17/03/2020, 18:29
(Última modificación: 15/08/2020, 22:05 por Himura Ren. Editado 2 veces en total.)
Curso nuevo, vida nueva; o eso era lo que pensaba Ren en el concurrido y apretado metro. Consiguió un asiento casi de pura suerte al entrar in extremis al vagón del tren. Suspiró aliviada, dando un largo y tendido suspiro con la mochila sobre sus piernas, alzando la mirada al techo sobre el que se erguían cientos de manos en búsqueda de un soporte.
— He conseguido un asiento en casi hora punta ¿Abre agotado toda la suerte del día? ¿O tal vez la del año entero? — murmuró esperando la siguiente perrada de los Dioses.
Pero parecía ser que no; pudo llegar hasta su nuevo centro escolar sin ningún otro percance. Se limitó a seguir a otros estudiantes que compartían uniforme con el de ella; eran casi en su totalidad negros, salvo detalles de colores azules, rojos o verdes a elección propia, aunque tiempo atrás había simbolizado en aquella escuela para distinguir las diferentes clases o cursos. Rechazaba, aunque no por completo el llevar falda, por lo que apoyado en ocasiones por su rudo carácter, era fácil confundirla por un chico.
— Vaya, mira quién está aquí — dijo dándole un fuerte golpe en el hombro a un chaval con su mismo uniforme, eran de altura más que parecida, pero Ren le sacaba algunos centímetros. — ¿Te han cambiado de centro a tí también, o llevas aquí tiempo y no me he enterado? — añadió para revolverle el pelo mientras le sostenía con el brazo contrario.
— Maldita sea, no me voy a librar de tí ni en el infierno — respondió, consiguiendo zafarse de la joven. — Vamos, deja de hacer el idiota, no queda mucho para que empiecen las primeras clases, y no quiero confundirme de clase.
— Que peñazo ¡que más da por una o dos clases! — añadió con una risa; pero su tono era lo suficientemente alto, como para que cualquiera de los que estuviera vigilando la entrada al recinto, la oyera alto y claro. Aún a sus 16 años, en más de una ocasión parecía no haber madurado.
— He conseguido un asiento en casi hora punta ¿Abre agotado toda la suerte del día? ¿O tal vez la del año entero? — murmuró esperando la siguiente perrada de los Dioses.
Pero parecía ser que no; pudo llegar hasta su nuevo centro escolar sin ningún otro percance. Se limitó a seguir a otros estudiantes que compartían uniforme con el de ella; eran casi en su totalidad negros, salvo detalles de colores azules, rojos o verdes a elección propia, aunque tiempo atrás había simbolizado en aquella escuela para distinguir las diferentes clases o cursos. Rechazaba, aunque no por completo el llevar falda, por lo que apoyado en ocasiones por su rudo carácter, era fácil confundirla por un chico.
— Vaya, mira quién está aquí — dijo dándole un fuerte golpe en el hombro a un chaval con su mismo uniforme, eran de altura más que parecida, pero Ren le sacaba algunos centímetros. — ¿Te han cambiado de centro a tí también, o llevas aquí tiempo y no me he enterado? — añadió para revolverle el pelo mientras le sostenía con el brazo contrario.
— Maldita sea, no me voy a librar de tí ni en el infierno — respondió, consiguiendo zafarse de la joven. — Vamos, deja de hacer el idiota, no queda mucho para que empiecen las primeras clases, y no quiero confundirme de clase.
— Que peñazo ¡que más da por una o dos clases! — añadió con una risa; pero su tono era lo suficientemente alto, como para que cualquiera de los que estuviera vigilando la entrada al recinto, la oyera alto y claro. Aún a sus 16 años, en más de una ocasión parecía no haber madurado.