31/03/2020, 23:19
Ran-chan:
¡No sabes lo emocionada que estoy que participes en el torneo! Imagino que lograste llegar al Valle antes de abrir esta carta, a como te dije, ¿no? Bueno, no lo sabré…
En fin, quería contarte sobre mi plan de negocios. ¡Ya sé, ya sé! Es tan poco Kuumi, ¿no? Pero gracias a padre le agarré un gusto a tratar con gente y a generar ingresos y… Bueno, me entiendes. ¡Quiero entonces que seas la embajadora/modelo de mi primera línea de ropa de entrenamiento! Ligera, resistente y muy fabulosa. ¿Verdad que sí quieres? ¡Por eso eres la mejor hermana!
Te empaqué un sencillo pero excelente diseño, uno de los primeros, y creo que te quedará de fábula. Estoy teniendo asesorías con padre y otras personas, para asegurarme de que despegue como diseñadora pronto. ¡No te preocupes! ¡Nuestras peleas seguirán tan rudas como siempre!
Espero verte en el Torneo, ¡despampanante con uno de los primeros diseños de Sagisō Kuumi! Además, podrías usar esta oportunidad para mostrarte a todo Ōnindo como la Princesa Conejo como siempre dices. O podrías usar ese otro mote que has pensado. ¡El límite es el cielo, hermana!
Madre, padre y yo te veremos pronto. ¡Sabemos que darás todo de ti! ¡Por ti, por los Sagisō, por Kusagakure!
¡No sabes lo emocionada que estoy que participes en el torneo! Imagino que lograste llegar al Valle antes de abrir esta carta, a como te dije, ¿no? Bueno, no lo sabré…
En fin, quería contarte sobre mi plan de negocios. ¡Ya sé, ya sé! Es tan poco Kuumi, ¿no? Pero gracias a padre le agarré un gusto a tratar con gente y a generar ingresos y… Bueno, me entiendes. ¡Quiero entonces que seas la embajadora/modelo de mi primera línea de ropa de entrenamiento! Ligera, resistente y muy fabulosa. ¿Verdad que sí quieres? ¡Por eso eres la mejor hermana!
Te empaqué un sencillo pero excelente diseño, uno de los primeros, y creo que te quedará de fábula. Estoy teniendo asesorías con padre y otras personas, para asegurarme de que despegue como diseñadora pronto. ¡No te preocupes! ¡Nuestras peleas seguirán tan rudas como siempre!
Espero verte en el Torneo, ¡despampanante con uno de los primeros diseños de Sagisō Kuumi! Además, podrías usar esta oportunidad para mostrarte a todo Ōnindo como la Princesa Conejo como siempre dices. O podrías usar ese otro mote que has pensado. ¡El límite es el cielo, hermana!
Madre, padre y yo te veremos pronto. ¡Sabemos que darás todo de ti! ¡Por ti, por los Sagisō, por Kusagakure!
—Con una amorosa palmadota en la espalda,
Kuu-chan
Kuu-chan
La carta de Kuumi resonaba, leída por la voz de la pelirroja, en la mente de Ranko. Después de haber llegado y haberse instalado, aquel favor le había puesto diez veces más nerviosa de lo que ya estaba. Claro, Ranko no había aceptado “modelar” las ropas que su hermana le había dado, pero sentía que era un favor… posible. Pensaba que se sentiría mal consigo misma si decepcionaba a Kuumi al no vestir sus ropas.
Había visto las prendas, claro, y no se veían mal, aunque realmente no eran de su estilo: una blusa de mangas cortas y esponjadas, con piezas de tela que colgaban detrás y delante a modo de adorno, pantalón. Era blanca con bordes dorados, y tenía el emblema de los Sagisō bordado en dorado en el pecho. Las botas y guardabrazos eran del mismo color, blancos con adornos dorados. El obi era azul muy claro y el pantalón era de un tono café rojizo. Sí, la ropa era ligera y flexible, hasta las botas, y no dudaba poder pelear a gusto con ellas. Pero…
”No me veo como Ranko...”
Aquel día, con el Torneo cerniéndose sobre ella, se había alejado de Yota y Daigo para entrenar a solas. Salió temprano a correr, se ejercitó intensamente durante la mañana, hizo una pausa a mediodía para comer y descansar, luego siguió y entrenó algunas poses y maniobras de ataque y movimientos. Cuando caía la tarde, le urgía otro descanso. Quiso alejarse de donde había estado entrenando y no tener a nadie a la vista. Quería pensar sola.
Pero no podría, pues, ensimismada, llegaría a una plataforma de combate un tanto retirada, perfecta para su reflexión, con la ligera excepción de que ya había alguien allí: un chico de piel oscura y cabellos blancos.
Ranko parpadeó varias veces antes de hacerle caso a sus ojos. Los ánimos de la kunoichi se elevaron mientras se acercaba al muchacho.
—Ka… ¿Kazuma-san? ¡Kazuma-san, está aquí en el valle! ¡Qué gusto verlo!
Ya tendría un buen rato sin ver a su amigo, el espadachín poeta. A pesar de haber querido estar sola, le alegraba la idea de charlar con Hanamura Kazuma, y le intrigaba el verlo pelear por primera vez, al fin. Fue hasta él, con una enorme bento envuelto en un pañuelo lila y atado para su fácil transporte.
—¿E-está bien si me siento aquí? —preguntó con su usual porte.
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