17/03/2020, 19:05
Hana había conseguido llegar a segundo año con la mayor media de todo su curso, lo cual la ponía a cargo del Consejo Estudiantil con la graduación de la ex-presidenta el año anterior. Durante el año que habían compartido la había acompañado en casi cada tarea, con lo cual no era ninguna novata en el cargo y nadie osaba disputar su puesto.
El primer día, como siempre, era el día del caos por excelencia. Cientos de adolescentes arremolinándose alrededor del edificio sin saber cual era su clase o qué demonios hacer con sus vidas, y tampoco les importaba, se dedicaban a hacer reencuentros la mar de emotivos en vez de informarse, con lo cual corría a cargo del Consejo Estudiantil que cada oveja llegase a su rebaño.
Gracias a la previsión de Hana, habían conseguido sobrellevar el primer día casi sin incidentes ni retrasos. Era la rubia la que esperaba a los dos únicos alumnos que llegaban tarde, uno parecía intentar huir del otro, el cual Hana no reconocía. Se acercó a ellos con una sonrisa.
— Bien, me alegro de tener dos voluntarios para empezar el turno de limpieza del aula esta tarde. La próxima vez sed puntuales. Kini, ves a clase. ¿Y tú? ¿Quien eres? No hay ningún chico nuevo este año. ¿No te habrás equivocado de aula?
La chica le dedicó una mirada de arriba abajo para después apuntar algo en la libreta que sostenía con la zurda para escribir con la diestra. Llevaba el pelo recogido en una trenza que se apoyaba sobre su hombro derecho, aunque dos mechones le colgaban por delante de las orejas, uno a cada lado de la cara. Su ceño fruncido hacía que sus ojos achocolatados le dedicasen una mirada severa al chico moreno desconocido que se plantaba ante ella.
Su indumentaria era impecable, su uniforme parecía recién planchado, sin una sola arruga, con detalles carmesíes en un tono único de los que forman parte del Consejo Estudiantil, así como su plaquita que la acreditaba como presidenta.
El primer día, como siempre, era el día del caos por excelencia. Cientos de adolescentes arremolinándose alrededor del edificio sin saber cual era su clase o qué demonios hacer con sus vidas, y tampoco les importaba, se dedicaban a hacer reencuentros la mar de emotivos en vez de informarse, con lo cual corría a cargo del Consejo Estudiantil que cada oveja llegase a su rebaño.
Gracias a la previsión de Hana, habían conseguido sobrellevar el primer día casi sin incidentes ni retrasos. Era la rubia la que esperaba a los dos únicos alumnos que llegaban tarde, uno parecía intentar huir del otro, el cual Hana no reconocía. Se acercó a ellos con una sonrisa.
— Bien, me alegro de tener dos voluntarios para empezar el turno de limpieza del aula esta tarde. La próxima vez sed puntuales. Kini, ves a clase. ¿Y tú? ¿Quien eres? No hay ningún chico nuevo este año. ¿No te habrás equivocado de aula?
La chica le dedicó una mirada de arriba abajo para después apuntar algo en la libreta que sostenía con la zurda para escribir con la diestra. Llevaba el pelo recogido en una trenza que se apoyaba sobre su hombro derecho, aunque dos mechones le colgaban por delante de las orejas, uno a cada lado de la cara. Su ceño fruncido hacía que sus ojos achocolatados le dedicasen una mirada severa al chico moreno desconocido que se plantaba ante ella.
Su indumentaria era impecable, su uniforme parecía recién planchado, sin una sola arruga, con detalles carmesíes en un tono único de los que forman parte del Consejo Estudiantil, así como su plaquita que la acreditaba como presidenta.