3/04/2020, 21:12
(Última modificación: 4/04/2020, 00:49 por Tsukisame Takumi. Editado 1 vez en total.)
—¡L-lo siento! N-no quise... No fue mi in... ¡P-perdón por haberla roto! —Se disculpó junto con una rápida reverencia... por haber roto su marioneta... en un combate oficial... «No entiendo exactamente lo que está pasando.»
—Tranquila no hace falta que te disculpes, estamos en un combate del Torneo y mientras des lo mejor que tienes me da igual cuantas marionetas se rompan, se pueden reparar. Si quiero ser mejor shinobi necesito que mis rivales se esfuercen al máximo. —Una pequeña sonrisa se dibujó en su cara, había tenido suerte. Prefería la humildad de la kunoichi de la Hierba que cualquier tipo de prepotencia en un rival que le superaba por tanto.
Cuando le lanzó los kunais ella desenvainó su wakizashi y sacó un kunai de su portaobjetos, parecía que se manejaba bien con un arma en cada mano. «¿Es ambidiestra ella también? Genial, más problemas.»
—Sagisō Ranko —Gritó para que el kazejin la escuchara mientras detenía el ataque del primero sin dificultad alguna. —Creo... Creo que no e-escuché su nombre, M-Marionetista-san.
—Tsukisame Takumi, es un placer Sagisō-san. —Y mientras respondía Ranko velozmente cortó los hilos de chakra que unían los kunais, cayendo estos al suelo. «Estoy muerto.»
Sin darle un momento para respirar la de Kusa avanzó hacia el rápidamente, envainó su wakizashi pero el kunai lo mantuvo. «¿Me va a atacar con el?» Pero no. Era tan rápida para el marionetista que casi no pudo reaccionar y al llegar a su altura una patada fue directa a su cara. Dolió, mucho. Instantáneamente tras la patada en la cara recibió una en el estómago, la cual le propulsó un par de metros hacia atrás en el aire y al caer al suelo rodó otro metro más. El sabor de la sangre inundaba su boca, se incorporó levemente y quedó un momento sentado en el suelo; de su nariz salía un reguero de sangre que acababa en su barbilla y caía goteando sobre su pecho.
—Veo que te has tomado en serio lo de esforzarte. —Se rió levemente. —Así me gusta. —Escupió al suelo para librarse de la sangre y se limpió la de la cara con la mano.
Al ponerse de pie aún le dolía el estómago y su mejilla ardía, pero no se podía rendir. Vaciló por un momento y parecía que iba a irse directo hacia su contrincante, pero salió corriendo lo más rápido que podía hacia su izquierda. Buscaba rodearla y dirigirse hacia dónde habían caído sus kunais y, si nada se lo impedía, volvería a conectarlos con sus plateados hilos de chakra. Se quedaría mirando fijamente a su rival, mientras jadeaba levemente y elevaba por encima de su cabeza los kunais, esperando que fuera a por él.
—Tranquila no hace falta que te disculpes, estamos en un combate del Torneo y mientras des lo mejor que tienes me da igual cuantas marionetas se rompan, se pueden reparar. Si quiero ser mejor shinobi necesito que mis rivales se esfuercen al máximo. —Una pequeña sonrisa se dibujó en su cara, había tenido suerte. Prefería la humildad de la kunoichi de la Hierba que cualquier tipo de prepotencia en un rival que le superaba por tanto.
Cuando le lanzó los kunais ella desenvainó su wakizashi y sacó un kunai de su portaobjetos, parecía que se manejaba bien con un arma en cada mano. «¿Es ambidiestra ella también? Genial, más problemas.»
—Sagisō Ranko —Gritó para que el kazejin la escuchara mientras detenía el ataque del primero sin dificultad alguna. —Creo... Creo que no e-escuché su nombre, M-Marionetista-san.
—Tsukisame Takumi, es un placer Sagisō-san. —Y mientras respondía Ranko velozmente cortó los hilos de chakra que unían los kunais, cayendo estos al suelo. «Estoy muerto.»
Sin darle un momento para respirar la de Kusa avanzó hacia el rápidamente, envainó su wakizashi pero el kunai lo mantuvo. «¿Me va a atacar con el?» Pero no. Era tan rápida para el marionetista que casi no pudo reaccionar y al llegar a su altura una patada fue directa a su cara. Dolió, mucho. Instantáneamente tras la patada en la cara recibió una en el estómago, la cual le propulsó un par de metros hacia atrás en el aire y al caer al suelo rodó otro metro más. El sabor de la sangre inundaba su boca, se incorporó levemente y quedó un momento sentado en el suelo; de su nariz salía un reguero de sangre que acababa en su barbilla y caía goteando sobre su pecho.
—Veo que te has tomado en serio lo de esforzarte. —Se rió levemente. —Así me gusta. —Escupió al suelo para librarse de la sangre y se limpió la de la cara con la mano.
Al ponerse de pie aún le dolía el estómago y su mejilla ardía, pero no se podía rendir. Vaciló por un momento y parecía que iba a irse directo hacia su contrincante, pero salió corriendo lo más rápido que podía hacia su izquierda. Buscaba rodearla y dirigirse hacia dónde habían caído sus kunais y, si nada se lo impedía, volvería a conectarlos con sus plateados hilos de chakra. Se quedaría mirando fijamente a su rival, mientras jadeaba levemente y elevaba por encima de su cabeza los kunais, esperando que fuera a por él.