16/04/2020, 11:43
A diferencia de cuando había aparecido su propia hija, en cuanto se abrió la puerta esta vez, el hombre se levantó y fue directo a ella, saliendo del estudio.
— ¡Cariño! ¡Qué alegría veros! Pasad, pasad, mi adorable y diligente hija está preparando una cena especial, está tan emocionada. — exageró su padre girandose al hablar de su hija para que Hana lo escuchase, como si todo aquello no fuese suficientemente vergonzoso. — Ah, y tú debes de ser Ren-chan. ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Emocionante? — era evidente que a pesar de su sonrisa y su aire de inconsciencia, estaba esforzándose por sacar un tema de conversación con la morena.
Era un hombre de pelo cano con una pequeña coleta que apenas media un centimetro en la nuca, mientras que el resto de la cabeza solo tenía pelo corto por detrás se dejaba esa dichosa coleta que Hana odiaba con todas sus fuerzas. Tenía arrugas especialmente alrededor de los ojos y su nariz era algo chata para la constitución que presentaba. Era ancho de espaldas a pesar de no tener una musculatura remarcable.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
Lo que él no sabía es que Hana no necesitaba presentación, al menos para Ren. La rubia desde la cocina solo había oído la primera parte de lo que había dicho su padre, así que cuando se asomó al pasillo que daba al recibidor se quedó pálida y boquiabierta. Pálida del horror y boquiabierta de la sorpresa.
Ya no solo era que fuese Ren, que también era un problema gordo. Sin duda iba a perder autoridad con ella ahora que la estaba viendo en toda su fragilidad del hogar. Con un pijama de los Ame Rangers, con un delantal rosa palido que tiene escrito "Kiss the chef" con corazones por todas partes y con una trenza hecha de la forma más perezosa posible reposando sobre su hombro.
Hana miró a Ren, algo recuperada, roja de... de... ni sabía de qué, ¿enfado? ¿frustración? Entonces miró a su padre, intentando fulminarlo con la mirada. ¡¿Cómo osa juntarla familiarmente con una chica problematica?! ¡Era la presidenta del consejo! Por mucho que a él le diese absolutamente igual, ¡era una posición importante! ¡¿Y ahora tenía que cargar con Ren?!
— ¡No! Nononononooonnonononono.
Negó, negó todo, negó con la cabeza, con las manos y con los labios.
— ¡Cariño! ¡Qué alegría veros! Pasad, pasad, mi adorable y diligente hija está preparando una cena especial, está tan emocionada. — exageró su padre girandose al hablar de su hija para que Hana lo escuchase, como si todo aquello no fuese suficientemente vergonzoso. — Ah, y tú debes de ser Ren-chan. ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Emocionante? — era evidente que a pesar de su sonrisa y su aire de inconsciencia, estaba esforzándose por sacar un tema de conversación con la morena.
Era un hombre de pelo cano con una pequeña coleta que apenas media un centimetro en la nuca, mientras que el resto de la cabeza solo tenía pelo corto por detrás se dejaba esa dichosa coleta que Hana odiaba con todas sus fuerzas. Tenía arrugas especialmente alrededor de los ojos y su nariz era algo chata para la constitución que presentaba. Era ancho de espaldas a pesar de no tener una musculatura remarcable.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
Lo que él no sabía es que Hana no necesitaba presentación, al menos para Ren. La rubia desde la cocina solo había oído la primera parte de lo que había dicho su padre, así que cuando se asomó al pasillo que daba al recibidor se quedó pálida y boquiabierta. Pálida del horror y boquiabierta de la sorpresa.
Ya no solo era que fuese Ren, que también era un problema gordo. Sin duda iba a perder autoridad con ella ahora que la estaba viendo en toda su fragilidad del hogar. Con un pijama de los Ame Rangers, con un delantal rosa palido que tiene escrito "Kiss the chef" con corazones por todas partes y con una trenza hecha de la forma más perezosa posible reposando sobre su hombro.
Hana miró a Ren, algo recuperada, roja de... de... ni sabía de qué, ¿enfado? ¿frustración? Entonces miró a su padre, intentando fulminarlo con la mirada. ¡¿Cómo osa juntarla familiarmente con una chica problematica?! ¡Era la presidenta del consejo! Por mucho que a él le diese absolutamente igual, ¡era una posición importante! ¡¿Y ahora tenía que cargar con Ren?!
— ¡No! Nononononooonnonononono.
Negó, negó todo, negó con la cabeza, con las manos y con los labios.