14/04/2020, 23:37
—Si a Kazuma-san no le molesta contarme, ¿cómo sucedió eso? ¿C-cómo corrió ese riesgo?
—Claro, será interesante ver que perspectiva tiene otra persona —reconoció con una tenue sonrisa.
Se tomó unos segundos para retroceder su mente en el tiempo, buscando los recuerdos de la mentada ocasión, tratando de aprenderlos tal como eran pese a lo falible de la memoria.
—En una ocasión que estaba haciendo un encargo con mi sensei —comenzó con ánimo, pues le gustaban las historias: contarlas u oírlas—, [color=slategray]nos topamos con una gran caravana atravesada en el camino. Dicha caravana pertenecía a unos comerciantes que se habían quedado accidentados. Estos comerciantes tenían una hija llamada Sora, una chica enérgica y algo contrariada por lo itinerante de los negocios de sus padres.
»Mi sensei se dedicó a ayudarles a reparar el vehículo, dándome ocasión de pasear un poco. Tenía algo de curiosidad, así que entable conversación con Sora. Antes de darme cuenta, la estaba acompañando al bosque que estaba al lado del camino. Caminamos un rato mientras me contaba que quería dedicarse a las flores (le gustaban mucho), pero que es algo que requiere estar quieto y “echar raíces”.
»Estuvimos un rato hablando; me relaje y antes de darme cuenta la perdí de vista. Cuando la encontré entre el follaje, estaba inconsciente y siendo arrastrada por un sujeto. Al verse descubierto reacciono con agresividad. Mi primera tentativa consistió en unas cuantas amenazas poco convincentes. Como era de esperarse, no funciono y probó suerte atacándome… Tuve que defenderme, de suerte que luego de un corto intercambio quedo herido.
»Luego, todo se complicó.
Se preguntó si de haber tomado otras decisiones las cosas hubiesen sido distintas, pero al poco recordó que aquella teorización era inútil: nadie sabe jamás lo que habría pasado. Esa era una de las negativas que más podían atormentar al ser humano.
—En su auxilio llego una mujer (mas tozuda, si cabe), presumo que era su esposa y apoyo (realmente no tenían apariencia ni actitud de secuestradores) —reflexiono, pensando en retrospectiva—. El hecho es que no contenta con llevarse a su compañero, también quería llevarse a Sora. Lo difícil vino cuando intente mediar pues no me hizo caso. Incluso le amenace de muerte, le explique era un ninja y que no tenían posibilidad de ganar.
»Su respuesta fueron sus circunstancias: si fallaban aquel trabajo, podían darse por muertos… ¿Sabes que era lo peor? No era que yo me encontrase incapaz de matarles, sino que ellos se estaban jugando la vida por miedo: no querían estar allí secuestrando a nadie, sus rostros eran los de alguien que solo quiere irse a casa… Creo que para ellos tenía sentido, la vida de una joven desconocida por la de ambos… Estuvimos en esa tensión durante un rato, hasta que entendió que yo tampoco podía permitirme fallar, el perder a la chica.
»Luego de que se retiraran, y de luchar contra unas náuseas terribles por lo agitado del asunto, me permití sentir algo de alivio. Nadie había muerto y no se tuvo que derramar sangre innecesariamente. No pensé en lo que haría luego aquel par, quizá no quise pensar en ello.
»Al poco tiempo me encuentro en Tane-Shigai con una mujer que intenta matarme. Al principio no se él porque, pero cuando logra llevarme a un callejón sin salida me explica: no solo era una psicópata sanguinaria, sino que era quien había mandado a aquel par a secuestrar a la chica, pues sus padres comerciantes pagarían un buen rescate por ella. Se me hizo obvio que yo había frustrado sus planes y que deseaba venganza (me dije a mi mismo que podía asumir las consecuencias de mis actos), pero no esperaba que me contase como había acabado con la vida de aquel par con el que yo me había encontrado, un par al que contralaba con amenazas y miedo…
¿Tenia él algo de responsabilidad sobre aquello? No le correspondía el decirlo, pero le desagradable el pensar que para aquellos dos solo había dos opciones: caer luchando contra él, o ser asesinados por quien les había empujado a aquello. Una tercera opción, la de volver a su hogar y rogar por no ver a esa mujer nunca más, parece que siempre la desearon, pero jamás la tuvieron a su alcance.
—Aun sabiendo eso, ¿sabes que fue lo que hice? —Era una de aquellas preguntas que no necesitaban respuesta, pero le era difícil no plantearla—. Trate de negociar con ella, de advertirle y de amenazarle… Me detestaba lo suficiente como para no ceder… Me defendí como pude, y en cierto momento logre distraerla, asestar un golpe y dejarla vulnerable: pude atacarla entonces, quizá tratar de huir, pero no; trate de calmarme pensando que ya había visto de lo que era capaz y que retrocedería.
»Pues no. Estaba empeñada en matarme y no volvería a cometer el error de bajar la guardia. En pocas palabras, estaba muerto… Por suerte, ella tenía su propio enemigo que vio en nuestro combate la oportunidad de fastidiarle el día. Aquel sujeto la ataco, dándome oportunidad de huir con vida, aunque con la seguridad de que las decisiones que había estado tomando me hubiesen llevado a una muerte segura.
