17/04/2020, 20:30
(Última modificación: 17/04/2020, 20:48 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
— Ah, y tú debes de ser Ren-chan. ¿Qué tal tu primer día en la ciudad? ¿Emocionante?
— E-Encantada señor. Ha sido un dia largo — dijo queriendo esquivar las preguntas; inclinándose mucho, y colocando las manos sobre sus propias rodillas, en señal de aprecio, pero sobretodo de mucha eduación.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
[psub=mediumorchid]¿Hana? De que me suena ese... [/color] alzó lentamente la cabeza, para volver a erguirse.
Frente a ella, aquella joven que le había jodido no solo la mañana, si no además hasta bien tarde debido a que tuvo que quedarse a limpiar; pero parecía que hubiera visto un fantasma. Era estricta, y pese a que no era más alta que ella, sabía como imponerse y desde luego sabría como ganarse una fama para que todos la temieran. Pero ahora estaba allí, completamente vulnerable; vestida con un delantal sobre un pijama vistoso y unas zapatillas con un color rosa palido a las que le salían dos orejas que iban a conjunto con unos morros de conejo.
— ¡No! Nononononooonnonononono.
— Oh, que coincidencia... — dijo casi murmurando; para mostrar una malvada sonrisa a la que solo la rubía le prestaría atención. — Seguro que sea lo que sea lo que ha preparado; pero antes me gustaría ir a mi habitación, a ponerme más cómoda.
Sonrió falsamente.
— E-Encantada señor. Ha sido un dia largo — dijo queriendo esquivar las preguntas; inclinándose mucho, y colocando las manos sobre sus propias rodillas, en señal de aprecio, pero sobretodo de mucha eduación.
— Vamos a cenar y después os enseño la casa, que como se quede fría la cena Hana me mata. ¡Hana! Asomate a presentarte.
[psub=mediumorchid]¿Hana? De que me suena ese... [/color] alzó lentamente la cabeza, para volver a erguirse.
Frente a ella, aquella joven que le había jodido no solo la mañana, si no además hasta bien tarde debido a que tuvo que quedarse a limpiar; pero parecía que hubiera visto un fantasma. Era estricta, y pese a que no era más alta que ella, sabía como imponerse y desde luego sabría como ganarse una fama para que todos la temieran. Pero ahora estaba allí, completamente vulnerable; vestida con un delantal sobre un pijama vistoso y unas zapatillas con un color rosa palido a las que le salían dos orejas que iban a conjunto con unos morros de conejo.
— ¡No! Nononononooonnonononono.
— Oh, que coincidencia... — dijo casi murmurando; para mostrar una malvada sonrisa a la que solo la rubía le prestaría atención. — Seguro que sea lo que sea lo que ha preparado; pero antes me gustaría ir a mi habitación, a ponerme más cómoda.
Sonrió falsamente.