23/03/2020, 15:55
Primera Flor del 220
La aldea aún seguía de luto y el ambiente general era de angustia. No solo había muerto Moyashi Kenzou, si no que el nuevo Morikage, Aburame Kintsugi había decido abandonar la alianza de los tres grandes. Además, estaba la preocupación por el asunto del guardián traidor. A la gente le preocupaba que pudiese regresar para destruirles; de suerte que en la aldea todos comentaban en voz baja que sería de Eikyuu Juro, y que ojalá le diesen pronta muerte o captura.
Kazuma había pasado un tiempo recluido en casa, poniendo en orden sus pensamientos y evitando a la gente que le sabia discípulo de aquel que cuyas manos dieron muerte al estimado Morikage. Sin duda, comprendió que la infamia, el miedo y el desprecio se extendían como un incendio por el bosque. En poco tiempo todo el mundo sabía que él era aprendiz del guardián; y lo supo no porque nadie se lo contara, sino por los gestos y las miradas: de pronto, la gente le veía con miedo o con rabia, le evitaba y se negaba a atenderle.
«Preocupante: el malestar crece y es solo cuestión de tiempo para que busquen en quien proyectarlo», pensó, justo antes de tener un desagradable altercado con unos “patriotas” altamente intolerantes a la traición.
Puede que el sol brillase como siempre, pero la oscuridad parecía estar sobre la aldea, sobre él; de suerte que decidió a acudir a una de las pocas personas de confianza que le quedaban alli.
Ya era tarde y el crepúsculo devoraba el cielo cuando, cubierto por una capa, dio un par de golpecitos a la puerta de la tienda de armas, esperando encontrar allí a Katsue.
La aldea aún seguía de luto y el ambiente general era de angustia. No solo había muerto Moyashi Kenzou, si no que el nuevo Morikage, Aburame Kintsugi había decido abandonar la alianza de los tres grandes. Además, estaba la preocupación por el asunto del guardián traidor. A la gente le preocupaba que pudiese regresar para destruirles; de suerte que en la aldea todos comentaban en voz baja que sería de Eikyuu Juro, y que ojalá le diesen pronta muerte o captura.
Kazuma había pasado un tiempo recluido en casa, poniendo en orden sus pensamientos y evitando a la gente que le sabia discípulo de aquel que cuyas manos dieron muerte al estimado Morikage. Sin duda, comprendió que la infamia, el miedo y el desprecio se extendían como un incendio por el bosque. En poco tiempo todo el mundo sabía que él era aprendiz del guardián; y lo supo no porque nadie se lo contara, sino por los gestos y las miradas: de pronto, la gente le veía con miedo o con rabia, le evitaba y se negaba a atenderle.
«Preocupante: el malestar crece y es solo cuestión de tiempo para que busquen en quien proyectarlo», pensó, justo antes de tener un desagradable altercado con unos “patriotas” altamente intolerantes a la traición.
Puede que el sol brillase como siempre, pero la oscuridad parecía estar sobre la aldea, sobre él; de suerte que decidió a acudir a una de las pocas personas de confianza que le quedaban alli.
Ya era tarde y el crepúsculo devoraba el cielo cuando, cubierto por una capa, dio un par de golpecitos a la puerta de la tienda de armas, esperando encontrar allí a Katsue.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)