23/04/2020, 13:54
La taberna quedó en silencio. Ni siquiera el tabernero, que en otras condiciones estaría echándolos de allí a escobazos, se atrevía a mediar palabra. Kiroe pareció recuperar su capacidad para moverse, no sin algo de dificultad, y se levantó lentamente.
—Puto aguilucho carcamal —espetó, enfadada—. Mira lo que ha hecho.
Chiiro no pudo más. Salió corriendo y abrió la puerta de un portazo. Se dio la vuelta un momento.
—¡Y yo sólo quería tener al menos una familia! —gritó, y salió corriendo. Huyendo. Hacia ningún sitio.
—¡Chiiro!
—No sólo Zetsuo. Tú también... —balbuceó Daruu.
—¿Cómo dices...?
—¿¡A qué se supone que habéis venido!? ¿¡A joderlo todo!?
—¡Daruu, después de...!
—¡Calla! —gritó el Hyūga, mirándola con los ojos entrecerrados—. ¡Cállate! Ya habéis hecho bastante. Gracias por la comida, ya puedes irte a Amegakure y no salir de allí en todo el puto verano si hace falta, mamá. Solos... solos estábamos mejor. —Daruu apartó la mirada para evitar mirar a su madre a la cara, pero se topó con algo peor: el ramo de flores que le había comprado a Ayame, tirado en el suelo de cualquier manera.
«Menuda mierda de vida.»
Daruu formuló tres sellos y desapareció con un destello rojizo. Las aguas del Lago Partido le recibieron con un abrazo húmedo y fresco.
Ahogarse. Eso es lo que necesitaba.
—Puto aguilucho carcamal —espetó, enfadada—. Mira lo que ha hecho.
Chiiro no pudo más. Salió corriendo y abrió la puerta de un portazo. Se dio la vuelta un momento.
—¡Y yo sólo quería tener al menos una familia! —gritó, y salió corriendo. Huyendo. Hacia ningún sitio.
—¡Chiiro!
—No sólo Zetsuo. Tú también... —balbuceó Daruu.
—¿Cómo dices...?
—¿¡A qué se supone que habéis venido!? ¿¡A joderlo todo!?
—¡Daruu, después de...!
—¡Calla! —gritó el Hyūga, mirándola con los ojos entrecerrados—. ¡Cállate! Ya habéis hecho bastante. Gracias por la comida, ya puedes irte a Amegakure y no salir de allí en todo el puto verano si hace falta, mamá. Solos... solos estábamos mejor. —Daruu apartó la mirada para evitar mirar a su madre a la cara, pero se topó con algo peor: el ramo de flores que le había comprado a Ayame, tirado en el suelo de cualquier manera.
«Menuda mierda de vida.»
Daruu formuló tres sellos y desapareció con un destello rojizo. Las aguas del Lago Partido le recibieron con un abrazo húmedo y fresco.
Ahogarse. Eso es lo que necesitaba.