22/04/2020, 14:47
Las dos chicas se quedaron a cuadros con el saludo del can, y no era para menos. Por suerte, Ranko no tardó en reconocerlos, tanto al huskie como a su hermano humano. Con las mismas, ofreció asiento al par de Inuzuka, en lo que su hermana aún se encontraba incómoda o extrañada. La presentó sin tapujo al rasta y el huskie, y ésta añadió que era un gusto. Los hermanos acompañaron el saludo con uno de vuelta.
—Igualmente.
Pero la hermana de Ranko terminó algo distraída con el verde de los puños, lo cuál dejaba demasiadas dudas. Pero todas se solventaron para cuando Daigo asomó por la ventana, saludando a todos los allí presentes. El peliverde parecía realmente destrozado, como si hubiese salido más que de un combate de una guerra de varios años. Su oponente se había pasado tres pueblos...
Para cuando todos estaban en la mesa, casi parecieron comenzar una extensa charla sobre las vivencias en el torneo, pero Kuumi hizo un inciso bastante importante. Debían pedir antes de que comenzasen con la charla, o les daría el cierre del restaurante y aún estarían charlando y sin haber probado bocado alguno. Akane lo vio como una decisión realmente sabia, casi a la altura de un majestuoso maestro. Sin duda la chica entendía del tema.
Rápidamente Ranko apoyó la decisión de su hermana, e incluso se atrevió a sugerir que ellas invitaban. Los ojos de Akane se abrieron como platos, podría pedir todo lo que quisiese. Los ojos de Etsu sin embargo se entrecerraron, buscando con recelo a Akane, e invitándole a dejar de lado el pensamiento que acababa de tener. Por suerte, Fuumi no estaba del todo de acuerdo, incluso le soltó el marrón directamente a Ranko.
—No os preocupéis por eso, nosotros invitamos. Así será lo más justo, porque invitar a comer a Akane es como lanzar dinero a un pozo vacío... jajajaja —apresuró a sugerir.
Además, tenían una gran cantidad de dinero extra. Al abuelo y a su padre solo les había importado el resultado, y no el cómo lo hubiese logrado. Había pasado a la siguiente ronda, y por ello le habían dado un regalo para celebrarlo. Así pues, alzaron la mano en pos de llamar la atención de la camarera o camarero más cercano, o del más atento/a.
—Me gustaría decir que bien, pero la verdad es que ni lo sé, tío... —respondió entre tanto a Daigo. —Apenas recibí un par de golpes, pero fue un combate de lo más raro...
Una camarera terminó por acercarse a la mesa, con un pequeño bloc para anotar en su diestra, y un bolígrafo en la zurda —Buenas noches, ¿ya saben que van a comer, o les voy apuntando solo las bebidas? —preguntó, buscando con la mirada la respuesta de la mayoría.
—Por mi parte, lo tengo decidido. Nosotros queremos un par de los chuletones más grande que tenga, con arroz blanco para acompañar, por favor. Ah, y un par de refrescos de naranja si tienen.
—De a cuerdo —confirmó en lo que apuntaba.
—Igualmente.
Pero la hermana de Ranko terminó algo distraída con el verde de los puños, lo cuál dejaba demasiadas dudas. Pero todas se solventaron para cuando Daigo asomó por la ventana, saludando a todos los allí presentes. El peliverde parecía realmente destrozado, como si hubiese salido más que de un combate de una guerra de varios años. Su oponente se había pasado tres pueblos...
Para cuando todos estaban en la mesa, casi parecieron comenzar una extensa charla sobre las vivencias en el torneo, pero Kuumi hizo un inciso bastante importante. Debían pedir antes de que comenzasen con la charla, o les daría el cierre del restaurante y aún estarían charlando y sin haber probado bocado alguno. Akane lo vio como una decisión realmente sabia, casi a la altura de un majestuoso maestro. Sin duda la chica entendía del tema.
Rápidamente Ranko apoyó la decisión de su hermana, e incluso se atrevió a sugerir que ellas invitaban. Los ojos de Akane se abrieron como platos, podría pedir todo lo que quisiese. Los ojos de Etsu sin embargo se entrecerraron, buscando con recelo a Akane, e invitándole a dejar de lado el pensamiento que acababa de tener. Por suerte, Fuumi no estaba del todo de acuerdo, incluso le soltó el marrón directamente a Ranko.
—No os preocupéis por eso, nosotros invitamos. Así será lo más justo, porque invitar a comer a Akane es como lanzar dinero a un pozo vacío... jajajaja —apresuró a sugerir.
Además, tenían una gran cantidad de dinero extra. Al abuelo y a su padre solo les había importado el resultado, y no el cómo lo hubiese logrado. Había pasado a la siguiente ronda, y por ello le habían dado un regalo para celebrarlo. Así pues, alzaron la mano en pos de llamar la atención de la camarera o camarero más cercano, o del más atento/a.
—Me gustaría decir que bien, pero la verdad es que ni lo sé, tío... —respondió entre tanto a Daigo. —Apenas recibí un par de golpes, pero fue un combate de lo más raro...
Una camarera terminó por acercarse a la mesa, con un pequeño bloc para anotar en su diestra, y un bolígrafo en la zurda —Buenas noches, ¿ya saben que van a comer, o les voy apuntando solo las bebidas? —preguntó, buscando con la mirada la respuesta de la mayoría.
—Por mi parte, lo tengo decidido. Nosotros queremos un par de los chuletones más grande que tenga, con arroz blanco para acompañar, por favor. Ah, y un par de refrescos de naranja si tienen.
—De a cuerdo —confirmó en lo que apuntaba.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~