurante del buffet libre de sushi fue ameno, acompañado del trinar de los pajarillos y de la suave brisa del mediodía. Por el camino la maestra se paró a saludar a un par de ninjas que parecieron muy sorprendidos de verla vistiendo su chaleco y acompañada de un genin —"¿es tu alumno?", le preguntaron sin poder aguantarse—; ella les contestó con toda la naturalidad del mundo, aunque Takumi pudo advertir cierta incomodidad en la expresión de su maestra cuando salía el tema.
Finalmente llegaron a la puerta de un establecimiento moderno, bastante grande, que contrastaba con el aspecto general de los bares y restaurantes en la tradicional Uzushiogakure no Sato. Sobre la puerta automática de doble hoja de cristal colgaba un cartel con luces de neón que anunciaba la oferta estrella del local: buffet libre de sushi, "todo lo que puedas comer".
—¡Buenas tardes! —saludó Junko nada más entrar.
—¡Bienvenidos! —le contestó una muchacha uniformada que se ofreció a colocarles en una mesa cercana a la cinta por donde iban pasando platillos con una o varias piezas de distintos tipos de sushi—. ¡Junko-san, bienvenida! Hoy el maestro Kenshin está preparando un sashimi de salmón delicioso, ¡tu favorito!
La chūnin no pudo contener su gozo, alzando el único brazo que tenía al cielo en gesto de victoria antes de sentarse y empuñar con habilidad sus palillos. Takumi tenía una silla al otro lado de la pequeña mesa, también con un par de palillos de madera, un vaso vacío, y una servilleta.
—¿Qué toman para beber? La bebida no está en el buffet.
—¡Alehop! Perfecto. Siempre estira después de los entrenamientos, Takumi, no vaya a ser que una contractura te deje de baja unos días —rió, jocosa—. Venga va, vámonos al sitio este que te dije, que ya me rugen las tripas.
Uzumaki Junko salió del Jardín de los Cerezos acompañada de su alumno. El paseo hasta el restaurante del buffet libre de sushi fue ameno, acompañado del trinar de los pajarillos y de la suave brisa del mediodía. Por el camino la maestra se paró a saludar a un par de ninjas que parecieron muy sorprendidos de verla vistiendo su chaleco y acompañada de un genin —"¿es tu alumno?", le preguntaron sin poder aguantarse—; ella les contestó con toda la naturalidad del mundo, aunque Takumi pudo advertir cierta incomodidad en la expresión de su maestra cuando salía el tema.
Finalmente llegaron a la puerta de un establecimiento moderno, bastante grande, que contrastaba con el aspecto general de los bares y restaurantes en la tradicional Uzushiogakure no Sato. Sobre la puerta automática de doble hoja de cristal colgaba un cartel con luces de neón que anunciaba la oferta estrella del local: buffet libre de sushi, "todo lo que puedas comer".
—¡Buenas tardes! —saludó Junko nada más entrar.
—¡Bienvenidos! —le contestó una muchacha uniformada que se ofreció a colocarles en una mesa cercana a la cinta por donde iban pasando platillos con una o varias piezas de distintos tipos de sushi—. ¡Junko-san, bienvenida! Hoy el maestro Kenshin está preparando un sashimi de salmón delicioso, ¡tu favorito!
La chūnin no pudo contener su gozo, alzando el único brazo que tenía al cielo en gesto de victoria antes de sentarse y empuñar con habilidad sus palillos. Takumi tenía una silla al otro lado de la pequeña mesa, también con un par de palillos de madera, un vaso vacío, y una servilleta.
—¿Qué toman para beber? La bebida no está en el buffet.