—Claro, será interesante ver que perspectiva tiene otra persona —reconoció con una tenue sonrisa.
Se tomó unos segundos para retroceder su mente en el tiempo, buscando los recuerdos de la mentada ocasión, tratando de aprenderlos tal como eran pese a lo falible de la memoria.
—En una ocasión que estaba haciendo un encargo con mi sensei —comenzó con ánimo, pues le gustaban las historias: contarlas u oírlas—, [color=slategray]nos topamos con una gran caravana atravesada en el camino. Dicha caravana pertenecía a unos comerciantes que se habían quedado accidentados. Estos comerciantes tenían una hija llamada Sora, una chica enérgica y algo contrariada por lo itinerante de los negocios de sus padres.
»Mi sensei se dedicó a ayudarles a reparar el vehículo, dándome ocasión de pasear un poco. Tenía algo de curiosidad, así que entable conversación con Sora. Antes de darme cuenta, la estaba acompañando al bosque que estaba al lado del camino. Caminamos un rato mientras me contaba que quería dedicarse a las flores (le gustaban mucho), pero que es algo que requiere estar quieto y “echar raíces”.
»Estuvimos un rato hablando; me relaje y antes de darme cuenta la perdí de vista. Cuando la encontré entre el follaje, estaba inconsciente y siendo arrastrada por un sujeto. Al verse descubierto reacciono con agresividad. Mi primera tentativa consistió en unas cuantas amenazas poco convincentes. Como era de esperarse, no funciono y probó suerte atacándome… Tuve que defenderme, de suerte que luego de un corto intercambio quedo herido.
»Luego, todo se complicó.
Se preguntó si de haber tomado otras decisiones las cosas hubiesen sido distintas, pero al poco recordó que aquella teorización era inútil: nadie sabe jamás lo que habría pasado. Esa era una de las negativas que más podían atormentar al ser humano.
—En su auxilio llego una mujer (mas tozuda, si cabe), presumo que era su esposa y apoyo (realmente no tenían apariencia ni actitud de secuestradores) —reflexiono, pensando en retrospectiva—. El hecho es que no contenta con llevarse a su compañero, también quería llevarse a Sora. Lo difícil vino cuando intente mediar pues no me hizo caso. Incluso le amenace de muerte, le explique era un ninja y que no tenían posibilidad de ganar.
»Su respuesta fueron sus circunstancias: si fallaban aquel trabajo, podían darse por muertos… ¿Sabes que era lo peor? No era que yo me encontrase incapaz de matarles, sino que ellos se estaban jugando la vida por miedo: no querían estar allí secuestrando a nadie, sus rostros eran los de alguien que solo quiere irse a casa… Creo que para ellos tenía sentido, la vida de una joven desconocida por la de ambos… Estuvimos en esa tensión durante un rato, hasta que entendió que yo tampoco podía permitirme fallar, el perder a la chica.
»Luego de que se retiraran, y de luchar contra unas náuseas terribles por lo agitado del asunto, me permití sentir algo de alivio. Nadie había muerto y no se tuvo que derramar sangre innecesariamente. No pensé en lo que haría luego aquel par, quizá no quise pensar en ello.
»Al poco tiempo me encuentro en Tane-Shigai con una mujer que intenta matarme. Al principio no se él porque, pero cuando logra llevarme a un callejón sin salida me explica: no solo era una psicópata sanguinaria, sino que era quien había mandado a aquel par a secuestrar a la chica, pues sus padres comerciantes pagarían un buen rescate por ella. Se me hizo obvio que yo había frustrado sus planes y que deseaba venganza (me dije a mi mismo que podía asumir las consecuencias de mis actos), pero no esperaba que me contase como había acabado con la vida de aquel par con el que yo me había encontrado, un par al que contralaba con amenazas y miedo…
¿Tenia él algo de responsabilidad sobre aquello? No le correspondía el decirlo, pero le desagradable el pensar que para aquellos dos solo había dos opciones: caer luchando contra él, o ser asesinados por quien les había empujado a aquello. Una tercera opción, la de volver a su hogar y rogar por no ver a esa mujer nunca más, parece que siempre la desearon, pero jamás la tuvieron a su alcance.
—Aun sabiendo eso, ¿sabes que fue lo que hice? —Era una de aquellas preguntas que no necesitaban respuesta, pero le era difícil no plantearla—. Trate de negociar con ella, de advertirle y de amenazarle… Me detestaba lo suficiente como para no ceder… Me defendí como pude, y en cierto momento logre distraerla, asestar un golpe y dejarla vulnerable: pude atacarla entonces, quizá tratar de huir, pero no; trate de calmarme pensando que ya había visto de lo que era capaz y que retrocedería.
»Pues no. Estaba empeñada en matarme y no volvería a cometer el error de bajar la guardia. En pocas palabras, estaba muerto… Por suerte, ella tenía su propio enemigo que vio en nuestro combate la oportunidad de fastidiarle el día. Aquel sujeto la ataco, dándome oportunidad de huir con vida, aunque con la seguridad de que las decisiones que había estado tomando me hubiesen llevado a una muerte segura.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)