14/04/2020, 19:41
(Última modificación: 30/04/2020, 16:32 por Amedama Daruu. Editado 2 veces en total.)
—Nadie va a devolver ninguna placa —replicó Ayame, ceñuda. «Sí, y lo vas a decidir tú por mi. Pf»—. Ni siquiera nos vamos a acercar a Kitanoya, no vamos a despertar la ira de Kusagakure.
—Ya es muy tarde para eso, niña —replicó Zetsuo entre dientes, cruzándose de brazos. Sus ojos, clavados en su hija, se entrecerraron peligrosamente—. No confío en vuestro don para atraer los problemas como las moscas a la mierda, pero más os vale cumplir con vuestras palabras. No más tonterías de aquí a que termine el torneo, ni en un combate ni fuera de ellos.
—Demostraré mi actitud con actos, no con palabras —pronunció Daruu como un autómata, entrecerrando los ojos, imitando las palabras que su maestro Kōri le había enseñado a hacer suyas. Las palabras a las que había fallado. Le pareció ver un pequeño brillo en los ojos del Hielo. Daruu se dio la vuelta, dándoles la espalda a todos. La realidad era que cada vez que Zetsuo hablaba así sentía la imperiosa necesidad de darle un puñetazo en los dientes. Mejor que no rebuscara en su cabeza.
—Si tenemos suerte, los de Kusagakure fijarán todo su odio en Uzushio.
Daruu giró levemente la cabeza, prestando atención.
—¿Por qué no seguimos hablando en algún sitio donde podamos comer a gusto? —dijo Zetsuo.
—Sí, muy buena idea. Así podemos hablar a gusto sobre cómo un ninja de Uzushiogakure le ha partido el cráneo a un kusajin —dijo Kiroe de pronto, irónica.
—¿Cómo...? —Daruu abrió mucho los ojos y se dio la vuelta, buscando explicaciones. No las hubo.
—Iuuugh. —Chiiro, horrorizada, recordaba aquél último golpe. El crack de la cabeza de aquél espadachín se había podido oir desde la grada. En parte porque el público había quedado en un total y tenebroso silencio.
—Ya es muy tarde para eso, niña —replicó Zetsuo entre dientes, cruzándose de brazos. Sus ojos, clavados en su hija, se entrecerraron peligrosamente—. No confío en vuestro don para atraer los problemas como las moscas a la mierda, pero más os vale cumplir con vuestras palabras. No más tonterías de aquí a que termine el torneo, ni en un combate ni fuera de ellos.
—Demostraré mi actitud con actos, no con palabras —pronunció Daruu como un autómata, entrecerrando los ojos, imitando las palabras que su maestro Kōri le había enseñado a hacer suyas. Las palabras a las que había fallado. Le pareció ver un pequeño brillo en los ojos del Hielo. Daruu se dio la vuelta, dándoles la espalda a todos. La realidad era que cada vez que Zetsuo hablaba así sentía la imperiosa necesidad de darle un puñetazo en los dientes. Mejor que no rebuscara en su cabeza.
—Si tenemos suerte, los de Kusagakure fijarán todo su odio en Uzushio.
Daruu giró levemente la cabeza, prestando atención.
—¿Por qué no seguimos hablando en algún sitio donde podamos comer a gusto? —dijo Zetsuo.
—Sí, muy buena idea. Así podemos hablar a gusto sobre cómo un ninja de Uzushiogakure le ha partido el cráneo a un kusajin —dijo Kiroe de pronto, irónica.
—¿Cómo...? —Daruu abrió mucho los ojos y se dio la vuelta, buscando explicaciones. No las hubo.
—Iuuugh. —Chiiro, horrorizada, recordaba aquél último golpe. El crack de la cabeza de aquél espadachín se había podido oir desde la grada. En parte porque el público había quedado en un total y tenebroso silencio.