9/04/2020, 16:35
Datsue dejó escapar un suspiro y esbozó una media sonrisa. Era una sonrisa de pena, aunque con cierto orgullo brillando en sus ojos.
—¿Recuerdas nuestro encuentro, hace un año en la playa? —le preguntó, sin responder directamente a sus inquietudes—. Cuando decías que no servías como ninja. Recuerdo que me dijiste que nadie te metería en un torneo porque serías el hazmerreír de las aldeas. —Había dicho exactamente eso—. Y mírate ahora, lamentándote por haber luchado con demasiada fuerza. Cuánto has crecido. Cuánto has recorrido.
Se había ganado la confianza de un bijū. ¡Se había ganado parte de su chakra, incluso! ¿Quién lo hubiese dicho hacía un año? Bueno, Datsue sí. Porque desde el mismo momento en que se habían conocido en el examen Chūnin, había visto algo en él. Algo especial. Algo que le llevaría bien lejos.
Pero sabía que Reiji no encontraría consuelo en aquellas palabras. Él estaba jodido. Jodido por casi haber desgraciado —o quizá lo hubiese hecho— a un compañero de profesión.
Decidió lanzarse de lleno al meollo de la cuestión:
—También podías haberle dado con la hoja desnuda, y no lo hiciste. No lo hiciste, Reiji, porque querías evitar matarle. Lo que pasó luego podría haberle pasado a cualquiera. ¿Qué esperan los Señores Feudales que pase, juntándonos para luchar para su regocijo? Somos ninjas, estamos entrenados para matar. Nos jugamos la vida en cada puto combate. Está claro que en el torneo nos contenemos, nos medimos más. Pero siguen pudiendo pasar accidentes.
Suspiró.
—Mira, ojalá no se muera, tío. Yo confío en que no. Le conozco, ¿sabes? Le vi un tío con la cabeza muy dura. Y hay médicos muy preparados, ¡seguro que lo supera, coño! Y ya lo que le pase con Kintsugi… Bueno, eso ya no es responsabilidad tuya.
Había que ser muy inconsciente para gritar lo que gritó Kazuma en pleno torneo. Él no conocía personalmente a Kintsugi, pero el mero hecho de saber que rompió la Alianza y le cerró las fronteras… le hacía saber que no era de las que se andaba con tonterías. ¿Cómo cojones se le había ocurrido hacer tal tontería? Cuando le conoció parecía un tío extremadamente educado y sensato.
—A mí… A mí me fue bien, tío. Me enfrenté a un kusareño llamado Daigo. Me dejó pelado de chakra pero pude encajarle el golpe final.
—¿Recuerdas nuestro encuentro, hace un año en la playa? —le preguntó, sin responder directamente a sus inquietudes—. Cuando decías que no servías como ninja. Recuerdo que me dijiste que nadie te metería en un torneo porque serías el hazmerreír de las aldeas. —Había dicho exactamente eso—. Y mírate ahora, lamentándote por haber luchado con demasiada fuerza. Cuánto has crecido. Cuánto has recorrido.
Se había ganado la confianza de un bijū. ¡Se había ganado parte de su chakra, incluso! ¿Quién lo hubiese dicho hacía un año? Bueno, Datsue sí. Porque desde el mismo momento en que se habían conocido en el examen Chūnin, había visto algo en él. Algo especial. Algo que le llevaría bien lejos.
Pero sabía que Reiji no encontraría consuelo en aquellas palabras. Él estaba jodido. Jodido por casi haber desgraciado —o quizá lo hubiese hecho— a un compañero de profesión.
Decidió lanzarse de lleno al meollo de la cuestión:
—También podías haberle dado con la hoja desnuda, y no lo hiciste. No lo hiciste, Reiji, porque querías evitar matarle. Lo que pasó luego podría haberle pasado a cualquiera. ¿Qué esperan los Señores Feudales que pase, juntándonos para luchar para su regocijo? Somos ninjas, estamos entrenados para matar. Nos jugamos la vida en cada puto combate. Está claro que en el torneo nos contenemos, nos medimos más. Pero siguen pudiendo pasar accidentes.
Suspiró.
—Mira, ojalá no se muera, tío. Yo confío en que no. Le conozco, ¿sabes? Le vi un tío con la cabeza muy dura. Y hay médicos muy preparados, ¡seguro que lo supera, coño! Y ya lo que le pase con Kintsugi… Bueno, eso ya no es responsabilidad tuya.
Había que ser muy inconsciente para gritar lo que gritó Kazuma en pleno torneo. Él no conocía personalmente a Kintsugi, pero el mero hecho de saber que rompió la Alianza y le cerró las fronteras… le hacía saber que no era de las que se andaba con tonterías. ¿Cómo cojones se le había ocurrido hacer tal tontería? Cuando le conoció parecía un tío extremadamente educado y sensato.
—A mí… A mí me fue bien, tío. Me enfrenté a un kusareño llamado Daigo. Me dejó pelado de chakra pero pude encajarle el golpe final.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado